Black Sabbath. César Muela

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Black Sabbath - César Muela

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publicar 19 discos de estudio (el primero y homónimo en 1970, y el último, 13, en 2013), vender más de 70 millones de CD’s y, después de 31 giras y cientos de conciertos, fueron capaces de despedirse de los escenarios por todo lo alto en su Birmingham natal el 4 de febrero de 2017. No está mal para un grupo de desdichados que hacen «música deprimente», ¿no?

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       2. Cuatro chavales humildes de Birmingham

      La historia de Black Sabbath comienza en Aston, un distrito al noreste de Birmingham, actualmente la segunda ciudad más importante de Reino Unido, después de Londres. Nos encontramos en los años sesenta, apenas dos décadas después de lo que se conoce como Birmingham Blitz, los bombardeos masivos de la Alemania nazi que asolaron la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial, y que dentro del país también afectaron, sobre todo, a Londres y Liverpool.

      El contexto político de esta década estuvo marcado por la Guerra Fría y la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética, con episodios como la Guerra de Vietnam (1955-1975), la construcción del Muro de Berlín y el Telón de Acero (1961), que dividió en dos Europa, o la Crisis de los misiles en Cuba (1962), que, según algunos historiadores, a punto estuvo de desembocar en la Tercera Guerra Mundial.

      También fueron los años de la carrera espacial, esa obsesión por conseguir hazañas que demostraran la potencia y el progreso de cada uno de los bloques. Los soviéticos asestaron el primer golpe en 1961 poniendo en órbita al primer humano, Yuri Gagarin, aunque en 1969 Estados Unidos mandó al primer hombre a la Luna, Neil Armstrong.

      En el ámbito socio-cultural las cosas no estaban mucho más tranquilas. A los asesinatos políticos (John F. Kennedy en 1963, Malcolm X en 1965 y Martin Luther King en 1968), se unieron movimientos sociales por todo el mundo, como la Primavera de Praga (1968); la segunda ola del feminismo, que se centraba en el derecho al trabajo, la sexualidad o el aborto; o las protestas contra la sociedad de clases de Mayo de 1968, que se originaron en Francia y que acabaron teniendo sus réplicas correspondientes por todo el mundo, incluyendo España, Italia, México, Chile o Argentina.

      Una de las respuestas ante toda esta crispación fue el llamado movimiento contracultural Flower Power y la ideología hippie, basada en la no-violencia y en la resistencia pasiva. El amor libre, las drogas y la psicodelia constituyeron parte de sus pilares clave, con acontecimientos como el Verano del Amor (1967) o el Festival de Woodstock (1969), que encumbraron a referentes culturales como Janis Joplin, Jefferson Airplane, The Who, Jimi Hendrix y, por supuesto, a The Beatles, cuya canción «All You Need Is Love» se convirtió en el himno que representaba a esta generación. El cuarteto de Liverpool, como veremos, también tuvo un fuerte impacto en Black Sabbath.

      Con este contexto, y volviendo a poner la mirada en Aston, hay que tener en cuenta que Birmingham se encontraba en plena regeneración posguerra y vivió un florecimiento que afectaba sobre todo a la industria, con un claro desarrollo de la metalurgia (el chiste con el heavy metal se hace solo) y las fábricas de coches y motos. Sin embargo, ese despunte económico no se traducía en optimismo, precisamente, y es que toda la situación geopolítica arrastraba a los más jóvenes a tener muchas dudas sobre el futuro. Corrían tiempos más bien grises. Bill Ward confiesa: «Éramos un caos en términos de dinero, propiedades o prestigio. No teníamos nada». Y añade: «Si crecías en Aston, tenías tres opciones: trabajar en una fábrica, unirte a un grupo de música o ir a la cárcel». Así, no es una sorpresa que los cuatro integrantes originales de Black Sabbath cumplieran con estas tres cosas.

