Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano. Gonzalo Restrepo Sánchez
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El historiador barranquillero Nieto Ibáñez (2001b) afirma que, para el año de 1914, los hermanos Di Doménico se constituyen, en Barranquilla, como la firma Di Doménico Hermanos & Compañía, siendo socios los hermanos Francisco y Vicente Di Doménico; los primos Giovanny y Donato Di Doménico; y los parientes Giuseppe y Herminio Di Ruggiero. En ese mismo año realizan nuevas presentaciones en la ciudad, pero en salas alquiladas, como el teatro Cisneros y el Municipal. Ya en el año de 1916, operan con local propio en el Salón Universal.
El Teatro Colombia, en Barranquilla, tuvo dos etapas: la primera, bajo el mando de los Di Doménico (1916-1928) y la segunda, desde que pasa a la administración del consorcio antioqueño Cine Colombia. Cuando el teatro lo compra Royal Films S.A., lo derriba y hacen un gran centro comercial y dos salas de cine: Aladino I y II. Su presidente, Abraham Osman, revela en conversación personal que su primera sala de cine la tuvo en Maicao (Ebelis), en el año de 1968. Tirado fue el primer operador que tuvo Osman, quien le había comprado el cine a Mandía Barros. Lo anecdótico de esta remembranza es que el público parqueaba el burro —como en las películas de vaqueros— frente al cine, y entraba en él. Otra sala de cine que recuerda el señor Osman es Sandra, de Rafael Abuchaibe, y pasaban solo películas mexicanas. Hoy en día, Royal Films S.A. es una de las empresas de exhibición más importantes del país, cubriendo casi todo el territorio nacional con salas de cine, siendo la sede principal, la ciudad de Barranquilla.
Floro Manco
Mientras que el filme Salida de los Obreros de la Fábrica Lumière en Lyon Montplaisir (La sortie des usines Lumière, a Lyon-Montplaisir, Lumière, 1895) era la primera experiencia cinematográfica de los hermanos Lumière, en la calle Saint-Victor —hoy en día, calle Premier Film—, resulta curioso que para hablar de la primera filmación en el Caribe colombiano hubiera que esperar hasta 1914, con el arribo a Barranquilla del italiano Floro Manco (nacido en Scalea, frente al mar Tirreno, el 10 de octubre de 1875-1954), procedente de Argentina.
Carnaval de Barranquilla (Floro Manco, 1914)
Dino Manco Bermúdez (hijo de Floro) y el historiador José A. Nieto Ibáñez, para el documental mediometraje Floro Manco y el legado que nos dejó (Gonzalo Restrepo Sánchez, 1997) atestiguan que en el año de 1914 Floro rueda, sin mucha presunción, Carnaval de Barranquilla —hoy en día restaurada—. Es el primer documental en Colombia con fragmentos de la Batalla de Flores en la calle, pues para la época no existía el palco. Y en 1916 se exhiben de él las cintas: De Barranquilla a Santa Marta (el Hidroplano Mejía surcando el Magdalena) y De Barranquilla a Cartagena (en auto). El día 9 de marzo del año de 1916 ambas cintas se estrenaron en el Teatro Variedades de Cartagena, y la prensa local las calificó sobre la idea de modelo del cine nacional (La Unión Comercial, Cartagena, miércoles 8 de marzo de 1916, p. 4). Posteriormente, las peliculas fueron exhibidas en el Teatro Cisneros de Barranquilla (Ortiz, 2007).
El triunfo de La Fe (Floro Manco, 1918)
En el mismo teatro se estrena, en el mes de julio, El triunfo de La Fe (Manco, 1918). Según ilustra Nieto Ibáñez para el documental Floro Manco y el legado que nos dejó (Gonzalo Restrepo Sánchez, 1997), La Fe era un almacén ubicado en la calle 30 (o calle de Las Vacas) con 38, esquina —hoy plaza de San Roque—. La película se refiere a la marca de cigarrillos Ideales de la fábrica de tabacos La Fe, de Julio Gerlein Güell. Lo anterior nos permite aseverar que fue la primera publicidad filmada no solo del Caribe, sino del territorio nacional (Restrepo, 2014a).
