Repensar la antropología mexicana del siglo XXI. Pablo Castro Domingo

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Repensar la antropología mexicana del siglo XXI - Pablo Castro Domingo Biblioteca de Alteridades

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su consecuente implosión del campo en la ciudad como muestra Adriana Aguayo y del tercer mundo en el primer mundo como suponen los estudios de migración internacional de Ana Paula y Pablo Castro, provocaron lo que Michael Kearney llamó “el fin de la distancia radical entre el Yo antropológico y el Otro etnográfico”. Lo mismo sucede con el reconocimiento de los aportes teóricos de las poblaciones que hasta ese momento se consideraban sujetos de estudio antropológico. Por otro lado, los cambios en la tecnología obligaron a una reflexión sobre categorías básicas como el tiempo y el espacio.

      Entonces, en esta etapa de la antropología mexicana que hemos caracterizado como transnacional, podemos encontrar tres tipos de transformación que son referidos en este libro y que revisaremos en los siguientes párrafos. En primer lugar, encontramos cambios en la demografía y estructura de la disciplina. En segundo lugar, vemos cambios en la forma en que la disciplina conoce la realidad que estudia. Y finalmente, encontramos cambios en la manera en que la realidad es concebida o conceptualizada.

      Las antropologías nacionales del Norte, como se les ha llamado, tenían configuraciones subdisciplinarias propias. El modelo desarrollado en Estados Unidos era el de los cuatro campos que incluían por ejemplo a la arqueología y la lingüística, mientras que las divisiones subdisciplinarias de la antropología social británica se alineaban con la política y la economía entre otras disciplinas. La contribución de Carlos Aguado en este volumen nos permite pensar que la antropología mexicana en su periodo transnacional, experimenta nuevas alianzas con otras disciplinas como la psicología, y lo mismo podemos inferir de los trabajos de Angela Giglia cercanos a la urbanística y la geografía, y de Antonio Zirión y Ana Paula y Pablo Castro vinculados a las artes.

      El trabajo de Luis Reygadas nos alerta de un cambio demográfico en la antropología, pues los egresados de los planes de formación a nivel licenciatura y posgrado han multiplicado el número existente de profesionales en la sociedad, y al mismo tiempo se enfrentan ahora a un mercado de trabajo precarizado. Pero sabemos también que los nuevos antropólogos incluyen a un porcentaje mayor de otros géneros que no son el masculino, provienen de sectores económicos menos favorecidos de la sociedad y representan un número mayor de orígenes étnicos, religiosos e incluso nacionales, diferenciándose así del perfil profesional de las etapas anteriores de la antropología. En cierta forma las autoras y autores que participan en este libro expresan esa nueva sociología con una presencia mayoritaria de mujeres, y una diversidad de orígenes nacionales y lingüísticos.

      Esta nueva sociología de la antropología mexicana es sólo un punto de partida para entender el cambio en el lugar que ocupa el sujeto que hoy construye el conocimiento antropológico. La descolonización del conocimiento antropológico, pero sobre todo de su práctica, ha llevado al surgimiento de otras epistemologías que reconocen el papel como etnógrafos y teóricos de la realidad contemporánea, de quienes antes se veían al margen de la disciplina. No solamente me refiero a la creciente diversidad de quienes han egresado de los programas de formación antropológica, o a quienes han sido formados en programas educativos propios (como lo señala en este libro Roxili Nairobi Meneses), sino por el reconocimiento del poder analítico e interpretativo de la realidad que otorga el conocimiento situado y la diversidad de saberes de minorías sociales varias (como lo indica en su colaboración Laura Valladares).

