E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras

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      –Te amé hasta el día en que me dejaste –le dijo Flynn–. Podríamos haber hecho que funcionara, Renee, si nos hubieras dado una oportunidad.

      –No lo creo. Tu trabajo te consumía por completo –intentó sacudirse los malos recuerdos–. Haré que mi abogado prepare otra vez el papeleo. Al igual que antes, tampoco ahora quiero nada de ti.

      –Salvo mi hijo.

      Otro sueño perdido. En una ocasión habían hablado de tener una familia numerosa. Renee quería tener tres o cuatro hijos, porque odiaba haber sido hija única.

      –Como ya te he dicho, buscaré otro donante.

      –No tienes porqué hacerlo.

      A Renee le dio un vuelco el corazón.

      –¿Qué quieres decir?

      –Puedes tener un hijo mío.

      Ella se obligó a respirar a través del nudo que se le había formado en el pecho.

      –En la clínica me dijeron que habían destruido tu muestra. ¿Vas a hacer otra donación?

      –No me refiero a una muestra de esperma congelado ni a la inseminación artificial.

      –¿Qué sugieres entonces, Flynn? –preguntó ella sin poder evitar que le temblara la voz.

      –Te daré un hijo… de la forma habitual.

      La idea de volver a hacer el amor con Flynn la dejó tan anonadada que tuvo que apoyarse en la encimera. Pero al mismo tiempo sintió un atisbo de deseo. Era innegable que se habían compenetrado a las mil maravillas en la cama y que con ningún otro hombre podría sentir nada parecido. Pero de todos modos no podía arriesgarse.

      –No, esa opción es imposible. Nunca he tenido sexo por sexo, y no voy a empezar ahora.

      –No sería sexo por sexo, ya que aún estamos casados Sé lo mucho que te afectó no saber quién era tu padre. De esta manera sabrás quién es el padre de tu hijo, y además dispondrás de mi historial médico.

      La tentación era demasiado fuerte y peligrosa.

      –¿Por qué harías algo así?

      –Tengo treinta y cinco años. Es hora de pensar en los hijos.

      Un nuevo temor asaltó a Renee.

      –No busco a alguien para que forme parte de la vida de mi hijo.

      –¿Cuánto tiempo dedicas a tu negocio de catering? ¿Cincuenta, sesenta horas a la semana? ¿Cuándo tendrás tiempo para ser madre?

      ¿Acaso Flynn la había estado espiando?

      –Sacaré tiempo.

      –¿Igual que hizo Lorraine?

      Renee puso una mueca de dolor.

      –Eso es un golpe bajo… incluso viniendo de ti, Flynn.

      Su madre había trabajado como jefa de cocina en los mejores restaurantes de Los Ángeles para luego volver a casa a beber hasta perder el sentido. Como suele pasar con los alcohólicos, nadie, salvo su familia, se enteraba de su estado. Su madre supo ocultarles su alcoholismo a sus empleados y al resto del mundo.

      –Será más sencillo educar a un hijo en común, sin contar que sería mucho más beneficioso para el niño. Además, sería una buena medida de seguridad, por si acaso nos sucede algo a alguno de los dos.

      Renee se echó hacia atrás, horrorizada.

      –Puede que sigamos casados, pero no vamos a seguir así.

      –Quiero estar a tu lado durante el embarazo y durante el primer año de vida del bebé. Después de eso podemos ir cada uno por nuestro lado, siempre que mantengamos la custodia compartida. Y dejaremos la puerta abierta para que nuestro hijo tenga los hermanos que tú nunca tuviste.

      –¿Más hijos? ¿Te has vuelto loco? –exclamó, aunque tenía que admitir que la idea la tentaba poderosamente.

      –Quiero ser padre, Renee. Quiero formar una familia.

      –¿No tienes ninguna amiguita que pueda…?

      –Yo podría hacerte la misma pregunta. ¿Hay algún hombre en tu vida?

      –No salgo con nadie –estaría loca si volviera a arriesgar mi corazón y mi salud. Sacudió la cabeza y se alejó al otro lado de la cocina–. Gracias por tu generosa oferta, pero me quedaré con mi catálogo de donantes.

      –¿Prefieres confiar en un cuestionario tan poco fiable como un anuncio de contactos?

      Era una pregunta que ella misma se había hecho. Había ligado lo suficiente por Internet para saber que los hombres rara vez decían la verdad.

      –Tendré cuidado a la hora de elegir.

      –Piensa en ello, Renee. Piensa en los planes que hicimos. En la casa que compramos y reformamos juntos con el propósito de formar una familia. El jardín. El perro… Tu hijo podría tener el lote completo.

      A Renee se le encogió el corazón.

      –¿Todavía conservas la casa?

      –Sí.

      Habían pasado los seis primeros meses de su matrimonio reformando la bonita casa victoriana de Pacific Heights. Los segundos seis meses Renee los pasó vagando en solitario por las habitaciones vacías mientras intentaba salvar su matrimonio agonizante. Al final sólo pudo salvarse a sí misma.

      –Es una locura, Flynn.

      –También lo fue irnos a Las Vegas para casarnos. Y aun así funcionó.

      –Por un tiempo. Y por la matrícula de tu coche, veo que sigues trabajando en Maddox Communications. Nada ha cambiado…

      –Ahora es distinto. El trabajo no me consume tanto tiempo como antes. Vente a vivir conmigo y tengamos un hijo, Renee.

      Ella se quedó boquiabierta.

      –¿Que me vaya a vivir contigo, dices? ¿Y qué pasa con mi trabajo? Me ha costado años levantar este negocio. No puedo ausentarme todo un año y esperar que mis clientes me estén esperando cuando vuelva. Y no puedo ir y venir todos los días desde tu casa; son cinco o seis horas en coche, sin contar con el tráfico.

      –He visitado tu página web. Tienes una ayudante «con un talento increíble», o al menos eso aparece en tu blog. Puedes dejar el negocio en sus manos y expandirlo en la zona de San Francisco. Tengo contactos que podrían ayudarte.

      Era indudable que Flynn sabía cómo negociar y persuadir. Renee confiaba en Tamara para hacerse cargo del negocio, y a través de Maddox Communications podría llevar a California Girl’s Catering a las más altas cotas del mercado en San Francisco.

      Pero ¿merecería la pena correr el riesgo?

      –Ten

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