Otro filme del italiano, y del que muy poco se conoce, es Fiestas de San Roque (Manco, 1914), fiestas tradicionales que todos los años, el día 16 de agosto, se celebran pomposamente en Barranquilla. Por aquellas fechas la guerra detiene bruscamente la actividad del cine francés y estadounidense. David W. Griffith aborda en su cine temas ambiciosos y pone en marcha su filme Nacimiento de una nación (The Birth of a Nation, 1915), una película que es decididamente esencial en la historia del cine, ya que con ella se ponen las bases del lenguaje cinematográfico. Basada en una novela del reverendo Thomas Dixon, en el proyecto colaboraron figuras como Erich von Stroheim, Raoul Walsh, Jack Conway y John Ford. La idea madre de la cinta es explicar la Guerra de Secesión, desde el punto de vista sudista.
Aunque algunos historiadores de cine no se refieren a Floro Manco dirigiendo otros filmes, en el año de 1923, con motivo de los actos y desfiles de la coronación del poeta Julio Flórez, el italiano se pone de nuevo detrás de una cámara. Según el periódico El Liberal:
En la avenida principal de El Prado el artista italiano Floro Manco estaba dándole vueltas al manubrio de su aparato cinematográfico. Cuánta gente habrá pensado en la inmortalidad al pasar frente al objetivo, sin recordar que la gloria de Julio Flórez se ha extendido sobre todas las cabezas (Nieto, 2005).
Lo que la historia del cine caribeño no interroga es cómo los hermanos Di Doménico —quienes llegaron primero que Floro Manco— no filmaron el paisaje caribeño. De todas formas, en el año de 1914 los hermanos Di Doménico fundaron la Sociedad Industrial Cinematográfica Latinoamericana (S.I.C.L.A.), que funcionó hasta 1918. La empresa se dedicó a la producción de noticieros y filma La hija del Tequendama, un drama en cuatro partes; Una notabilidad rural (comedia) y Procesión del Corpus (en Bogotá), entre otras, todas ellas desaparecidas. Además, es evidente que filmaron sus travesías por el río Magdalena.
De Floro Manco, radicado en la ciudad de Barranquilla como optómetra —quien, dicho sea de paso, fue el primer promotor de la Kodak en cámaras y películas, en la región—, no vuelve (al parecer) a filmar nada.
Para el cine colombiano del año 1897 a 1920 debe ser un desafío para los investigadores. El cine, para los cronistas de principio de siglo, era sólo una curiosa reseña de poca importancia, muy superada por el entusiasmo y opiniones sobre espectáculos serios como el teatro, la ópera o la zarzuela (Salcedo, 1981, p. 19).
Lo que sí parece estar claro es la pobrísima producción del cine colombiano del año 1910 a 1920. El gran éxito en esta etapa del cine nacional es el documental El drama del 15 de octubre (Francesco y Vincenzo Di Doménico, 1915). Hábiles para el negocio, los hermanos Di Doménico se valen del asesinato del General Rafael Uribe Uribe y exhiben la película en el año de 1915. Aunque no hay copia alguna, la existencia de esta cinta está bien documentada debido el alboroto que generó su presentación. Ante tal circunstancia, todos los proyectos se cancelaron o se pospusieron, noticieros incluidos, y es que, debido a la primera guerra mundial, la escasez de película virgen era cada vez mayor (Rojas, 2009).
Al Caribe colombiano le hizo falta en su momento, y como en muchas otras etapas de la vida cotidiana, cineastas decididos o gestores culturales que ofrecieran sus influjos y entusiasmos a realizar una producción rica en situaciones y matices de la cultura de la región. Pero esto también se observa en otras artes, si bien no tanto como en la música. Con respecto al último punto, el compositor y musicólogo caribeño Alfonso De la Espriella certifica que se podría pensar en conceder a Ciénaga el justo título de la Cuna de la Música de Colombia. Desde sus orígenes, fue musicalmente privilegiada y, como sostienen algunos expertos, Ciénaga fue sede del primer Conservatorio de música. En la región funcionaban, además, la Academia de Músicos Alemanes, la Escuela del profesor Benjamín Ezpeleta (curazaleños), la Escuela de Guillermo Cuat Sille (riohachero), en 1913, y el Centro Artístico Musical de Ciénaga, dirigido por Rafael Vélez Gómez (Correa Díaz-Granados, 2001).
Mientras en el Caribe colombiano, en esta década, la música y la tradición del carnaval seguían su camino, en el interior del país se iniciaba la producción de largometrajes argumentales