Donde Se Oculta El Peligro. Desiree Holt

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Donde Se Oculta El Peligro - Desiree Holt страница 3

Donde Se Oculta El Peligro - Desiree Holt

Скачать книгу

editora, Rebecca Baker Fairfax, quien me enseñó a hacer un monedero de seda a partir de una oreja de cerda.

      Sin vosotros este libro no habría visto la luz del dia ni habría dado lugar a la apasionante serie de Calor Corporal. Estoy eternamente agradecida a todos y cada uno de vosotros. Me alegra que emprendamos este viaje juntos.

      Trademark Acknowledgements

      The author acknowledges the trademarked status and trademark owners of the following wordmarks mentioned in this work of fiction:

      Bankers Boxes: Fellowes Brands

      Ford Expedition: Ford Motor Company

      Gulfstream VI: Gulfstream Aerospace

      Google Earth: Google Inc.

      Hummers: General Motors Company

      Jack Daniel’s: Brown-Forman Corporation

      Levi’s: Levi Strauss & Co.

      Stetson: The John B. Stetson Company

      Texas Armoring: Texas Armoring Corp.

      Capítulo Uno

      Infierno y condenación.

      Taylor Scott nunca maldecía, pero después de esta semana—este día—había adquirido una gran cantidad de palabras que no estaban antes en su vocabulario.

      Sentó su cuerpo de metro sesenta y cinco con tacones en uno de los dos taburetes vacíos. Girándose, se miró en el espejo de detrás de la barra. Vio un mechón de pelo castaño y unos ojos color verde esmeralda. El conservador traje azul marino y la blusa de seda sólo presentaban un ligero desgaste tras el enfrentamiento del día. Los pesados aros de oro de sus orejas brillaban incluso en la tenue luz que la coctelería ofrecía.

      Nada mal, pensó, evaluándose críticamente. No es un espectáculo. Pechos demasiado pequeños, caderas muy anchas, muslos un poco más gordos de lo que le gustaría. Pero hacía el mejor uso de sus atributos. Claramente no era alguien a quien dejar tirada en las calles, por así decirlo.

      No le gustaba especialmente sentarse en los bares—ni siquiera visitarlos, a decir verdad—y hubiera querido una de las mesas pequeñas, pero estaban todas ocupadas. Pero necesitaba una bebida, algo que la hiciera olvidarse del hecho de que en el corto periodo de siete dias, ella había aprendido que su vida entera había sido una mentira. La carta de su abuela estaba doblada en el bolsillo de su chaqueta, una fina hoja de papelería llena de palabras que habían destruido todo lo que había creido sobre su vida hasta ahora.

      "¿Qué puedo ofrecerle, señorita?"

      Taylor levantó la cabeza. El camarero colocó una servilleta de cóctel en la barra en frente de ella. La esperó pacientemente, ese rubio fornido con ojos que decían que lo había visto y oido todo y una mirada expectante en su cara. ¿Qúe se bebía cuando querías emborracharte? Su experiencia estaba limitada a una pequeña seleccion de buenos vinos y Bloody Marys de los desayunos tardíos de los domingos. Espera. Los socios de la empresa de inversiones en la que trabajaba siempre bebían Jack Daniel's en las funciones corporativas. Negro, significara lo que significase. Dedujo que era tan buena elección como cualquiera.

      "Jack Daniel’s Negro, por favor." Trató de que sonara autoriario.

      "¿Piedras o limpio?"

      Ella frunció el ceño. ¿Por qué tiene que ser tan complicado pedir una bebida? "Oh, esto, piedras por favor."

      Era muy consciente de su alrededor. Las paredes del bar eran de un rico y pulido roble, como los paneles de la barra. Las mesas eran de tablas de roble, con sillas cubiertas de un cuero suave. La iluminación, discretamente empotrada, daba a los clientes la ilusión de un manto de oscuridad. Música suave salía de los altavoces escondidos, una efectiva pantalla de sonido para las parejas con las cabezas inclinadas hacia el otro de forma íntima.

      "Su bebida, señorita."

      El camarero colocó un vaso lleno de un líquido color ambar y cubitos de hielo en una pequeña servilleta, y puso un vaso de agua al lado.

      "Por si quería un perseguidor." Le dedicó una media sonrisa.

      Agarró el vaso con las dos manos y tomó un buen trago. La primera salpicadura del licor en su lengua era un agudo mordisco con un sabor ahumado, una sensación de ardor para la que no estaba preparada hizo que se le escaparan unas lágrimas y que tosiera.

      "Si fuera tú, yo no lo bebería como si fuera limonada. Toma."

      La voz era tan profunda y rica que hizo que unos dedos de calor recorrieran su espina dorsal y que pequeñas pulsaciones palpitaran en el corazón de su sexo. Una fuerte mano masculina le tendió un pañuelo blanco como la nieve que ella cogió sin pensar. Se secó los ojos y luego cogió su vaso de agua y bebió la mitad. Entonces levantó la mirada para ver quién había venido en su rescate.

      Depredador. Esa es la primera palabra que se le vino a la mente. Una emoción desconocida de tentación prohibida le recorrió el cuerpo al ver al hombre sentado a su derecha. Anchos hombros y manos con dedos largos y delgados. Una cara llena de ángulos con una nariz recta y unos labios sensuales, pero una mirada totalmente ilegible. Ojos más oscuros que el carbón bajo unas pestañas mas gruesas que las suyas. Pelo negro y largo, atado por atras con una tira de cuero.

      Había algo feroz con él. Salvaje. Indomable. Peligroso. Una poderosa energía radiaba de él y golpeaba contra su cuerpo, todo ello apenas domado bajo el manto civilizado de un traje a medida y una camisa de vestir de seda. Una imagen prohibida de él desnudo apareció en su mente, su largo pelo negro, los musculos de su bronceado cuerpo ondeando con la luz del sol. Una pantera, a eso le recordaba. Y por un momeno, ella quiso estar perdida en la jungla.

      Él levantó una ceja. "¿Pantera? ¿Es eso una contraseña?"

      Oh, Dios, ¿he dicho eso en voz alta? "No prestes atención a nada de lo que salga de mi boca esta noche." El calor subió por sus mejillas. "Mi mente no está funcionando correctamente."

      Sus ojos se clavaron en ella y se estremeció. El sentido común le decía que debía alejarse lo máximo pasible de ese desconocido antes de verse en una situación que se estuviera fuera de su control. Sus amantes habían sido lamentablemente escasos y decepcionantes y ninguno había hecho que su sangre se calentara y se humedeciera entre sus piernas como lo había hecho este desconocido. Se preguntó como sería tener sexo caliente y sudoroso con él. Los músculos de lo profundo de su cuerpo se contrajeron.

      Casi rió. Sus abuelos se revolcarían en sus tumbas si supieran que un pensamiento así había invadido su mente. Bien. Se merecen un poco de hervor en la tumba después de lo que me hicieron.

      Taylor sabía que debería acabar su bebida, ir a su habitación y tratar de no pensar en como su vida había sido destruida en pequeños pedacitos. O en el episodio humillante de hoy. Pero el resentimiento había estado hirviendo en su interior durante una semana y lo que había pasado hoy había hecho que se juntara toda la amargura. La implacable disciplina que había permitido que le impusieran durante toda su vida había sido en vano. Por una mentira.

      Cuando el abogado que se ocupaba de la herencia de su abuela le entregó la carta en la que se detallaba la monstruosa farsa que había

Скачать книгу