Black Sabbath. César Muela

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Black Sabbath - César Muela

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la mezcla se te va de las manos

       Un nuevo cantante para Black Sabbath

       El turno de Ian Gillan

       Born Again: una bizarrada desde la propia portada

       Solo ante el peligro

       Seventh Star: el disco de Schrödinger de Black Sabbath

       The Eternal Idol: primer intento

       Los años de Tony Martin (parte I)

       The Eternal Idol, segundo intento

       Headless Cross: un intento para regresar a la oscuridad

       Tyr: el de la mitología nórdica

       5. Años noventa: el principio del fin

       El regreso de Ronnie James Dio

       Dehumanizer: en busca de la esencia perdida

       Los años de Tony Martin (parte II)

       Cross Purposes: la gran reivindicación de Tony Martin

       Forbidden: las cosas todavía podían ir peor

       La esperada reunión con Ozzy

       6. Años 2000: la gran traca final

       Siguen los conciertos y Ozzy se hace una estrella de la televisión

       Heaven and Hell, el último gran grupo con Dio

       13: el último y nos vamos

       Con Black Sabbath nunca se sabe

       7. Anécdotas: las típicas cosas para decir que eres un experto en Black Sabbath

       8. Las influencias de Black Sabbath en otros grupos

       9. Discografía

       10. Músicos hablan y reflexionan sobre Black Sabbath

       11. Bibliografía

       12. Videografía

       13. Webgrafía

       1. Introducción

      La historia de Black Sabbath está teñida de la peor de las suertes, un festín de todo tipo de drogas y algún que otro triunfo. Es una especie de montaña rusa en la que han demostrado ser capaces de llegar a lo más alto, pero también de caer en lo más bajo. Y, además, paradójicamente, esto les pasaba de forma cíclica; siempre que alcanzaban un punto álgido, a continuación venía una enorme caída. Y, aunque el golpe fuera duro, volvían a la carga, se reponían y reiniciaban la partida, como si fuera un videojuego. Eso sí, cada vez con menos comodines y vidas extra.

      Quizá ese afán de superación ha estado siempre en el ADN de esos cuatro chicos que vivían calle con calle en un barrio de Birmingham, y que a finales de los años sesenta decidieron empezar a tocar versiones de blues de grupos como Crow o The Aynsley Dunbar Retaliation. A decir verdad, la formación no prometía mucho.

      Por un lado tenías a John, un chico que a los 18 años ya había estado seis semanas en la cárcel por robar en una tienda algo de ropa, y cuya única experiencia cercana a la música era haber trabajado en una fábrica afinando bocinas de coche. En el colegio le llamaban Ozzy y decidió que cantar podía ser una buena idea. Aparte de su nula experiencia o formación musical, había una pega: no se enteró hasta sus 30 años de que tenía dislexia y trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Ambas cosas le habían frustrado mucho porque le costaba leer y concentrarse y no supo por qué hasta que recibió el diagnóstico.

      Al otro lado tenías a Tony, de abuelos heladeros que emigraron de Italia a Reino Unido para ganarse la vida. Era el tipo guay en el instituto porque tocaba la guitarra. Poco después llegó el momento que marcó su vida: un accidente que le amputó parte de los dos dedos centrales de su mano derecha. Coincidencias de la vida, los mismos que utiliza para presionar las cuerdas de la guitarra porque es zurdo. Para más inri, le sucedió justo el último día en la fábrica en la que trabajaba antes de que se fuera a dedicar plenamente a la música. Nadie se imaginaba que este hecho marcaría tanto su futuro y el de la historia de la música moderna.

Illustration

      Black Sabbath, cuatro tipo de Birmingham que acunaron el heavy metal.

      También estaba Terence, al que todos llamaban Geezer. Era el bajista, aunque como no se podía permitir comprar la cuarta cuerda de su instrumento, tocó un tiempo solo con las tres primeras. Eso hasta que tuvo un bajo, claro, porque empezó tocando con una Fender a la que bajaba la afinación para simular ese sonido más grave.

      Por último estaba Bill, que empezó a tocar la batería con 15 años influenciado por bateristas de jazz de los años cuarenta como Gene Kupra, o por figuras de los sesenta como Ringo Starr, John Bonham o Larrie Londin. Más que llenar de golpes cada compás, le gustaba mucho jugar con los silencios y el aire en las canciones.

      Así

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