Población y envejecimiento. Verónica Montes de Oca Zavala
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El cuidado frente a los desafíos de la salud
Uno de los temas que las Naciones Unidas ha posicionado en sus reuniones intergubernamentales es el cuidado. Ello como resultado de la ausencia de protección social y el cambio en los procesos de salud-enfermedad-incapacidad y sus interrelaciones con las necesidades de cuidados. Las investigaciones sobre economía del envejecimiento tanto en México, como en el resto de los países de América Latina y el Caribe, identifican tres fuentes básicas de cuidados en la vejez: la familia, el Estado y el mercado, con una concentración de las responsabilidades en las primeras (Huenchuan, 2009). Sin embargo, como Huenchuan y Roque (2009:08, tomado de Entorno Social, 2005) señalan “la familia no puede continuar actuando como una ong cuya labor se caracteriza por la falta de apoyo económico, social y asistencia. Existe una imperiosa necesidad de reorganizar los recursos económicos y asistenciales potenciando los cuidados domiciliarios tanto sociales como sanitarios e incluso aportando económicamente a aquellas personas que asumen directamente como cuidadores de sus familiares”. Los tres documentos que se presentan en esta sección abordan esta temática.
En el capítulo “La crisis del cuidado: terror por un futuro demográfico incierto”, Leticia Robles-Silva, pionera mexicana en el estudio sobre el cuidado, presenta una revisión crítica sobre la crisis de los cuidados, donde combina elementos de una visión pesimista en contraste con una de tipo optimista. La autora enfatiza en la necesidad de plantear un análisis por generaciones y establece una tipología que incluye siete cohortes de estudio: gran generación; generación silenciosa o del silencio; generación de baby boomers; generación X; generación Y; y generación Z o generación Net o iGen. Además, presenta un ejercicio hipotético encaminado a advertir sobre las necesidades de cuidado en cada una de estas generaciones en el periodo 2010-2050. Robles-Silva desarrolla tres ejes analíticos de cómo el análisis de generaciones puede contribuir a identificar las necesidades de cuidados en el futuro, éstos son: la condición de dependencia, los futuros cuidadores y las expectativas sobre el cuidado. Se trata de elementos relevantes que permiten anticipar una agenda de investigación y de políticas públicas sobre cuidados.
El análisis de los cuidados en la vejez se complementa con el capítulo “Un acercamiento al cuidado visto a través del uso del tiempo de las personas mayores” de María Viridiana Sosa Márquez y Alfonso Mejía Modesto. El objetivo es analizar las actividades que realiza la población con 60 años y más, así como visibilizar las diferencias en el uso del tiempo entre la población en edades avanzadas y quienes se encuentran en las edades 12-59. Para realizar este análisis los autores utilizan la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (enut) del 2009, estiman tasas de participación y tiempos promedio semanales dedicados a distintas actividades de trabajo remunerado, trabajo no remunerado y cuidados personales. Particular atención ocupan las actividades de cuidado a menores de seis años, menores de 15 años, adultos mayores e integrantes del hogar. Los hallazgos de Viridiana Sosa y Alfonso Mejía confirman la presencia de patrones diferenciados en el uso del tiempo entre la población en edades avanzadas y el resto de las personas. Además, encuentran que en las edades avanzadas las brechas entre sexos se reducen, pero las mujeres se mantienen como las principales responsables de las actividades de cuidado. También, como parte del uso del tiempo en la vejez los autores destacan el espacio de solidaridad bidireccional. Así, si bien es cierto que la población en edades avanzadas es receptora de cuidados, también proporciona apoyos a los integrantes de la familia; por ejemplo, a través del cuidado a menores de seis años y a otros integrantes del hogar. Estos hallazgos permiten un mejor entendimiento sobre los procesos de apoyo intergeneracional en el último tramo de la vida y visibilizan la contribución de las personas en edades avanzadas a la sostenibilidad de la vida humana.