      Este cambio epistemológico en la antropología mexicana del siglo XXI, tiene su contraparte en la revisión reflexiva sobre el trabajo etnográfico y teórico disciplinario como nos muestra María Ana Portal en su contribución. Hay en ello un recurso a la nación de simetría, pues entonces el reconocimiento del potencial descriptivo y analítico de quienes se encuentran en los márgenes de la disciplina tiene su correlato en la revisión crítica de las implicaciones que tiene para el conocimiento el lugar que ocupa la o el antropólogo en la academia y en la sociedad. No se trata solamente del lugar de privilegio que ocupen en las universidades e institutos, sino también su posición de subalternidad relativa respecto a las élites nacionales (como lo muestra en su contribución a este libro José Antonio Melville); así como su posicionamiento y experiencia en la sociedad como nos mues tra Margarita Zárate en su discusión sobre la violencia en su estado natal y el papel de sus propios afectos en el proceso de comprensión de dicho fenómeno.

      La antropología en general, y la mexicana en particular lleva déca das en revisión. Si en la década de los ochenta del siglo pasado la expresión más usada era la de “crisis de la antropología” (la crisis de la representación, la crisis del marxismo, la crisis de la antropología con sesgos nacionalistas y colonialistas, etc.) hoy se usa el concepto de “giro” para caracterizar las nuevas propuestas. Se habla así del “giro epistémico”, del “giro ontológico” pero también del “giro afectivo” y del “giro de los sentidos” en la antropología contemporánea.

      Estos “giros” nos ayudan a ordenar las nuevas estrategias para conocer la realidad (giro epistémico), pero también para enfrentar el hecho de que la realidad ha cambiado (giro ontológico). Un ejemplo de esto último, es el hecho de que hoy en día el “campo” donde se hace investigación incluye no solamente los espacios públicos y los privados, sino también los espacios cibernéticos, como lo explica Angela Giglia en su discusión donde nos invita a repensar aquello a lo que nos referimos con el concepto de “lugar”. Los conceptos básicos que usamos para pensar la realidad, se refieren a una realidad que ya cambió, y los recursos para conocer esa nueva realidad requieren de abrir nuevos sentidos más allá de la “observación participante”, para incorporar el oído, el tacto, así como la memoria y los sentimientos como lo explica Rocío Ruiz.

      Repensar la antropología mexicana del siglo XXI es una tarea urgente y necesaria para resituarnos como practicantes de la disciplina en la sociedad contemporánea. Este libro es para ello un recurso fundamental.

      Nota

      La antropología mexicana de cara al siglo XXI A manera de introducción

      La ciencia es hija de su tiempo, y nuestro tiempo —el de la globalización y el neoliberalismo— se ha caracterizado por grandes y profundas transformaciones en todos los ámbitos de la vida social, lo que nos obliga a enfrentar nuevas realidades, nuevos retos en la construcción del conocimiento y nuevas formas de afrontar los viejos problemas en la investigación social. En ese marco, cuestionarnos cómo estamos produciendo los saberes antropológicos, qué preguntas estamos elaborando y de qué manera estamos haciendo investigación de cara a esas transformaciones, resultan cuestiones muy relevantes de intentar responder.

      Consideramos que mientras la sociedad se mueve de manera vertiginosa, la ciencia no siempre lleva ese ritmo de cambio y adaptación conceptual y metodológica. En el caso de la antropología, sus transformaciones se han dado de manera silenciosa, casi sutil. La vigencia de los temas clásicos a los que se ha abocado —cultura, identidad, alteridad, diversidad, etnicidad, entre otros— han favorecido este ritmo tal vez más pausado que en otros campos científicos como la física, la medicina, o la astronomía.

      La vorágine social y los ritmos transformatorios de la antropología no parecen haber impactado de manera definitoria en los temas nodales de nuestra disciplina o en su propia existencia. Los temores expresados por B. Malinowski en el “Prólogo” a su emblemático libro Los argonautas del Pacífico Occidental, concebían —de una manera bastante pesimista— la desaparición del “objeto” de estudio de la antropología (y con ello posiblemente de la disciplina misma) a partir del desarrollo del capitalismo:

      La

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