Ciencistorias. Alexis Hidrobo
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Lo importante en este relato es que Ricitos de Oro, una vez adulta, decide convertirse en astrofísica y dedicar su existencia a explorar la vida en otros planetas. Tomando como referencia la experiencia en la casa de los ositos, logra convencer a otros científicos de que la vida en un planeta específico es posible siempre y cuando se encuentre a una distancia adecuada de su estrella (el plato de mamá osa). Si dicho planeta está muy cerca de la estrella, tal como sucedió con el plato de papá oso, la temperatura será demasiado alta para permitir una atmósfera adecuada, y no existe la posibilidad de agua líquida en la superficie. Si el planeta está demasiado lejos de su estrella (el plato del osito), la temperatura es tan baja que el planeta solo puede contener agua congelada, y un clima gélido. Desde aquel momento, y aquí termina la metáfora, los astrofísicos denominan “zona de Ricitos de Oro”, o zona habitable, a la franja de espacio dentro de la cual debe encontrarse un planeta para tener una temperatura adecuada y permitir la presencia de agua en estado líquido.
La astrobiología es una disciplina científica en la cual confluyen la química, la biología, la geología y la astronomía (física), cuyo fin primordial es buscar posibles escenarios cósmicos que puedan albergar vida, es decir, planetas habitables fuera de los límites impuestos por nuestro sistema solar. En efecto, los astrobiólogos creen que las sustancias químicas básicas con las que se construye la vida (aminoácidos) se encuentran en muchas partes y, en consecuencia, sería muy extraño que solo la Tierra presente vida en el universo. Este hecho, en conjunto con la zona de Ricitos de Oro, hace que la búsqueda sea lenta y difícil, pero no imposible.
¿Qué tipo de vida esperan encontrar los astrobiólogos? Ellos están seguros de que, en principio, la búsqueda no se trata de descubrir vida inteligente, ni mucho menos escuálidos humanoides con grandes cabezas y ojos saltones. Lo esperado es vida no compleja con base en carbono. Este, según nuestros conocimientos, es el mejor elemento químico para formar una casi infinita cantidad de moléculas compuestas por muchos átomos. Estos átomos deben ser estables y poder almacenar gran cantidad de información, características que son necesarias para la existencia de la vida en el único lugar en el universo en donde estamos absolutamente seguros de encontrarla: la Tierra.
VIDA EXTRAÑA Y LA EXPLORACIÓN ESPACIAL
La visión de quienes exploran el espacio es muy amplia. Se basan en la gran variedad de vida que existe en la Tierra. En el mundo de los seres microscópicos existen organismos que pueden adaptarse a los ambientes más inhóspitos posibles. Estos seres se denominan extremófilos, por vivir en lugares extremos y prosperar en ambientes letales para los demás seres. No es de extrañar que microorganismos pertenezcan a este peculiar grupo de seres vivos. Se conocen microorganismos que soportan la radiación de un reactor nuclear, otros que viven a 100 grados centígrados y alta presión o, por el contrario, a muy bajas temperaturas; también existen algunos que viven en medios con altísimo contenido en sal, y otros cuyo “hogar” presenta una elevada acidez, denominados acidófilos o “amantes del ácido”.
Según los últimos avances científicos y gracias a los nuevos telescopios como el Gran Telescopio Canarias y el Very Large Telescope (ubicado en Chile), además del lanzamiento de las sondas Cassini, Huygens, y, recientemente, las sondas francesa Corot y la estadounidense Kepler (enviada en 2009), se ha logrado delimitar una zona, todavía dentro de nuestra galaxia, desde 400 años luz hasta los sorprendentes 6 000 años luz (por Kepler). Tomando en cuenta los datos finales hasta cuando Kepler se desactivó en 2018, solo en esta pequeña región del universo existen 2600 planetas candidatos a girar en torno a una estrella; de estos, se espera que al menos unos 10 sean rocosos y con tamaño similar a la Tierra, y orbiten estrellas parecidas a nuestro Sol. Quizá alguno de ellos tenga lo necesario para la vida, se encuentre en la zona de Ricitos de Oro y, si ha tenido el tiempo adecuado, incluso contenga vida similar a la de nuestros extremófilos o nuestras bacterias. Ya veremos qué nos dice el futuro… ■
A pesar de la isla de tranquilidad que representa nuestra Tierra en el sistema solar, el universo es un lugar muy agitado, incluso violento. Mediante las observaciones realizadas por los telescopios de última generación, hemos descubierto que el universo no es el lugar apacible que creíamos conocer. El cosmos es, en realidad, una magnífica máquina de creación de los más terribles y salvajes eventos jamás encontrados; es Monsters Inc. hecho realidad.
En el centro de muchas galaxias, incluida la nuestra, existen verdaderos titanes encargados de crear el caos y la violencia, son los agujeros negros supermasivos. A 27 000 años luz de la Tierra se encuentra un agujero negro con una masa cuatro millones de veces mayor que nuestro Sol. Este monstruo es capaz de engullir estrellas sin esfuerzo y, como si se tratara de un juego de tenis galáctico, puede sacar de órbita a otras estrellas arrojándolas a gran velocidad. La temperatura que alcanza el material en torno al agujero es monumental: ¡cientos de millones de grados! Un verdadero monstruo.
Las enanas blancas son una especie de cadáver estelar que se generan una vez que una estrella, de entre dos a ocho veces la masa de nuestro Sol, agota su combustible nuclear. Hasta hace poco tiempo se creía que estas carecían de actividad; sin embargo, parece que algunas de ellas podrían girar a gran velocidad y crear monumentales campos magnéticos millones de veces más intensos que los terrestres. En el caso de que la enana blanca sea miembro de un sistema binario, la enorme actividad de giro sería abastecida por el material de su compañera estelar. Como resultado, la enana blanca también se convierte en una emisora de rayos X, lo que la hace detectable mediante nuestros radiotelescopios. A 322 años luz de nuestro planeta, investigadores japoneses detectaron una “enana vampiro” que se nutre de su víctima salpicando el entorno espacial con monumentales cantidades de rayos X. Si uno de estos macabros vampiros estuviera cerca de nuestro Sol, todo dejaría de existir como lo conocemos y no duraríamos para contarlo.
LA DANZA DE LA BELLA Y LA BESTIA
En la constelación de Cáncer, a unos 3 500 millones de años luz de distancia, existe una galaxia en cuyo centro ocurre la más dramática de las danzas. Un agujero negro supermasivo,