Una escuela en salida. Javier Alonso Arroyo

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Una escuela en salida - Javier Alonso Arroyo

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itinerarios concretos de trabajo, esto es, en proyectos transformadores de la realidad con estas características:

      1) Responder a las necesidades reales de las personas y de los colectivos excluidos.

      2) Ofrecer objetivos factibles para su consecución, aunque remitan a un horizonte más amplio y utópico.

      3) Ser concretos y, por ello, evaluables.

      4) Realizarse en equipo, porque la solidaridad no atiende a mesianismos individualistas.

      La Declaración de los derechos humanos plantea que la vida, la salud, la vivienda o la educación de las personas estén garantizados en una sociedad democrática. Para ello hay organizaciones públicas y otras de carácter privado que velan por estos derechos; especialmente de los colectivos más vulnerables. Ambas deben ir de la mano para construir un mundo más justo y solidario.

      Antes de que el Estado garantizara el derecho de sus ciudadanos a la salud, la Iglesia ya había extendido una amplia red de hospitales y centros de acogida para los pobres. Actualmente sigue siendo pionera en la acción social a través de diversas instituciones; tanto en la atención primaria como en los proyectos de desarrollo y en la concienciación social.

      La lucha contra la pobreza debe abordarse desde tres frentes: la asistencia primaria, la promoción de los pobres y el cambio de estructuras. Sin duda, un sistema educativo bien planteado puede contribuir a la promoción de los pobres y al cambio de la mentalidad y estructuras sociales injustas que generan desigualdad e injusticia social.

      En estos últimos años ha aparecido un estudio sobre la Educación para el cuidado 37, cuya finalidad es el desarrollo integral de los alumnos para que alcancen una personalidad moral solidaria que dé respuestas al problema de la exclusión. Esta reflexión hunde sus raíces en la vulnerabilidad de las personas que necesitan cuidado de los demás y en las que ofrecen su tiempo para cuidarlas.

      Educar a los alumnos para «el cuidado de los pobres» implica educar en el sentido de responsabilidad social que implica esta tarea. El proyecto educativo de la escuela no solo debe poner en relación a los alumnos con la realidad de la exclusión, sino enseñarles cuál es el proceso de la acción social organizada y colaborar en proyectos más integrales de solidaridad. Ello implicaría:

      1) Reflexionar sobre las situaciones de injusticia social que existen.

      2) Conocer los derechos humanos contenidos en la Carta de las Naciones Unidas.

      3) Conocer por experiencia (empatía) los efectos de la pobreza y la injusticia en los ambientes más cercanos a la escuela.

      4) Comprometerse en acciones para aliviar el sufrimiento de los pobres y combatir las causas de la injusticia.

      5) Adquirir habilidades sociales para el cuidado de las personas vulnerables.

      6) Conocer el funcionamiento de las organizaciones de solidaridad, ya sean de tipo público o privado (ONG).

      7) Implicarse en acciones solidarias que llevan a cabo las ONG.

      8) Colaborar en campañas educativas de concienciación ciudadana.

      9) Participar en movilizaciones sociales por una causa justa.

      Una primera experiencia de voluntariado fuera del centro educativo ayudaría mucho a los alumnos a conocer más en profundidad la realidad social y a conocer el dinamismo de la acción social de las organizaciones. Participar en proyectos de aprendizaje-servicio también sería una buena opción pedagógica, porque permitiría a los alumnos conocer la realidad desde una participación activa.

      Para dialogar en grupo

      1. Identifica las propuestas de intervención social de los poderes públicos (local, regional, estatal) para cuidar, restaurar e integrar a las personas más vulnerables. ¿Qué grado de efectividad tienen? Identifica también las propuestas de carácter privado y que se realizan a través de ONG.

      2. ¿Has participado en alguna ONG como voluntario?, ¿cuál es el proceso que siguen con las personas con las que trabajan?

      3. ¿Sabes cómo está organizada la acción social de la Iglesia?

      4. Elige una ONG y describe cómo está organizada y cómo trabaja.

      5. Desde lo leído en este capítulo, ¿cómo valoras la acción social que realizan los gobernantes?

      EL INICIO DE LA ESCUELA POPULAR

      (Roma, abril de 1597)

      El padre José visitaba frecuentemente a los enfermos que le había asignado la cofradía de los Doce Apóstoles, a la que pertenecía, y una vez al mes acudía al orfanato a llevar unos dulces a los niños y comprobar cómo estaban.

      Uno de los días de visita en el Trastévere se encontró a Gianluca, a su hermano Pierino y a otros niños del barrio, escondiéndose de una lluvia de piedras que venían de la otra parte de la calle. ¿No deberían estar en el hospicio? Los había visitado hacía dos semanas y todo parecía normal.

      Logró franquear la nube de proyectiles que venían del otro lado de la calle y rescató a los niños para llevarlos a un lugar seguro.

      –¿No debíais estar en el orfanato ahora?, ¿qué ha sucedido?

      –Es que hay unos niños que nos molestan mucho y se burlan de nosotros. Quieren que trabajemos para ellos robando en las calles. Nos hemos escapado, padre... ya no aguantábamos más.

      –Claro, y la solución que habéis elegido es la calle, ¿no es así? Ahora mismo os llevaré a vuestro hogar y hablaré con el director para que ponga más cuidado con todos.

      Cuando dejó a los niños en el hospicio, se volvió pensativo a palacio. ¿De qué servía dar comida y techo a los niños si no se les enseñaban también buenas costumbres y conocimientos para que pudieran ganarse la vida de mayores? Estaban demasiado ociosos y era preciso ocuparlos todo el tiempo en cosas útiles. Había que llevarlos a la escuela.

      Muy cerca, en la parroquia de Santa Dorotea, el P. Antonio Brendani había abierto una escuelita con ayuda de algunos cofrades de la Doctrina Cristiana. Se daba clase todos los días y los niños del barrio aprendían el catecismo, a leer, a escribir y algo de aritmética. Acudía un buen número de niños, pero debían pagar a los maestros por el servicio. Solo unos poquitos estaban becados porque hacían su servicio como monaguillos.

      El padre Brendani era muy celoso del cuidado de los niños. No se fiaba de los maestros del barrio, pagados por el municipio, porque los consideraba vagabundos e inestables y no enseñaban nada a los niños. Así que se decidió a abrir una escuela, aunque fuera de pago.

      El padre José pensó que llevar a Gianluca y a Pierino a la escuela de la parroquia de Santa Dorotea podría ser un buen complemento del orfanato. En unos años tendrían que salir del hospicio, ganarse la vida y hacerse independientes. Habría que ayudarles, de lo contrario podrían engrosar la larga lista de ladrones que había en Roma.

      Así que, una vez acomodados todos los niños, acompañó a Gianluca y a Pierino a la escuela del P. Brendani para que fueran instruidos en la doctrina cristiana y las letras y así sacarlos de los vicios de la calle. El mayor se resistió a entrar en la escuela, porque quería ponerse a trabajar

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