Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano. Gonzalo Restrepo Sánchez

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Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano - Gonzalo Restrepo Sánchez

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Martínez Cabana que en ese entonces dos empresarios se disputaban el control del mercado cinematográfico en las plazas de Barranquilla, Cartagena y otras ciudades de la costa Atlántica. Las de Di Doménico hermanos y Belisario Díaz. Una de ellas tomó bajo control el salón de Cine y lo bautizó con el nombre de Salón Rialto (Correa Díaz-Granados, 1996, p. 289).

      Según testimonio de Manuel Huguet en Santa Marta para Alfonso Restrepo Aarón en el año 2003, otras salas de cine en este rincón del Caribe colombiano fueron: El Variedades (calle 7ª. con cra. 11, ya desaparecido y que se utilizó como sala de ring de boxeo); El Dorado (cra. 8ª. entre calles 9ª. y 10ª.), no queda nada, solo una pared y casas residenciales; El Córdoba (en el sector de La Estación), hoy es una bodega de cervezas; la sala El Trianón —hoy con funciones de Cinemateca— y El Magdalena —luego Teatro Municipal o Teatro Moderno, según el doctor Wenceslao Mestre Castañeda—, en la cra. 9ª con calle 17. En el año de 1934, los cienagueros tuvieron su primera estación de radio.

      Rodajes en Ciénaga Grande y otras locaciones

      La película documental en blanco y negro, Las Trojas de Cataca (Jaime Muvdi Abufhele, 1977) —35 mm, 10 min—, es el primero de uno de los pocos testimonios filmados por caribeños de la Ciénaga Grande. Conviene rememorar que esta vida humilde de los pescadores en este pueblo palafito, también se mostró en el cortometraje Remite Romelio Román, Tasajera, Ciénaga, Colombia (Jorge Pinto, 1974). Ojalá se pudieran observar estas películas hoy en día, para comprender el estado actual de abandono de ese rincón del Caribe colombiano, donde, si se vuelve la mirada atrás se entiende que no ha pasado nada.

      A modo de historiografía, otras cintas rodadas en Ciénaga son: Juana tenía el pelo de oro (Luis Fernando Bottía, 2007) sobre la cabellera dorada de Juana, que al parecer tiene poderes mágicos; la cinta española Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015); La ciénaga. Entre el mar y la tierra (Manolo Cruz, Carlos del Castillo, 2016), sobre la vida de Alberto, quien sufre una enfermedad llamada distonía. Más apegado a la realidad, entre alguno que otro documental, del recientemente fallecido Carlos Rendón Sipagauta, famoso por su interesante trabajo El Biblioburro (2009), con la fotografía del belga Michel Baudour. En este filme, el profesor Luis Soriano lleva libros a los sitios más apartados del Magdalena Medio, donde conviven campesinos, guerrilleros y paramilitares.

      Los decimeros del agua (Ofelia Ramírez, Joaquín Villegas, 1985) se filma en la localidad lacustre de Nueva Venecia (Magdalena), y en ella se observa la apacible existencia diaria de sus habitantes. También en la línea documental, se encuentra Nueva Venecia (Emiliano Mazza de Luca, 2016), rodado en la aldea flotante Nueva Venecia que se ubica en la Ciénaga Grande. El cineasta uruguayo Mazza señala con cámara firme la vida de sus habitantes alrededor del futbol, como una forma de desapego de la realidad que viven.

      Santa Marta (Magdalena)

      Centenario de Bolívar (1930)

      De la ciudad de Santa Marta, fundada en el año de 1526 por el conquistador español Rodrigo de Bastidas, Mora y Carrillo (2003) confirman —porque las imágenes se hallan, además, en el Patrimonio Fílmico Colombiano— que:

      En el año de 1930 La familia Acevedo filma Centenario de Bolívar en Santa Marta y Venezuela y nos muestran el arribo del presidente Enrique Olaya Herrera, un desfile militar, una eucaristía en la Catedral y una visita por los monumentos que fueron inaugurados en memoria de Simón Bolívar (p. 85).

      Además, según otras fuentes de documentación, se observan también fragmentos de Maracay, Estado de Aragua (Venezuela), con el cuerpo diplomático de Colombia.

