Zoncoipacha. Mariela Tulián

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Zoncoipacha - Mariela Tulián

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X. Diálogo entre los pueblos originarios y el Vaticano

       Mensaje de los pueblos al papa Francisco

       Sobre la autora

       Notas

Toda pagina

      Arabela protegiendo a su guerrero

      En la imagen de tapa Arabela protegiendo a su guerrero, están representados la mujer-águila blanca o dorada: Arabela y el hombre puma, el Uturunko.

      Arabela era una joven admirada por su gente, sobre todas las cosas, por el radiante amor que profesaba a un valiente guerrero del clan. La pareja era el espejo de amor en el que todos querían reflejarse. Pero aquel guerrero era también uno de los mejores estrategas del escuadrón de defensa de aquella familia, en la época de la colonización de nuestro territorio.

      Indefectiblemente el joven murió en una contienda. Arabela buscó descargar su desconsuelo reemplazando a su amado en el campo de batalla. Por más que intentó, la comunidad no supo hacer entender a la joven, que la esencia de nuestro pueblo es el amor. Porque según nuestra cosmovisión, los dos sentimientos opuestos que pueden dominar a un ser, son el amor o el miedo, la maldad como sentimiento no existe, podemos actuar haciendo daño, como acto de autodefensa, cegados por el miedo podemos equivocarnos, pero de esa manera erramos el camino del guerrero.

      Su amado batallaba por amor a los suyos, en cambio ella estaba siendo dominada por el miedo que la ausencia de su amor le provocaba.

      Su actitud conmovió a la comunidad, de pronto parecía incluso haber cambiado corporalmente, el rencor y el miedo reflejados en su mirada alejaban a sus seres queridos. Y los espíritus también dieron cuenta de este cambio. Al morir igualmente en batalla, los espíritus la transformaron en un águila blanca o dorada, ave característica de esta zona, para que su historia perdure.

      Cuando sea el tiempo y Arabela comprenda y asuma su esencia de amor, va a volver a nacer como niña; y dicen los abuelos que va a traer consigo el retorno a la paz. Y ese retorno a la paz va a tener la forma del retorno al territorio para nuestro pueblo. Es por eso que esperamos con ansia, el tiempo de Arabela.

      El Uturunko u Hombre puma es el protector del territorio y por sobre todas las cosas protege a las mujeres de la Comunidad. Tiene la capacidad de mirar y conocer nuestro corazón, por lo cual jamás va a hacer daño a un hermano.

      Se transforma en Uturunko quien decide entregar su vida por completo a Yastay, el espíritu del guerrero ancestral, y asume la responsabilidad de hacer justicia por mano propia. Los Uturunkos fueron ancestralmente las autoridades de las comunidades, con la llegada del español a nuestros territorios, quien decidiera asumir ser Uturunko, se alejaba de la vida cotidiana de su familia y se internaba en cuevas de las sierras para que sus seres queridos no recibieran las represalias por sus acciones, públicamente se decía que «habían enloquecido», nosotros sabíamos que era una decisión consciente y era responsabilidad de las familias llevar alimentos a estas personas, ayudarlos en todo lo que fuera posible.

      Primer prólogo

      A veces la vida nos honra con privilegios respecto de los cuales, simplemente, no estamos a la altura de las circunstancias, siendo que, en mi caso, la posibilidad de prologar esta obra resulta ser uno de ellos, y sólo obedece a la generosidad de su autora, Mariela Tulián.

      Zoncoipacha. Desde el corazón del territorio. El legado de Francisco Tulián constituye mucho más que el fascinante relato de la historia del juicio promovido en el año 1803 en representación de su pueblo por el cacique Francisco Tulián –posiblemente el primer abogado indígena argentino— contra la corona española, a través del cual obtuvo para su comunidad el expreso reconocimiento y la restitución de la posesión y de la propiedad de una parte de su territorio ancestral, de las cuales habían sido privados en el marco del genocidio y saqueo del mal llamado continente americano, perpetrado durante siglos por diversas potencias europeas.

      En este aspecto, cabe destacar que, conforme lo señala la autora en la obra que me honra prologar, luego de la independencia de nuestro país del yugo español y de la conformación y consolidación de la nación argentina, dicha ilegítima dominación y expoliación persistió en términos similares, resultando cabal prueba de ello el hecho que en el año 1881 el gobierno de la provincia de Córdoba, en el marco de la eufemísticamente llamada «Campaña del Desierto», mediante ley provincial N° 854 disolvió las comunidades indígenas de la provincia y dispuso la apropiación de sus territorios, siendo que en la realidad de los hechos, dicho arbitrario despojo aún subsiste hasta nuestros días, extremo que, en alguna medida, motiva la realización y la publicación de este trabajo.

      Ahora bien, en principio, el libro presenta los resultados de una impecable investigación historiográfica, desarrollada con inobjetable rigor científico, a pesar de los enormes obstáculos burocráticos opuestos por el poder de turno, los cuales sólo pueden hallar una explicación en el temor a las serias consecuencias políticas y patrimoniales que su concreción y difusión le podría ocasionar en un futuro no muy lejano.

      Sin embargo, el trabajo elaborado por Mariela Tulián va mucho más allá de dicha investigación, pues además de los pormenores del peculiar proceso legal en cuestión, logra acabadamente el principal y más relevante objetivo de esta obra: compilar las enseñanzas, las experiencias y los saberes transmitidos de generación en generación mediante la memoria oral de su comunidad, cotejarlos con la historiografía oficial, que invariablemente cuenta los hechos desde la perspectiva de los vencedores y, de esa manera, reconstruir de manera fidedigna la historia de su nación, o al menos la historia más reciente de la misma, si consideramos que la existencia del mal llamado pueblo Comechingón data de entre 13.000 y 16.000 años.

      En ese sentido, y tal como lo explica la autora, lejos de ser un fin en sí mismo, la reconstrucción de la historia reciente de su comunidad constituye el primer paso para la ulterior recuperación de su cultura, religión y cosmovisión ancestrales, las cuales fueron combatidas a sangre y fuego durante la conquista, reducidas a su mínima expresión durante la forzosa imposición de un culto basado en el temor a un dios único y todopoderoso, y ninguneadas y/o bastardeadas por la sociedad capitalista contemporánea, a la cual, como consecuencia de su inefable materialismo, hedonismo y trivialidad, y a pesar de la terminal crisis ética, social, económica, política y ambiental por la que atraviesa, le resultan difícilmente comprensibles conceptos tan esenciales como «propiedad comunitaria» o «territorio», entendido éste último, conforme enseña la autora, como un ser vivo, con partes diferenciadas y ensambladas entre sí, del cual todos los hombres y las mujeres formamos parte y que, en definitiva, resulta ser la fuente de toda vida.

      Finalmente, la obra desarrolla con notable solvencia técnica un completo decálogo de la normativa nacional e internacional vigente en nuestro país, de jerarquía legal, supra legal y constitucional, que reconoce a los pueblos indígenas argentinos su preexistencia étnica y cultural respecto del estado moderno, les garantiza el pleno ejercicio de los derechos humanos universalmente establecidos y, muy especialmente, les reconoce la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que ancestralmente ocupan e, incluso, de otras que la comunidad requiera para su pleno desarrollo humano, transformándose así en una herramienta basal para el efectivo reconocimiento por parte del estado argentino

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