López Obrador: el poder del discurso populista. Luis Antonio Espino

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López Obrador: el poder del discurso populista - Luis Antonio Espino

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la seguridad energética del país y generó un desabasto masivo de combustible al tomar y avalar decisiones basadas no en criterios técnicos, sino en prejuicios político-ideológicos. A pesar de que el desabasto generó una afectación real, concreta y tangible en la economía y en la vida de los ciudadanos, AMLO logró envolver esa crisis en una narrativa que hizo que la sociedad aprobara sus acciones sin ningún cuestionamiento. Su popularidad se elevó a más de 80% sin que él, ni ningún integrante del gobierno, rindiera cuentas por haber dejado al país con combustible para apenas una semana. “¿Cómo lo hace?” fue la pregunta que me hice entonces con asombro, recordando que apenas dos años antes el entonces presidente Enrique Peña Nieto había provocado la ira nacional –incluyendo bloqueos, disturbios y saqueos violentos que dejaron varios muertos– al decretar un incremento en el precio de la gasolina el día de Año Nuevo, situación que terminó de hundirlo políticamente.

      Analizando a fondo las conferencias y mensajes del presidente López Obrador descubrí la respuesta: su apoyo es consecuencia de la forma en la que él utiliza el poder del discurso. Él usa el lenguaje como instrumento para controlar la percepción que los ciudadanos tienen de su persona y de sus decisiones como ningún otro político en México lo ha hecho. Con ello con­si­gue que muchos lo evalúen, no como un servidor público que tiene que dar resultados concretos, sino como un hombre providencial que está cumpliendo una misión superior: reivindicar a un “pueblo” victimizado que ha sufrido el abuso de los poderosos durante muchos años. Las tribulaciones que México vive desde que López Obrador despacha en Palacio Nacional forman los episodios de una lucha épica imaginaria de la que millones se sienten protagonistas, formando con el presidente un vínculo emocional impermeable a la verdad, cerrado a la evidencia y blindado contra la realidad.

      En este libro argumento que el presidente López Obrador construye y refuerza ese vínculo emotivo siguiendo a diario una serie de acciones ordenadas, propias de un líder racional, calculador y efectivo, para lograr su verdadera meta: el cambio de régimen político en México para sustituir las débiles e imperfectas instituciones democráticas del país con un nuevo sistema político iliberal, nacionalista y populista bajo su mando, proceso al que él y sus seguidores llaman “la cuarta transformación”. En las siguientes páginas explicaré cómo el presidente ha dirigido todas sus acciones y palabras a un solo objetivo estratégico: ganar la batalla por el control de la realidad para, de ahí, erigirse como la única voz con autoridad y el único poder legítimo. Le invito a que me acompañe a descubrir cómo es posible que un solo hombre, con su palabra, ha logrado que muchos mexicanos le den la espalda a su propia democracia.

      1 Tomado del sitio web de encuestas Oraculus. Disponible en https://oraculus.mx/aprobacion-presidencial/ [consultado el 09/03/21].

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      Adaptar los hechos a una narrativa demagógica

      Si una sociedad está dividida, un demagogo puede explotar a su favor esa división usando el lenguaje para sembrar miedo, atizar prejuicios y llamar a la venganza contra los grupos que son objeto del odio. Intentar contrarrestar esa retórica con la razón es como usar un panfleto contra una pistola.

      jason stanley

      En el corazón de la retórica de Andrés Manuel López Obrador está su enorme capacidad para crear, usar y repetir ante toda circunstancia una narrativa o relato de “buenos” luchando contra “malos”. Esa es la primera clave de su discurso: adaptar los hechos a una narrativa en la que él siempre tiene la verdad y la razón, en vez de que sus palabras sean las que vayan adaptándose para describir y explicar circunstancias cambiantes y, sobre todo, para rendir cuentas de sus decisiones.

