Ciencistorias. Alexis Hidrobo

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Ciencistorias - Alexis Hidrobo страница 8

Ciencistorias - Alexis Hidrobo Artes Liberales

Скачать книгу

el nocivo arsénico. ¡Ah!, sin embargo, si se encontraban muestras de cabello tal vez sería viable determinar si el organismo de Napoleón estuvo en contacto con el veneno. Tiempo después, casi a punto de abandonar la búsqueda, los científicos consiguieron el maravilloso tesoro: cabellos de Napoleón obtenidos directamente del “relicario de Santa Helena”, nombre con el cual se conoce al depositario de los restos del gobernante.

      Era el momento de actuar de la física y, gracias a un maravilloso método de análisis llamado radiactivación o activación con neutrones, que permite determinar cantidades de incluso 0,000000001 partes de gramo, el investigador sueco logró determinar que los cabellos contenían 13 veces más arsénico que lo normal. ¡Confirmado! Napoleón habría sido asesinado. No obstante, el caso daría un giro interesante en la década de los noventa. Nuevas investigaciones aseveran que las paredes del tapiz del estudio, en donde Napoleón pasaba gran parte de su tiempo, contenían un pigmento verde obtenido a partir de arsenato de cobre. Esta nueva hipótesis plantea que el asesino sería un moho que, al crecer sobre la superficie del tapiz, en presencia del arsenato sintetiza trimetilarsina, un compuesto volátil muy venenoso. Según esta versión, el gran emperador podría haber muerto a causa de la inhalación de los residuos volátiles de pintura generados por un simple organismo microscópico. El caso no está cerrado aún…

image image

      La historia tradicional griega relata que Filípides (530-490 a. C.), un heraldo ateniense, fue enviado a Esparta para pedir ayuda cuando los persas desembarcaron en Maratón (Grecia). El recorrido era de 240 km y se completó en apenas dos días. Tras recibir la negativa de los espartanos, y una vez terminada la guerra, el mensajero corrió 42 km desde el campo de combate hasta Atenas para anunciar que los griegos habían vencido en la ahora famosa Batalla de Maratón. Al llegar, Filípides expresó: “Hemos vencido”, y al instante murió debido a las heridas causadas en batalla.

      Este es un magnífico relato épico; sin embargo, no es siquiera comparable con una de las historias más sorprendentes de la naturaleza humana. En esta ardua competencia, la muerte está presente en todo momento, los participantes no pueden retirarse, y no es posible regresar; no obstante, nadie se rinde y solo habrá un ganador. Este grandioso esfuerzo es la razón por la cual puedo escribir estas letras y ustedes leerlas. Se trata del extraordinario viaje que deben realizar los espermatozoides en su carrera hacia el encuentro con el óvulo.

      La reproducción sexual de organismos multicelulares y complejos, como los humanos, implica crear un nuevo individuo provisto de un material genético diferente al de sus progenitores. En palabras de Eduardo Punset: “El padre y la madre no cambian, la gran novedad es el hijo”. Para que este sofisticado proceso se lleve a cabo, dos células germinales, una por cada progenitor, deben unirse en una sola nueva estructura. Es notable la disparidad entre las células germinales masculina y femenina. Los espermatozoides son de tamaño minúsculo, y se generan por millones; mientras que los óvulos son mucho mayores y se producen de a uno.

      Los testículos de un hombre sano producen aproximadamente 1 000 espermatozoides por cada latido del corazón. De hecho, la historia empieza dos meses antes, el tiempo que se toman para formarse y madurar. Los espermatozoides esperan en el epidídimo, un canal de 6 metros de longitud replegado sobre sí mismo. Cuando la excitación es máxima, movimientos peristálticos y la contracción de músculos y vesícula seminal expulsan esperma a una impresionante velocidad de 30 km por hora, con un contenido de 250 millones de espermatozoides que inician el viaje hacia el cuerpo de la mujer.

