La enseñanza de la contabilidad. Maria Elena Escobar Ávila
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Acompañados con los conceptos pedagógicos que se incluyen en el constructivismo, desde la mirada de la complejidad (Morin, 2004), de las estructuras del aprendizaje (Piaget, 1991, 2013; Williams y Marek, 2000), de los aportes de las teorías de la proximidad (Díaz, 2002; Rodríguez Arocho, 1999), se va construyendo un tejido que permite presentar una propuesta de formación, de enseñabilidad, que acerque a los estudiantes al conocimiento contable desde la óptica histórica.
Ahora bien, por lo que respecta al campo contable en Colombia, los estudios recogidos son todavía escasos. Se evidencia una deficiente formación de memoria histórica en los contadores públicos, debido básicamente a tres causas: la educación ancilar, la apatía por la historia y el anquilosamiento de la investigación contable. Con miras a buscar alternativas de solución a esta problemática, el capítulo primero está dedicado al análisis de la situación, donde se discute la anomia educativa como síntesis de las tres causas mencionadas.
A partir de la discusión sobre el problema, se consideró pertinente presentar los conceptos básicos escogidos para aclarar las ideas sobre la enseñabilidad de la ciencia contable, el concepto de museo, de museo virtual contable y de historia cultural, así: en la primera parte del capítulo dos, bajo el título de enseñabilidad de la ciencia contable1, se involucran los temas de epistemología, de contenido y secuenciación, un breve resumen de la forma como se ha investigado en la disciplina contable y los elementos de mediación pedagógica. De otro lado, en el capítulo dos, y de forma conceptual y contextual, se presentan los elementos que configuran el significado de museo contable, y se estudian los conceptos de museo, incluyendo la diferencia entre museología y museografía, así como entre guion histórico, guion curatorial y guion museográfico; también se presentan los conceptos de museo contable y de museo virtual. Los museos son vistos como las instituciones culturales de mayor respeto y tienen un fuerte componente de legitimación. De otro lado, la museología crítica une la historia con la educación. Finaliza el capítulo dos incluyendo un aparte explicativo sobre la historia cultural, en el entendido de que los museos combinan la historia y la cultura, y este proyecto analiza la cultura popular como elemento fundamental para encontrar la periodización.
En el capítulo tercero, como parte de los elementos metodológicos que guían la propuesta, se da cuenta de los significados de la unidisciplinariedad, el sistema mundo, la complejidad, la transdisciplinariedad y una explicación acerca del modelo pedagógico-constructivista que aborda las teorías de Jean Piaget, Lev Vigotsky y algunas discusiones sobre una más reciente teoría planteada por Steven Pinker. Los métodos estudiados en este capítulo son los escogidos y se constituyen en las guías metodológicas usadas en el desarrollo de la propuesta.
El capítulo cuarto discute específicamente, a manera de alternativa de solución, el proyecto sociocultural de museo contable como mediación pedagógica, para salir de la actual anomia educativa que afecta al campo contable colombiano. Esto en un contexto de animación sociocultural de largo plazo, en la medida que los agentes sociales de los currículos de contaduría pública tomen conciencia de la importancia de fomentar la memoria histórica para fortalecer su identidad cultural. Se incluye en este capítulo una breve historia de la contabilidad en el mundo, apoyada en trabajos previos de esta autora, así como una propuesta de guion histórico para el campo contable en Colombia.
Finalmente, en la conclusión se demuestra que la estrategia de mediación pedagógica más adecuada para la realización de un museo contable consiste en la elaboración de los mencionados guiones, el histórico y el museográfico, en el contexto socio-histórico de una unidad de análisis particular que presentan las emergencias contables dentro del escenario social, político y económico de Colombia.
CAPÍTULO 1. EL PROBLEMA: ANOMIA CULTURAL
Larga es la historia del pensamiento contable. Desde los primeros vestigios […] hasta la introducción a la ciencia en el siglo XIX, han pasado 30.000 años (Lopes de Sá, 1992, p. 13).
En Colombia se evidencia una deficiente formación de memoria histórica. Esto se ha constatado después de revisar una muestra representativa de programas de contaduría pública. Entre las causas detectadas sobresalen: a) la educación ancilar2 o educación para la domesticación con una fuerte tendencia a la instrumentalización de los saberes, b) la apatía por la historia –consecuencia de una política pública que eliminó la enseñanza de la historia de los currículos de educación básica y media3– y c) el anquilosamiento de la investigación para solucionar problemas de la práctica contable, debido a la incapacidad de la academia por producir ciencia propia.
La educación ancilar de los contadores se da por tres razones: 1) la forma como surge la profesión ligada a un enfoque legal normativo; en otras palabras, la profesión se constituyó en una servidumbre del derecho y de la economía; 2) currículos profesionalizantes: los contenidos de los currículos de cerca de 240 programas de contaduría en el país que tienen una base proveniente de la normativa que el Ministerio de Educación exige; 3) concepción instrumental del ejercicio profesional de la contaduría pública: los contadores públicos ven su labor y su desarrollo más enmarcados en oportunidades laborales que en la propia fundamentación disciplinar.
Enfoque legal normativo. Durante el siglo XX empiezan a surgir en Colombia normativas que determinan esencialmente el carácter normativo de la profesión que hasta entonces se desarrollaba de manera empírica. La Ley 58 de 1931 (Congreso de la República, 1931), cuyo propósito fundamental es la creación de la Superintendencia de Sociedades como ente de control, establece la figura del contador juramentado. Más adelante surge la Ley 73 de 1935 (Congreso de Colombia, 1935) llamada Ley de Revisoría Fiscal, que empezó a darle fuerza a la figura del revisor fiscal, y el año siguiente, con el decreto que la reglamentó, se ordenó la inscripción del revisor fiscal ante las cámaras de comercio. El Decreto 1948 de 1939 entrega la potestad a la Superintendencia de Sociedades de regular sobre los temas de los balances (forma como se conocían los estados financieros); además, se incluye la necesidad de que estos fueran acompañados con una nota de opinión por parte del revisor fiscal. Posteriormente, con el Decreto 1357 de 1941 (Ministerio de Economía Nacional, 1941), se dio potestad a los contadores juramentados para realizar funciones de revisoría fiscal; sin embargo, este decreto fue declarado inexequible.
A partir de ese momento sigue un período con poca legislación relativa al tema contable; en Colombia empieza a crecer el ánimo de uniones gremiales contables que empujan al gobierno a la regulación de la profesión. El 23 de noviembre de 1951 nace, bajo el nombre de Asociación Nacional de Contadores Públicos Juramentados, lo que es hoy el Instituto Nacional de Contadores Públicos. En este grupo se encontraban contadores de dos tipos: “los que nos llamábamos a sí mismos ‘titulados’ en oposición a los colegas que no habían tenido la oportunidad de recibir una formación y que llamábamos ‘empíricos’, expresión que llegó a tener una connotación peyorativa” (Nicholls García, 1990, p. 4).
Con el Decreto 2521 de 1950 (Presidencia de la República, 1950), el gobierno