Estudios transnacionales. José Federico Besserer Alatorre

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Estudios transnacionales - José Federico Besserer Alatorre Estudios transnacionales

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otros mundos posibles, alternos a los procesos contemporáneos, donde la construcción de la ciudadanía, la seguridad y la gobernanza pueden ser imaginadas sin tener que recurrir para ello al modelo del nacionalismo.

      El modelo de Khagram y Levitt es un buen punto de partida para pensar cómo integrar un campo de conocimiento como los “estudios transnacionales”. Aun cuando se preocupa por el plano epistémico y ontológico de la propuesta, e incorpora a autores de los estudios culturales y del transnacionalismo disciplinario en los distintos planos que propone, el problema mismo de las contradicciones entre éstos no es abordado y, por ello, me parece que queda en este modelo aún por reflexionar explícitamente sobre esta problemática.

      Hemos dejado al final de esta sección la propuesta de Reiner Bauböck y Thomas Faist (2010), quienes realizan un ejercicio de acercamiento de las dos propuestas comúnmente asociadas al concepto de “comunidad transnacional” y los trabajos sobre “diáspora” respectivamente. El trabajo parte de categorías usadas por marcos analíticos diferentes para avanzar en una propuesta categórica, metodológica y teórica para buscar una convergencia entre los modelos de estudio en un tono similar al trabajo de Khagram y Levitt, bajo el concepto englobante de “estudios transnacionales”.

      NUBARRONES EN LOS ESTUDIOS TRANSNACIONALES. LA IMPORTANCIA DE UNA TEORÍA CRÍTICA

      Me parece importante mencionar el trabajo de Bauböck y Faist, pues en él se propone que más allá del plano académico (donde los conceptos se presentan en propuestas que aparecen en tensión), en el uso cotidiano, ambos conceptos se traslapan. De hecho (y esto es lo que me parece relevante), en los últimos años, cuando la migración aparece como un fenómeno numéricamente creciente, el concepto de “diáspora” ha sido utilizado por los Estados para referirse a las personas que reconoce como nacionales pero que se encuentran en el extranjero. Por otro lado, el concepto de “comunidad transnacional” se ha utilizado crecientemente en el lenguaje relacionado con el desarrollo y frecuentemente en el contexto del papel que las remesas de la población migrante juega como “herramienta para el desarrollo” de las economías domésticas.

      Bauböck y Faist ilustran con claridad el surgimiento de una paradoja, y ésta es que el fortalecimiento de las comunidades transnacionales, así como las capacidades y la agencia de los sujetos transmigrantes, son también el contexto en que se dan nuevas formas de sujeción y desposesión en el plano transnacional. Diásporas y comunidades transnacionales son colectividades que absorben los costos de las crisis económicas y políticas, son sujetos emprendedores que con un tipo de agencia dócil (para usar el concepto de Foucault) cuidan de sí mismos en un mundo transnacionalizado que les mantiene frecuentemente en situaciones de exclusión múltiple, o exclusión transnacional. Cuando éste es el caso, el Estado ya no les produce como sujetos del bienestar, sino como agentes del desarrollo (Besserer, 2014a).

      Estamos en un momento en el que la situación de las comunidades transnacionales y las diásporas ha cambiado, y el discurso dominante empieza a incorporar en su retórica “lo transnacional”.

      En este momento parece especialmente importante trabajar en la construcción de un marco analítico crítico desde los estudios transnacionales, para lo que el diálogo productivo entre el transnacionalismo (como el conjunto de las propuestas disciplinarias) y los enfoques transdisciplinarios es indispensable para construir un aparato capaz de comprender la complejidad del momento actual y ofrecer los instrumentos conceptuales y las prácticas académicas que coadyuven a la transformación de la sociedad.

      NUEVAS INTERSECCIONES EN LOS ESTUDIOS TRANSNACIONALES

      En este momento paradójico de los estudios transnacionales, me parece que es importante potenciar aquellas agendas que nos ayuden a profundizar su potencial crítico.

