El comportamiento administrativo. Herbert Alexander Simon

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El comportamiento administrativo - Herbert Alexander Simon

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Un Problema Paralelo: Investigación y Desarrollo

       Conclusión

       Basualdo: Observaciones, notas y referencias

       Bibliografía. Citas

       Apéndice. ¿Qué es una ciencia administrativa?

       Texto original

       ¿Qué es una Ciencia Administrativa?

       Ciencias Teóricas y Prácticas

       Proposiciones de una Ciencia Administrativa

       Las Ciencias Naturales y Sociales

       Las Expectativas como Factores en el Comportamiento Social

       La Naturaleza de los Principios Administrativos

       Simon (Comentario)

       No realizó ningún comentario.

       Basualdo: Observaciones, notas y referencias

       Bibliografía. Citas

       Suplemento I. Diferencias entre la tercera y la cuarta edición

       Basualdo: Observaciones, notas y referencias

       Suplemento II. Momentos con Herbert Simon

       Primera parte

       Segunda parte

       Epílogo

       Reseñas

PREÁMBULO

       Pedro Alejandro Basualdo

      “Una teoría que no funciona como dice que funciona, que no explica lo que dice que explica, que no predice lo que dice que predice, puede ser muy buena brujería o buena magia, pero, ciertamente, no es una buena teoría” (Simon, 1950.b).

      “En la descripción de mi vida, la he situado en un laberinto de senderos que se bifurcan, en un castillo de innumerables habitaciones. La vida está en movimiento a través de ese jardín o castillo, experimentando sorpresas a lo largo del camino que se sigue, preguntando (pero no muy solemnemente) dónde nos habrían dejado los otros caminos: una búsqueda heurística para la solución de un problema no estructurado. Si existen objetivos, estos no sirven de mucha guía para buscar cómo salir. No se requiere recapitular más allá de vivir en ella” (Simon, 1991.a).

      “Con El Comportamiento Administrativo como punto de partida teórico, se propuso una investigación de campo y de laboratorio, así como estudios teóricos, haciendo hincapié en la necesidad de reunir los hallazgos empíricos, de muchas fuentes y no solo de nuestro propio trabajo, con el fin de construir la teoría. La más interesante y sustantiva recomendación en el documento fue que la toma de decisiones en organizaciones debería estar relacionada con la teoría del aprendizaje. La fuente de la idea pudo haber sido la combinación de las investigaciones psicológicas previas de Harold Guetzkow sobre el tema de ‘conjunto’ o marco de referencia y mi experiencia en ayudar a organizar la Administración de Cooperación Económica unos pocos años antes” (Simon, 1991.a).

      “Tratar con la incertidumbre, especialmente la incertidumbre acerca de la reacción de los otros a nuestras propias acciones, continuará siendo uno de los bordes prioritarios de la investigación económica. Una muy importante dirección en investigación, hoy desarrollada escasamente, será el estudio de los procesos de generación de alternativas de elección. Aquí, la investigación ya realizada en la psicología cognitiva en el tema de descubrimiento científico servirá de punto de partida muy útil” (Simon, 2000.f).

      La misión de desarrollar el prefacio de un libro que influenció (lo hizo… lo hace… y lo seguirá haciendo) a millares de académicos en todo el mundo no solo me colmó de orgullo y vanidad, sino también me llenó de ansiedad y nerviosismo por esta tremenda responsabilidad.

      La contribución que, sin dudas, realizó esta obra a las ciencias sociales puede ser dividida en diferentes aspectos y autores que la han tenido como referencia. Así, puede decirse que la obra tuvo efectos sobre las contribuciones a la economía que surgieron con posterioridad a su publicación (Ando, 1979; Baumol, 1979); que extendió las implicaciones en la noción general del concepto de racionalidad (Radner, 1975; Conlisk, 1996; Selten, 1998); que encendió secuelas (favorables y desfavorables) en la controversia con la teoría neoclásica (Lipman, 1995; Aumann, 1997; Sent, 1997); que tuvo ramificaciones para el enfoque de la conducta con referencia a la racionalidad limitada (Lussier & Olshavsky, 1979; Shugan, 1980; Antonelli, 1989; Cooper, et al., 1995; von Hippel & Tyre, 1995; Gigerenzer & Goldstein, 1996; Pringue & Day, 1996; Barr & Huff, 1997; Koput, 1997; Zacharakis & Meyer, 1998; Kauffman, 1999); que generó críticas y discrepancias vinculadas con la concepción lingüística (Loasby, 1989; Bianchi, 1990); que motivó adhesiones acerca del concepto de jerarquía y la particularidad de la cuasi descomponibilidad de los sistemas complejos (Radner, 1992; Sanchez & Mahoney, 1996); que motivó contradicciones y acuerdos en relación con la competitividad y los mercados (Sterman, 1985; Dickson, 1992; Wakeley, 1997); que promovió consentimientos entusiastas en lo referente a la organización de negocios (Eliasson, 1990; Conner & Prahalad, 1996); Grant, 1996; y que generó precisiones técnicas para la administración pública (Dennard, 1995; Kiel & Seldon, 1998).

      La idea original que luego se transformó en El Comportamiento Administrativo surgió en 1937. En un principio tuvo la estructura de un ensayo de investigación para intentar circunscribir los temas centrales de la administración a una estructura lógica. Posteriormente, sufrió una transformación para constituirse en una tesis doctoral basada

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