Cuaderno de Emaús. Luis de Lezama
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Fabrica su vejez lleno de incertidumbre.
Difícilmente puede prever cuál es su final ni dónde.
Si se afinca, se le critica.
Si se apega, se le censura.
Si se enamora de alguien o de algo, se le hace la vida imposible.
Si busca el plato de lentejas, se le trata de mercenario.
La pobreza es apellido de fraile,
que no del sacerdote diocesano,
porque siempre se le tiene por hacendado.
Se le presupone el bien y el don.
No tiene claustro y, sin embargo, vive en clausura.
Su convento es el espacio.
Su templo, la casa de Dios en medio de las casas.
Ahora el jersey a rayas, la camisa de rockero, el blue jeans y hasta
la pulsera de moderno desenfadado.
Hasta hace poco, la tirilla del damero blanco de su signo,
camisa de clergyman,
negro de ala de mosca,
gris desvaído.
Zapatos capaces de pisar en charcos y, aunque no sepa tocarla,
guitarra de romántico perdido.
Sacerdote diocesano,
hombre del mundo,
bajo sueldo,
rockero circunstancial según su barrio,
sainete de cóctel intelectual,
teólogo moderno y luchador empedernido.
Sacerdote diocesano
que oye la voz de su obispo por la radio
y conoce a los suyos por mandato.
5
CHINCHÓN
Cuando subo y bajo a Chinchón a decir misa desde Madrid, es como si peregrinara a la casa del Padre.
Necesito encontrarme con él en la comunidad de creyentes que es mi pueblo querido. Una parroquia y un pueblo que vive genuflexo a su fe en Dios y a su Iglesia, llena de contenidos ancestrales.
El resto de la semana, metido en el mundo de los negocios y la empresa, es una locura.
A veces pienso que es como si hiciera puenting con mi vida espiritual, tirándome al vacío cada día más temerariamente.
Pero la comunidad de fe es como la goma elástica, el arnés de los que practican este deporte de alto riesgo gracias al cual pueden tirarse desde los puentes sin estrellarse y experimentar esa locura del vacío.
Porque me siento agarrado a la cuerda elástica, al arnés de la oración y la vivencia cristiana. La eucaristía compartida de cada domingo ha ceñido a mi cintura el arnés del amor de Dios, y llevo en mi pierna el antídoto de no estrellarme en la posesión de los bienes por encima de los valores del espíritu.
Mientras estés amarrado a una comunidad de fe puedes tirarte. No debes tener miedo al vacío.
6
TENDENCIAS
Nadie puede arreglar tus tendencias.
Pero puedes encontrar una vida interior que a la larga va a domar todas tus fuerzas y te va a producir el gozo de un amor intenso.
Y hasta es posible que Dios se asome por ese agujero.
La vida es un abismo, y hay que bordearla para no caer dentro, donde está la desesperación y la nada.
Sustituir el amor humano por el amor divino no es fácil, pero es posible.
Ese afán de satisfacción que no tiene término y que es la búsqueda del gozo insaciable tiene origen en el don más grande del hombre: haber sido hecho para el más allá, para la inmortalidad.
Pero esto solo se alcanza en la fe, en el sentido de la trascendencia.
Lo demás es una insatisfacción permanente.
Juega a darte a los demás. Gasta tu fuerza en dones espirituales, aunque vayan cargados de trabajo, de desgaste por remediar los sufrimientos y las carencias de los que te rodean.
Serás feliz.
Dominaras tus tendencias.
7
COMPENSACIÓN
En la medida en que he sufrido por alguno de mis muchachos
y he padecido su intolerancia,
compartido su desdicha,
sus fallos de comportamiento, que producían en mí un harto desconsuelo y desánimo, poseo la llave que abre la puerta de su amor.
Puedo entrar en su voluntad
y esperar de él la transformación,
la conversión de irresponsable en responsable,
abandonar la marginalidad,
el cambio de conducta hasta el apostolado social con los demás.
¡Es un progreso!
¡Pero hasta que se consigue…!
8
EL TRIGO Y LA CIZAÑA
Es este un canto de cigarra
al calor de mi vida ajetreada
escrito de noche,
o mejor en noches de insomnio
para olvidar el día.
Cuando he dejado mi trabajo.
Recorro así los caminos de mi historia
y reparto la carga, la equilibro,
el peso de los sucesos,
entre