Ya no te llamarán abandonada. Luis Alfonso Zamorano López

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Ya no te llamarán abandonada - Luis Alfonso Zamorano López

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libro de Zamorano no quiere ser difícil en su lectura, sino comprensible y útil para el catequista, el albañil, el panadero, la pescadera o la peluquera… Un libro asequible a todos ellos, dice el autor. Sale al paso de la cultura del abuso y del encubrimiento. Pero también sale al paso de la necesidad de no revictimización y de la eventual empatía superficial con la víctima que podría llevar a generar solo rechazo al victimario.

      Que la inversión de roles en torno a la culpa y el silencio entre víctima y abusador sea tan fuerte constituye un reto para desentrañar los dinamismos que surgen en torno a este binomio. Que el sentimiento de culpa pueda ser también un refugio de empoderamiento de la propia víctima reclama una atención especial.

      Que el 90 % de los casos de abusos sexuales en la infancia tenga lugar en la familia debería convertirse en un grito de anhelo de humanización global. Tenemos que hacer algo. Algo más. Para desvelar, sí. Pero no solo. También para acompañar. A todos. Y dar al tema un tratamiento justo, no como si fuera exclusivo de la Iglesia católica. Y, ¡por Dios!, hay que prevenir.

      Quisiera terminar con estas palabras, que hago mías, de Mónica López, experta en psicología positiva y directora del Instituto del Bienestar de Chile:

      Luis Alfonso nos invita a reflexionar, como sociedad y como Iglesia, sobre un tema que nos toca a todos: cómo proteger, guiar y acompañar a quien ha sido dañado por una situación traumática, como es el abuso sexual. El autor nos entrega herramientas prácticas y cuenta con suficientes bases bibliográficas, pero sin perder la sencillez en el lenguaje y compartiendo historias que a nadie dejan indiferente. Son historias que vienen de su experiencia de acompañante psico-espiritual, como sacerdote cercano al pueblo sufriente. Así, en su obra nos encamina a comprometernos con ser parte activa del cambio, donde la voz de las víctimas pueda ser escuchada, la reparación pueda ser real con un acompañamiento de calidad y la prevención del abuso sexual, desde la creación de relaciones más saludables y respetuosas, pueda ser posible. Definitivamente, es un libro que todos debiéramos leer y compartir.

      JOSÉ CARLOS BERMEJO, religioso camilo,

      director del Centro de Humanización de la Salud

      ¿POR QUÉ ESTE LIBRO?

      Un día del pasado mes mayo de 2018 recibí este mensaje en mi móvil:

      Luis, hoy mi sobrina cumplió cinco años. Estando en la celebración se me vino encima una sensación de absoluta inseguridad, de abismo. Necesitaba hablarlo con alguien, pero no sé con quién conversarlo aquí, así que pensé en ti y en wsp… 1 El abismo fue pensar cuánto puede cambiar la vida en esa edad, en lo que puede venir para ella, a la que amo tanto. La imagen del número cinco me abrió la historia recorrida, lo mucho que ha pasado, lo que aún pasa, la herida que siempre tiene posibilidad de abrirse ante cosas como estas. No es que la herida no esté sana, pero también es verdad que no es algo puramente pasado. También he pensado que por lo menos yo estoy viva por ellos (mis sobrinos) y sé que es un recurso para ellos que yo no tuve (no tuve adultos cercanos que me creyeran y supieran protegerme). Y agradecí –no sin seguir llorando– que vivo, que elegí vivir, y tiene sentido, por mí y por ellos, aunque eso no me quita el pavor de no poder evitar que sus vidas «puedan cambiar» con hechos tan dolorosos. Y en eso voy… por lo menos ya puedo ver nítidamente que, se abra lo que se abra, «ya le gané a la muerte»; yo vivo porque elegí seguir viviendo, y esto tiene peso solo para quien sabe ponerse en mis zapatos y entender lo que significa haber pensado tantas veces en la muerte. Disculpa lo largo del mensaje, pero bueno, tú me conoces bien, has sido testigo de todas mis luchas por salir adelante y eras el único recurso que tenía. Un abrazo.

