Conflicto armado en Siria. Janiel Melamed Visbal
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Tabla 14. Lugar de mayor ocurrencia de muertes de combatientes de Hezbolá en Siria
Tabla 15. Facciones del Ejercito Nacional Sirio
La obra a cargo de Janiel David Melamed Visbal, titulada Conflicto armado en Siria: Campo de batalla geopolítico por el Medio Oriente constituye un esfuerzo intelectual que gira alrededor del análisis del caso sirio, a partir de un riguroso marco teórico-metodológico que recoge las mejores tradiciones de las Relaciones Internacionales como disciplina autónoma del conocimiento. Por su contenido original, la profundidad de su análisis y las conclusiones desarrolladas, estoy seguro que esta obra suscitara un gran interés y utilidad entre la comunidad académica vinculada a los estudios de seguridad internacional y para aquellas personas que quieran profundizar en el tema.
El lector tiene en sus manos un texto único –e inédito– por su contenido y alcances, respaldado en más de 330 fuentes consultadas y citadas, la mayoría de origen académico y en inglés. Tal como su título lo pone de relieve, el análisis gira alrededor de un conflicto armado de carácter no internacional (CANI). De conformidad con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), este conflicto se ha caracterizado por infracciones graves del derecho internacional humanitario (DIH), tales como sitios y bloqueos a poblados, ataques desproporcionados en zonas urbanas densamente habitadas, ataques indiscriminados contra civiles, ejecuciones sumarias, asesinatos masivos, violaciones, torturas, mutilaciones, toma de rehenes, uso de escudos humanos y afectación de servicios esenciales, incluyendo ambulancias, abastecimiento de agua y mercados.
Se trata de una crisis humanitaria sin parangón en las últimas décadas que, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde el estallido de las hostilidades a mediados de 2011, acumula cientos de miles de víctimas (la mayoría civiles), lo que ha obligado a más de la mitad de la población siria a abandonar sus hogares; estimándose en más de 5 millones el número de personas que se han refugiado en terceros países, y en aproximadamente 6 millones los desplazados internos.
Las discusiones y análisis alrededor de esta metástasis de violencia son un ejercicio inacabado y sometido a múltiples interpretaciones, en virtud de que la guerra continua. Sin embargo, para entender esta verdadera catástrofe, debe considerarse seriamente que el conflicto armado en Siria tiene a su vez una dimensión multicausal y una multiactoral. En la primera, la obra destaca la forma como el actual régimen político de Siria constituye una autocracia hereditaria que encuentra sus raíces en el golpe de Estado del entonces general de la fuerza aérea siria Hafez al-Assad en noviembre de 1970 y su consecuente consolidación como líder del partido socialista árabe Baaz. A partir de entonces, el control de la disidencia política por la fuerza, mediante la agencia de inteligencia Mukhabarat como principal instrumento represivo, y la consolidación de una cerrada conducción política basada en la propia familia Assad y de funcionarios políticos y militares de su confianza, pavimentaron cinco décadas de régimen autoritario.
Sin embargo, entre marzo y junio de 2011, el hartazgo social por promesas de reformas incumplidas por el gobierno encabezado por Bashar al-Assad y los efectos de la llamada Primavera Árabe, desencadenaron diversas protestas sociales, que cobraron cientos de víctimas de la mano de una reacción (léase, represión) gubernamental desproporcionada manu militari. El inicio de esta escalada de violencia contra manifestantes y grupos contestatarios no deja de poner de relieve la naturaleza de una por demás compleja situación regional, signada por la efusión sistemática de sangre cuya principal víctima es la población civil.
Así mismo, la obra hace hincapié en el peso de la historia y el factor geopolítico para una mejor comprensión de las causas asociadas al conflicto. Al hacerlo, por una parte, resalta cómo las divisiones político-administrativas de la región responden más a dictámenes de potencias coloniales que a realidades en el terreno. Por otra parte, desarrolla una caracterización geopolítica de Siria y la importancia de su posición relativa (determinismo geográfico) como cruce estratégico y tránsito de recursos energéticos mediante oleoductos y gasoductos; fortaleza y a la vez debilidad del Estado. No hay que pasar por alto que el país carece de profundidad estratégica, lo que se erige en una vulnerabilidad insoslayable, por ejemplo, desde el mirador del monte Hermon en los Altos del Golán, pues en un día despejado se alcanza a vislumbrar Damasco, su capital, a aproximadamente 40 kilómetros de distancia.