      La primera pregunta es: ¿por qué tantos espermatozoides? La respuesta nos la entrega la evolución. Es bien conocido que nos separamos, evolutivamente hablando, de los actuales chimpancés hace unos siete millones de años. En la sociedad chimpancé, varios machos viven junto con las hembras del grupo, por lo que tanto machos como hembras copulan con diferentes compañeros en un lapso muy corto. El chimpancé que produce mayor cantidad de espermatozoides tiene la ventaja en la competencia paternal con otros machos.

image

      Se cree que con nuestros ancestros primates ocurrió algo muy similar cuando convivíamos y competíamos por la supremacía genética con otras especies de homínidos. De esto hace ya, al menos, un millón de años. Al presente, según los expertos, un contenido por debajo de 20 millones de espermatozoides por mililitro genera problemas en la fertilidad, y se diagnostica la oligoespermia o escasez de espermatozoides. En algunos casos también puede ocurrir la azoospermia o ausencia total de espermatozoides. Sin embargo, este no es el único punto a tomar en cuenta. Para conseguir la fecundación también es muy importante que los espermatozoides tengan la forma y movilidad adecuada, lo que importa es el balance entre la resistencia de la cabeza y el impulso de la cola. Las alteraciones en morfología o en cantidad hacen muy difícil o incluso imposible la concepción. Según estimaciones actuales, en un hombre fértil promedio solo del 35 al 40 % del contenido espermático tiene la forma y el tamaño adecuados. El restante 60 % apenas empezará la carrera hacia la fertilización del óvulo femenino. Las propias fallas físicas de los espermatozoides constituyen el primer escollo grave a resolver; pensando en Darwin: “Solo los más aptos podrán continuar”.

      Ya que entramos en tema, y antes de empezar con la carrera, ¿por qué las mujeres presentan solo uno, o en casos extremos, dos óvulos con opción a ser fecundados? La respuesta aquí tiene que ver con que las hembras (de los primates en general) producen cada mes la cantidad de óvulos que permite el número máximo de crías con garantías de éxito en el momento del parto; lo cual, a su vez, está directamente relacionado con el tamaño de la cría al nacer. En el caso de los humanos, el número habitual de bebés por parto es de uno, por eso las mujeres producen un solo óvulo maduro al mes. Excepcionalmente, algunas mujeres pueden llegar a producir dos óvulos maduros al mes que, en caso de ser fecundados (por espermatozoides diferentes), dan lugar a mellizos.

      Ahora pongámonos en materia. La probabilidad de que un espermatozoide encuentre y fecunde el único óvulo femenino es muy baja; eso también explica por qué en los hombres se produce un número tan elevado de espermatozoides, ya que de esta manera las probabilidades de fecundación aumentan. En forma general, las posibilidades de embarazo en parejas saludables menores de 30 años y que tengan relaciones sexuales con regularidad son aproximadamente de un 25 a un 30 % mensual, lo cual nos pone en perspectiva de la dificultad del viaje que deben realizar los espermatozoides.

      Para un espermatozoide, la vagina es como un cordón montañoso, con muros de hasta un kilómetro y medio de alto. A partir de aquí todo conspira en su contra. El pH de la vagina, que contiene ácido láctico y acético (responsables del agrio de la leche y del sabor del vinagre, respectivamente), se constituye en un asesino sin piedad. Por suerte hay algo de ayuda: la lubricación vaginal y, sobre todo, el líquido que acompaña a los espermatozoides reduce la acidez en segundos. Aquellos espermatozoides que no murieron corroídos por el ácido pueden continuar el viaje. Desde este momento las cifras ya son impresionantes; después de solo 30 minutos en el interior de la vagina el 99 % de los espermatozoides está muerto o agonizando. Al momento, dos millones de sobrevivientes cruzan el interior de la vagina buscando el cuello del útero desesperadamente;

Скачать книгу