       Hacia una teoría de la mediación para los estudios transnacionales

      El primer punto de esta agenda es de carácter general y consiste en construir una teoría transnacional de la mediación. Estoy convencido de que en el centro de la construcción del capitalismo contemporáneo y las formas concomitantes de gubernamentalidad está el surgimiento de una nueva lógica cultural (como lo menciona Jameson). El estudio de la base material de este proceso, así como de la dimensión cultural del mismo, requiere comprender la dinámica de mediación (para usar el concepto de Williams) que se da entre ambos (Williams, 1977a). Es decir, me parece que es importante construir una teoría transnacional que implicará necesariamente, como he tratado de demostrar más arriba, la concurrencia del transnacionalismo “objetivista” y los enfoques “de ruptura” como los estudios culturales.

      Para pensar en una teoría como ésta, utilizo el concepto de mediación de dos formas. Primero, siguiendo a Raymond Williams, entiendo a los procesos sociales como una unidad que es al mismo tiempo una situación material y su representación. No podemos separar la “base” (que ya hemos señalado que es de especial interés para el transnacionalismo disciplinario) de la “superestructura” (que frecuentemente se percibe como el área de investigación de los estudios culturales) porque los procesos sociales son materiales y al mismo tiempo son producto de la representación. Por eso una teoría de la mediación debería estudiar cómo las representaciones y la vida material están articuladas y se constituyen mutuamente. En segundo lugar, uso el concepto de “mediación” para sostener que en nuestro esfuerzo por adquirir conocimiento sobre la realidad, ésta no aparece directamente frente a nuestros ojos. El conocimiento de la realidad social siempre está mediado por la cultura, por alguna red social particular y por prácticas específicas. Nuestras representaciones no son una “segunda naturaleza” sino una percepción mediada culturalmente de lo que nosotros llamamos la “realidad”. No me refiero solamente a los conocimientos vernáculos o de la vida cotidiana, mi propuesta es que debemos incluir, en esta construcción culturalmente mediada de nuestro sujeto de conocimiento, las representaciones producidas por las redes, las prácticas y el pensamiento científico. Las formas de conocimiento cotidiano y los conocimientos científicos frecuentemente comparten elementos de la lógica cultural hegemónica de un momento his tórico específico que operan como una doxa subyacente tanto a las percepciones ortodoxas como a las heterodoxas de la realidad (Bourdieu, 1977).

      Algunas aproximaciones desde los estudios culturales sostienen la idea de que el conocimiento basado en la experiencia, es decir, el “conocimiento práctico”, cuando está situado estratégicamente puede generar una perspectiva crítica de las representaciones culturales hegemónicas. Tal es el caso de los intelectuales diaspóricos que pueden tener una mirada bifocal, o una doble conciencia, derivadas de su punto de vista subalterno en la sociedad. Esta teoría del “punto de vista” ha sido criticada por su falta de objetividad y profundidad científica.

      Una teoría de la mediación para los estudios transnacionales debería empezar por introducir un principio de simetría (Hess, 2001). Para remontar al “nacionalismo metodológico”, la perspectiva transnacional aspira a corregir lo que se ha percibido como limitaciones del método científico en las ciencias sociales. Aunque hay un reconocimiento de que los errores se derivan del hecho de que las disciplinas crecieron en el habitus de la nación, se hicieron correcciones sólo en términos del propio método científico. El reco nocimiento de la movilidad y conectividad de las personas, la identificación de los espacios sociales transnacionales y la identificación de unidades analíticas supranacionales y subnacionales debían proporcionar resultados de investigación empíricamente verificables y replicables. Siguiendo las contribuciones de la filosofía feminista de la ciencia, ese transnacionalismo podría ser identificado como “empirismo transnacional duro”, donde los resultados pueden ser verificados en términos de las herramientas del propio método científico. El transnacionalismo criticó la aproximación del “punto de vista” que frecuentemente encontramos en los estudios culturales, porque introduce

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