      Terminé de leer el mensaje, dejé de hacer lo que estaba haciendo y enseguida la llamé. Estrella 2 lloraba sin parar; era tanta su congoja que no lograba articular una sola palabra. Aunque, a decir verdad, su sollozo, cada vez más sereno, era sin duda la palabra más elocuente. Me contó cómo fue el cumpleaños y cómo, de un momento a otro, fue asaltada violentamente por los tristes y dolorosos recuerdos de su infancia; sobrevinieron inesperadamente, sin pedir permiso, aguando la fiesta y despertando una tormenta en su alma, dejando tras su paso desolación y honda amargura. Treinta años hacía ya que Estrella sufrió su primer abuso sexual por parte de un familiar, cuando tenía precisamente cinco añitos; el cumple de su adorada sobrina la hizo revivir en segundos aquella tarde fatídica en que fuera hecha pedazos su inocencia. A lo largo de este libro, Estrella estará muy presente, y la escucharemos en diversas ocasiones. Ella fue la protagonista de la tesis que realicé para acceder al grado de Magister por la Facultad de Psicología de la Universidad Jesuita San Alberto Hurtado, en Santiago de Chile, el año 2009. La tesis se titulaba Influencia del acompañamiento psico-espiritual y de la experiencia de Dios en la sanación de las consecuencias del abuso sexual infantil (ASI) 3. Muchas de las intervenciones de Estrella son parte de sesiones de acompañamiento que con su consentimiento fueron grabadas. Una vez finalizada la tesis, las grabaciones fueron destruidas.

      Ciertamente, Estrella tenía su herida curada, pero la cicatriz estaba ahí, esperando cualquier oportunidad para recordar su presencia, abrirse y sangrar. Había logrado romper el silencio y contar su historia, superando miedos y vergüenzas, reparar su autoestima herida, salir adelante, llevar una vida feliz y normal, e incluso vencer al odio. Sin embargo… treinta años después, la cicatriz sigue supurando. Recordé esa profecía que una vez leí, y de la que tantas veces he sido testigo, de cómo, lamentablemente, se cumple a pie juntillas: «El abuso sexual infantil es un bombazo en la psique y el espíritu del niño capaz de hipotecar todo su futuro». Y así es. La experiencia de todas las personas a las que he acompañado me dice que es una herida tal que, por lo general, casi nunca se cierra del todo. Cuando parece que el abuso es ya un tema totalmente del pasado y superado, algo sucede que echa por tierra todas las ilusiones, y de la forma más insospechada sobreviene el dolor y la tormenta.

      Recibo el mensaje de mi amiga Estrella, a quien acompañé espiritualmente durante más de doce años, justo en un contexto muy particular. Estoy de paso por Chile, y el tema que predomina en todas las conversaciones y encuentros tiene que ver precisamente con los abusos y el manejo por parte de la jerarquía chilena sobre dichos abusos. Unos días antes, el Santo Padre ha recibido en Santa Marta a tres víctimas del P. Fernando Karadima. Son las víctimas más mediáticas 4. El gesto de Francisco buscaba reparar, en parte, tantos años de no ser creídos, de ser acusados y tenidos por calumniadores. El mismo papa, el 18 de enero de 2018, antes de su última misa en Iquique, desde donde partiría a Perú, los revictimizó públicamente, defendiendo vehementemente al cuestionado Mons. Barros: «El día que me traigan una prueba, ahí voy a hablar». Y para rematar la faena, añadió: «Son todo calumnias, ¿está claro?».

      Personalmente, al igual que muchos, no pude menos que sentirme perplejo, dolido y contrariado ante lo que consideraba una metedura de pata descomunal. La visita a Chile terminaba de la peor manera, dejando un triste y amargo sabor, y sintiendo que había sido una preciosa oportunidad desperdiciada. El mismo cardenal de Boston, Sean Patrick O’Malley, presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, afirmó no poder «explicar por qué el Santo Padre eligió las palabras particulares utilizadas en ese momento», e hizo público un comunicado manifestando su desconcierto y desaprobación, asegurando que las palabras del papa fueron «fuente de gran dolor para los supervivientes de abuso sexual, porque transmiten el mensaje de que, “si no puedes probar tus reclamaciones, entonces no se te creerá”; así se abandona a quienes han sufrido violaciones reprensibles de su dignidad humana y se los relega al exilio desacreditado» 5.

      Menos mal que el papa Francisco supo reconocer su error y pedir perdón con gestos y hechos más que con palabras compungidas. En su misiva a los obispos de Chile, después de recibir el informe con las conclusiones de la investigación realizada por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, Francisco reconoce «haber

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