En el trabajo titulado “Obesity and Mortality Risk over the Life Course: Evidence from Costa Rica”, Beatriz Novak analiza los riesgos de mortalidad asociados con el peso corporal a lo largo del curso de vida de la población adulta mayor en Costa Rica. La base de datos que utiliza es el estudio creles (Costa Rica: Estudio de Longevidad y Envejecimiento Saludable) 2005, 2007 y 2009. Como parte de la metodología define siete variables categóricas para comparar las diferentes trayectorias de peso corporal. Respecto a los resultados Novak encuentra que la presencia de obesidad en las edades adultas jóvenes y en las edades avanzadas aumenta el riesgo de mortalidad en comparación con haber tenido un peso normal todo el tiempo. Además, la presencia de obesidad en las edades adultas tempranas y mantener esta condición hasta las edades avanzadas son predictores independientes de la mortalidad. La autora concluye con un elemento que es relevante y es que la pérdida de peso puede tener efectos negativos en las personas mayores, porque promueve la pérdida de masa ósea y la sarcopenia. Sin embargo, los recientes hallazgos muestran que la pérdida de peso saludable se puede lograr y por lo tanto mejorar las complicaciones médicas relacionadas con la obesidad, el funcionamiento físico y la calidad de vida en general.
Características socioeconómicas de los hogares con personas mayores
Las aristas sobre el proceso de envejecimiento demográfico previamente analizadas se encuentran estrechamente relacionadas con los aspectos socioeconómicos de las personas, los hogares y la sociedad. Al envejecer los patrones de gasto en consumo se modifican, mientras que el gasto de salud suele incrementarse, algunos otros rubros como el gasto en vestido disminuyen e incluso el consumo en algunos bienes y servicios desaparece. Al mismo tiempo los patrones de ingresos también se modifican. La dinámica propia del proceso de envejecimiento y del mercado de trabajo lleva a la necesidad de retirarse de la actividad económica. La experiencia mexicana y latinoamericana muestra que frente a la escasa cobertura de la seguridad social las principales fuentes de recursos en la vejez provienen de las ayudas familiares (Guzmán, Huenchuan y Montes de Oca, 2003). Se trata de elementos que requieren revisarse con mayor detalle ya que la forma de financiar el consumo de las personas en edades avanzadas es una decisión importante para las sociedades. Estos aspectos se analizan detalladamente a lo largo de los tres capítulos que integran esta sección.
El capítulo “Personas mayores en México: perfiles de consumo y otros efectos económicos en sus hogares” de Owen Eli Ceballos Mina tiene como objetivo central estimar perfiles de ingreso, consumo, ahorro y crédito de los hogares con población en edades de 65 años y más. Para ello Ceballos utiliza la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (enigh) 2000-2012 e identifica los perfiles de consumo de los hogares a lo largo del ciclo de vida. El autor estima modelos semiparamétricos sobre los patrones de consumo de bienes durables, no durables, salud y financiamiento. Enseguida, estima el efecto promedio de la presencia de personas mayores sobre cada variable económica mediante la técnica Propensity Score Matching (psm), que realiza un pareo de los hogares con población en edades avanzadas y de aquellas unidades sin personas mayores. Entre los resultados destaca que la presencia de población en edades avanzadas tiene efectos negativos sobre las variables económicas. En particular encuentra que los hogares con población en edades 65 y más tienen un ingreso diez por ciento menor que las familias sin personas en estas edades. Los efectos más significativos se presentan en la reducción del gasto en consumo de bienes durables y el incremento del gasto en salud.
Uno de los objetivos fundamentales del Plan de Acción Internacional de Madrid es la “lucha contra la pobreza de las personas de edad con miras a erradicarla” (Naciones Unidas, 2003:24). Sin embargo, en México y América Latina aún se mantienen niveles elevados de pobreza en la vejez (Huenchuan y Guzmán, 2006). Por lo tanto, es importante analizar la presencia de los mecanismos que fortalecen la capacidad económica de las personas en edades avanzadas. Particular atención requiere la población con recursos económicos insuficientes, ya que es una condición que representa un obstáculo para garantizar un envejecimiento