      Así que aunque la familia Acevedo (que conformó una productora de cine que funcionó desde 1920 hasta 1955), no es oriunda de tierras caribeñas, se puede convenir que, habiendo filmado Centenario de Bolívar en Santa Marta y Venezuela (Gonzalo y Álvaro Acevedo, 1930) —de 17 min de metraje, sin sonido y en blanco y negro (quizás lo primero que se filma en esta parte de la región Caribe) es, sin duda, pionera del cine nacional, afirmación para la que se cuenta con datos e imágenes verificables.

      Salas de cine en Santa Marta

      En referencia a las salas de cine de Santa Marta —ciudad donde se construyó la primera basílica en América del Sur—, los primeros en proyectar películas —aunque se desconocen fechas exactas— fueron los hermanos Francisco y Javier Daconte, quienes procedían de Italia. Vives De Andréis (1980) asevera que la primera proyección de un filme en la ciudad fue en el Claustro San Juan Nepomuceno (terminado de construir un 4 de enero de 1811), aunque no concreta qué película se proyectó. Actualmente el claustro es centro cultural de la Universidad de Magdalena.

      Sobre otras salas de cine, se puede mencionar el emblemático Teatro Santa Marta, ubicado en la Avenida Campo Serrano. Las salas de cine: La Morita, El Variedades, El Rex, Universo, Estrella, Barranco y Russo, de comienzos del siglo XIX. El samario don Carlos Ordóñez Vives las recuerda en una conversación personal, además de su niñez. Rememora El Paraíso, situado en la calle 12 entre las carreras 4ª y 5ª; y El Colonial, en la calle 19, entre las carreras 4ª y 5ª. Además, evoca el samario que en Pescaito existía el Madrid y en los relajos la gente tiraba bolsas: llenas de orina —puntualiza Ordóñez Vives.

      En forma de anécdota, este samario cuenta que en la zona bananera de Orihueca las personas entraban en burro al cine. En cuanto a salas de cine en sí, la historia recuerda al Teatro Olivia. En Orihueca (corregimiento de Ciénaga) el doctor Wenceslao Mestre Castañeda comenta:

      En esta última población el dueño del teatro era el señor Álvaro Barón, que era itinerante por otras localidades de la Zona Bananera, injustamente condenado a raíz de la huelga bananera y liberado luego del debate realizado por Jorge Eliecer Gaitán (Restrepo, 2014).

      También hubo salas de cine en Riofrío. Los teatros Simón Bolívar y El Tayrona, de El Rodadero (ambos cerrados), ya forman parte de la historia de una región donde la cinefilia está casi desaparecida, aunque la empresa Cinemark ha construido modernas salas de cine en un centro comercial. Volviendo un poco al pasado, a finales de la década de los setenta y comienzos de los ochenta, del Cine Club de Santa Marta, ubicado en la calle 17 No. 2-44 (dirigido por Darío Henao Restrepo), ya no queda ni su sombra.

      Con toda seguridad, el Programa Cine y Audiovisuales de la Universidad del Magdalena, del cual, el cineasta Luis Fernando ‘Pacho’ Bottía fue su primer director, y hoy en día es dirigido por la egresada del Programa, Laura Morales Guerrero, será el inicio de una nueva etapa para el cine —casi inexistente— en el Magdalena y en toda nuestra región Caribe; en el contexto de una cinematografía de altibajos. Los mismos altibajos de los cineastas caribeños.

      Cartagena de Indias

      (Noticiero Nacional No. 30)

      Acerca de la primera filmación en Cartagena de Indias, todos los comentarios se dirigen a Floro Manco —radicado en Barranquilla—, al momento en que filma, en el año de 1916, De Barranquilla a Cartagena. No obstante, sería acertado destacar una vez más, del diario cartagenero La Época, la película 11 de noviembre (Belisario Díaz, 1915), que se proyectó un 22 de febrero (20 de febrero, según otras fuentes). El asunto del filme se desarrolla sobre la celebración del día de la independencia de la ciudad. Belisario Díaz Ruíz también grabó con su cámara una película sobre la famosa fiesta popular de La Candelaria. Dice la historia que un incendio en la casa de Díaz

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