      Cualquiera que haya visto las conferencias de prensa diarias del presidente se puede dar cuenta de su habilidad para eludir los cuestionamientos de los medios. No importa si está hablando de su política de seguridad, de consejos de nutrición, de las decenas de miles de fallecidos por la pandemia del coronavirus o de sus acciones de fomento al beisbol, López Obrador invariablemente recurre a la misma narrativa. En ella, el presidente describe un mundo en el que “el pueblo” y él forman un equipo unido, lleno de virtud, honestidad y amor por México; un dúo que está más allá de cualquier cuestionamiento y que siempre toma las decisiones correctas. Del otro lado, la oposición, los expresidentes, la prensa, los intelectuales, los organismos internacionales, la mayor parte de los empresarios, las organizaciones de la sociedad civil, así como todo aquel que tenga una opinión contraria, pertenecen irremediablemente a un bando de “enemigos del pueblo”, lo que en automático los hace vivir en una posición de inferioridad moral que debe ser denunciada y combatida de manera inflexible y agresiva por él y sus seguidores.

      La capacidad para eludir cuestionamientos usando ese relato ha demostrado ser muy buena para López Obrador, pues en la medida que sus palabras son creíbles para sus votantes estos siguen aprobando su gestión y brindándole un apoyo intenso, tal como lo demuestran las encuestas. Al mismo tiempo, esto es muy malo para México, pues al crear una realidad paralela con sus propios hechos y datos, el presidente divide y confunde a la sociedad, degrada la conversación pública, elude la rendición de cuentas y escapa del escrutinio al que debe sujetarse cualquier funcionario electo en una democracia.

      la narrativa o relato de lópez obrador

      Por principio de cuentas, aclaro a qué me refiero con “narrativa” o “relato”. Se trata de una historia que cuenta cómo un protagonista (héroe) recibe una misión. Al iniciar su camino para cumplirla, el protagonista se encuentra con un antagonista (villano) que trata por todos los medios de evitar que el héroe logre su objetivo. La lucha entre héroe y villano forma la parte central del relato. Generalmente, cuando el villano parece estar a punto de imponerse y derrotar definitivamente al héroe, este recibe una ayuda de último minuto (por ejemplo, en la forma de un aliado inesperado, una circunstancia fortuita o un objeto con cualidades especiales) que le permite derrotar al antago­nista. Finalmente, el héroe logra cumplir su misión y es recompensado, mientras que el villano recibe un merecido castigo.

      Esta estructura narrativa básica es la misma que tienen los cuentos que hemos escuchado y leído desde nuestra infancia y por eso nuestra mente la reconoce fácilmente. También es la estructura que distingue a muchas de las grandes novelas de autores clásicos y que ha perdurado exitosamente en nuestros días en la forma de telenovelas, series de televisión y, claro, en las películas más taquilleras.

      Andrés Manuel López Obrador ha sido capaz de transformar la compleja historia política del México de los últimos treinta años en una narrativa simple, vívida, memorable, con personajes bien delineados que están enfrascados en una batalla épica permanente entre el bien y el mal. Este relato le da estructura y fuerza a su discurso y se ha convertido en una poderosa herramienta para entrar a la mente y al corazón de un amplio número de ciudadanos, a fin de convencerlos de que él no es un presidente más: es un héroe patrio –a la altura de Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas– que tiene la misión de purificar y redimir a México.

      Los elementos de la narrativa de AMLO son:

      1. El pasado glorioso: había una vez un país inmensamente rico…

      López Obrador siempre ha mirado al pasado con nostalgia. Hace veinte años describía en estos términos a la capital del país en su discurso de toma de posesión como jefe de Gobierno del Dis­trito Federal:

      Entre 1935 y 1980, los habitantes del Distrito Federal vivieron con optimismo y esperanza. La ciudad creció, en medio del espejismo de la modernidad. Aquí florecieron la nueva clase media, las industrias más avanzadas y las mejores instituciones de educación superior del país.

      La

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