Adicionalmente, la dimensión multicausal de la guerra requiere considerar el complejo entramado de antagonismo religioso presente en las hostilidades. Por ejemplo, en el conflicto armado en Siria, se entrecruza una amalgama de grupos combatientes de oposición con claro raigambre de extremismo religioso, en gran medida fundamentalista y radical, a saber: Frente al-Nusra (afiliado a al-Qaeda y partidario de la creación de un Estado pan-islámico regido por la Sharia), Estado Islámico de Iraq y Siria (integrado fundamentalmente por yihadistas extranjeros, en gran parte combatientes veteranos de otros conflictos armados como el de los Balcanes, Afganistán y Chechenia), y Frente Islámico (alianza integrada por Ahrar-al-Shaam y las Brigadas Suqooral-Shaam, de raíz islamista siria). En el mismo sentido, la guerra en Siria ha agitado el escenario de violencia sectaria subyacente entre actores estatales que promueven su propia hegemonía regional a partir de la división entre chiitas y sunitas al interior del Islam. De ahí que no deba sorprender que la oposición siria se encuentre financiada y armada por Estados mayoritariamente sunitas como Arabia Saudí, Qatar y Turquía, al tiempo que se refuerza con la llegada de combatientes suníes yihadistas de todo el mundo, especialmente de Europa. En contraste, el régimen de Damasco recibe tanto apoyo chiita de Irán, como de Hezbolá, una milicia chiita libanesa.
Respecto a la connotación multiactoral, el autor resalta la injerencia protagónica de diversos Estados, desglosando y analizando sus intereses más relevantes. El resultado de este ejercicio permite entender, por ejemplo, como las relaciones Israel–Siria son por demás complejas y caracterizadas por un historial de hostilidades abiertas o encubiertas a lo largo de 70 años pero en el marco de una relativa racionalidad que se ha visto alterada a partir del creciente grado de influencia y control territorial de Irán y de las milicias de Hezbolá en el territorio sirio. Así mismo, ilustra por qué las relaciones históricas entre Turquía–Siria, se caracterizan recientemente por tener episodios de tensión y antagonismo. A su vez, resalta el papel de la República Islámica de Irán y el apoyo de las milicias de Hezbolá para conservar a Siria como epicentro de su agenda de resistencia contra Israel y los Estados Unidos. Por otra parte, proyecta la agenda tanto de Arabia Saudita como de Catar, en aras de consolidar su nivel de influencia regional mediante el apoyo a grupos rebeldes contra Damasco. Al mismo tiempo, define la participación de la Federación Rusa para contener la influencia de Estados Unidos de América en la región y proyectar su poder nacional y como este último, busca también sus propios objetivos estratégicos regionales, anclados en la consolidación de alianzas tradicionales (por ejemplo, con Israel) y emergentes con las monarquías del Golfo, detentadoras de las mayores reservas colectivas comprobadas de crudo.
Recapitulando, la obra de Janiel David Melamed Visbal se erige en una fuente de consulta obligada para todo aquel que quiera conocer las raíces, contenidos, alcances y notas esenciales del conflicto armado que, desde hace aproximadamente nueve años, desgarra a la sociedad siria en posiciones hasta ahora irreconciliables. La tasa de defunción de población civil supera, con creces, a la de los combatientes propiamente dichos, con la comisión de crímenes de guerra que, por su naturaleza, son de carácter imprescriptible y con efectos devastadores no solamente sobre sus habitantes e inmediaciones territoriales dado a que por sus implicaciones se ha convertido en una verdadera amenaza a la seguridad internacional. A la luz de todas estas circunstancias ¿podría considerarse el conflicto armado en Siria una guerra más en la compleja dinámica de antagonismos y rivalidades del Medio