      La mala suerte de Tony

      El jovencito Anthony Frank Iommi (Birmingham, 1948) llevaba toda su adolescencia tocando la guitarra, aunque su ilusión de pequeño era tocar la batería. No pudo cumplirla porque, al parecer, no le cabía en casa, así que siguió los pasos de su padre y sus tíos, que tocaban el acordeón. Pasó un tiempo hasta que su madre le compró su primera guitarra.

      En 1965 tenía 17 años y se sacaba un dinero trabajando en una fábrica de chapa. En el instituto se ganó la fama de tipo duro porque tocaba en grupos y, de hecho, le iba bastante bien con uno en particular: The Birds and The Bees. La cosa iba tan en serio que hasta iba a empezar una gira por Europa con ellos, e incluso había decidido dejar su trabajo en la fábrica para dedicarse plenamente a la música.

      Estaba eufórico. Era viernes y su último día de trabajo en la fábrica. Tony no quería ir porque ya tenía su cabeza puesta en la gira con su grupo, pero su madre le pide por favor que vaya porque estaba convencida de que lo mejor era acabar bien en todos los sitios. Le hizo caso y ese día le tocó sustituir a una compañera que trabajaba en una máquina que tenía una guillotina incorporada para cortar piezas de metal. Él nunca la había usado antes y fue entonces cuando sucedió EL ACCIDENTE, así, en mayúsculas.

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      Anthony Frank Iommi está considerado uno de los guitarristas más importantes de la historia del rock.

      Quedaban pocas horas para que acabara su turno, pero un error de cálculo hizo que la guillotina cercenara las yemas de los dos dedos centrales de su mano derecha. Al ser zurdo, se trata de su mano importante, la que utiliza para tocar las notas y los acordes en las cuerdas de la guitarra.

      Tras estabilizarle y sanearle las heridas en el hospital, los médicos le dieron una de las peores noticias posibles: que se olvidara de volver a tocar la guitarra. De hecho, le aconsejaron que se buscara otra cosa para vivir que no fuera la música. Un día estaba a punto de irse de gira por Europa con un grupo y al otro le dicen que no podrá volver a tocar jamás su instrumento. Fue un mazazo terrible para él, pero, cuando estaba recuperándose, el que había sido su jefe en la fábrica le llevó un disco de un tal Django Reinhardt.

      Django fue un guitarrista franco-romaní tremendamente influyente en el jazz que se hizo famoso en la década de los años treinta y cuarenta. Durante una noche, su caravana se incendió y su lado derecho del cuerpo y su mano izquierda sufrieron graves daños. Él era diestro, así que, al contrario que Tony, era su mano importante. El fuego le dejó secuelas y a partir de ese momento solo podía utilizar el dedo índice y el corazón para tocar, cuando lo normal es utilizar todos menos el pulgar, que sirve para colocar la mano y navegar por el mástil. Sin embargo, Django solo podía utilizar los otros dos dedos, el anular y el meñique, como apoyo en algunos acordes, así que tuvo que inventarse una técnica de digitación nueva para poder seguir tocando.

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      Django Reinhardt, un referente musical en la carrera de Iommi.

      Acabó convirtiéndose en uno de los músicos más famosos de aquella época en Europa, aunque, por si el accidente no fuera suficiente drama en su vida, le tocó vivir la Segunda Guerra Mundial y la correspondiente persecución nazi a los gitanos. Para rizar más el rizo, hubo un tiempo en el que Hitler consideraba el jazz, junto con otros estilos como el swing, «música degenerada» (Entartete Musik), que iba contra los principios de la Alemania nacionalsocialista y su obsesión por la pureza racial (el jazz, al fin y al cabo, era una música con origen afroamericano y con algunos máximos exponentes judíos, una tormenta perfecta que le granjeó al género la prohición durante parte del Tercer Reich). Por suerte, Reinhardt sobrevivió el azote nazi a pesar de ser un «músico gitano de jazz» y pudo continuar con su exitosa carrera hasta su muerte, en 1953.

      Por supuesto, la historia del

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