Política exterior, hegemonía y estados pequeños. Carlos Murillo Zamora

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Política exterior, hegemonía y estados pequeños - Carlos Murillo Zamora

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acerca de su tema de investigación doctoral, allá por el año 2006. Desde ese momento me pareció un planteamiento novedoso, por lo que acepté ser su tutor. Fueron muchos meses de ardua tarea, de revisión de numerosos artículos y libros y de revisión de las actas literales de la Asamblea General, hasta que un primer borrador vio la luz. Luego continuaron las sesiones de discusión y de ajustes con el propósito de tener un texto con la solidez necesaria no sólo para ser defendido ante un tribunal, sino para que no se limitara a ser una disertación más en los anaqueles de la biblioteca universitaria.

      El producto que resultó no debía limitarse a ser una tesis de consulta esporádica; el hecho de que ahora se haya convertido en un libro permite a un auditorio más amplio insertarse en una temática escasamente explorada, y evidencia la seriedad del planteamiento del autor.

      Pero lo interesante de esta investigación no se refiere sólo a lo novedoso, sino a que fue escrita por un acucioso profesor e investigador universitario desde la perspectiva de un país pequeño –no desde la academia un centro de poder internacional–. De igual manera –y fue una de las primeras inquietudes que me surgió cuando conocí la propuesta de disertación–, cómo investigar un tema que abarcaba varios países ubicados en regiones distintas y distantes. En el pasado reciente la propuesta hubiera sido rechazada ad portas; sin embargo, hoy, gracias al desarrollo de internet y a la existencia de bases de datos virtuales, es posible acceder a información de primera mano para explicar la conducta de los Estados. Precisamente, ello constituye otro de los aportes del profesor Murillo y abre las puertas para que otros investigadores incursionen en áreas temáticas que en el pasado sólo eran atendidas por los académicos y académicas de las grandes universidades en Estados Unidos y Europa.

      La vinculación entre política exterior, hegemonía y Estados pequeños, utilizando un estudio de casos para contrastar las conductas de tres países centroamericanos bajo la influencia de Estados Unidos, como potencia hegemónica, y las de los tres países bálticos bajo el hegemonismo de Rusia, nos lleva por tres caminos que tradicionalmente los estudios de las relaciones internacionales han recorrido en forma separada. Murillo demuestra que el análisis de la política exterior no se limita al estudio comparativo, sino que profundiza en las percepciones y las auto-imágenes de los Estados, grandes y pequeños, aportando algunos elementos para observar la conducta externa de los agentes estatales desde una perspectiva renovada. Asimismo, rescata la visión gramsciana sobre la hegemonía, para diferenciarla del imperialismo y mostrar cómo los Estados pequeños interactúan con las potencias hegemónicas aprovechando los espacios de maniobra disponibles en los foros internacionales, como la Asamblea General de la ONU.

      El resultado de ese planteamiento se comprueba con las decisiones de voto sobre temas de interés para Washington y Moscú. Por ello, el aporte que el autor hace no resulta sólo valioso para los países objeto de estudio, sino para todos los miembros de Naciones Unidas, ya sean potencias grandes o intermedias o Estados pequeños y micro Estados. En ese sentido, esta obra de Murillo se convierte en una fuente de consulta para los tomadores de decisiones de países bajo la influencia de ambas potencias hegemónicas; al igual que para estudiosos de la política exterior.

      Otro aporte que es necesario destacar, y aun más desarrollar en el corto plazo, es el índice de potencias que sirve de base para determinar la condición de Estados pequeños de los países observados. El autor hace una primera y valiosa aproximación, que esperamos desarrolle en futuras investigaciones o constituya un aliciente para que otros especialistas lo retomen y profundicen.

      Por lo tanto, estoy seguro que este libro de Murillo constituirá el punto de partida para nuevas investigaciones que profundicen sobre la relación propuesta en esta obra y sobre cada uno de los componentes del modelo.

      San José, Costa Rica, junio de 2011

      Stefano Guzzini

      En su comparable estudio de la política exterior de Estados pequeños, Carlos Murillo organiza una defensa a favor del “Análisis de Política Exterior” como un área temática. Que tal defensa sea necesaria puede ser sorprendente. Después de todo, cuando analizamos lo que los Estados hacen en relaciones internacionales, usualmente analizamos su política exterior. ¿No es el estudio de la política exterior lo que los académicos de relaciones internacionales han estado haciendo todo el tiempo? ¿No estamos fustigando lo obvio? Como Murillo demuestra, desafortunadamente no.

      El Análisis de Política Exterior (APE) aparece como un campo de estudio a inicios de la década de 1960 (en EEUU) reclamando que la investigación tradicional hecha en esta área era inadecuada. Esa crítica apuntaba principalmente al Realismo Clásico que había sido el “sentido común” de mucho del análisis. Inicialmente APE criticó dos facetas centrales del enfoque tradicional a la estudio de la política exterior: argumentó a favor de una teoría científica, en lugar del recuento empirista de la historia diplomática, y cuestionó, o al menos cualificó, la prioridad analítica previamente asignada al nivel internacional. Esto casi produjo un diálogo de sordos entre APE y la emergente disciplina de Relaciones Internacionales (RI). Los realistas clásicos habían estado argumentando que el nivel internacional era cualitativamente diferente de la política doméstica (Bull 1966), una diferencia que también fue considerada por la razón “¿por qué no hay teoría internacional?” (Wight 1966) en cualquier sentido comparable a la Ciencia Política. Y así el mismo APE no fue inicialmente puesto bajo la subdisciplina de Relaciones Internacionales, sino bajo el brazo de política pública de la ciencia política (Carlsnaes 2002).

      En un famoso libro, el cual llegó a ser un parteaguas en este debate, Graham T. Allison aportó la principal base para APE en RI. Su Esencia de la Decisión (Allison 1971) estudió las razones del porqué los misiles fueron instalados en Cuba, porqué los EEUU reacción con un bloqueo y porqué fueron retirados por la URSS. El propuso tres modelos, “lentes analíticos” como los llamó, para el análisis de estas tres preguntas. El primero modelo, denominado “modelo del actor racional”, fue el modelo clásico de RI que concibió al Estado como una caja negra y entendió la política exterior como el ajuste racional al ambiente internacional. Los otros dos modelos agregados al APE para esta historia, se enfocan sobre el efecto de las rutinas burocráticas (“proceso organizacional”) y la negociación política intra-estatal (“política gubernamental”). La totalidad del Análisis de Política Exterior se redefinió como un proceso de toma de decisiones. El libro de Allison permitió la propuesta de un análisis sistémico de política exterior en un ámbito medio, como opuesto tanto a la “historia diplomática” como a la “ciencia” conductivista.

      En realidad uno puede seguir el desarrollo del APE a través de los tres modelos del análisis de Allison. La crítica del primero modelo (racional) desafió la división entre teoría internacional y el análisis de política exterior al argumentar que los balances puramente estructurales de poder no pueden decirnos como las decisiones, aún “aquellas racionales”, son hechas. Además, cuestionó los modelos input-output más generales: aún en casos donde la verdadera conducta responde a los alegados imperativos del balance de poder, esto podría haber sido por razones muy distintas de la “acción racional” externamente asumida. El ejemplo central es la decisión de EEUU de imponer un bloqueo naval. Desde de lo externo, parece la decisión racional perfecta: permitió escalar (un bloque es un acto de guerra), aunque en una forma que da tiempo a al otra parte para un retiro digno. Si ninguna reaccion surgiera, aun permitiria una escalada adicional con un ataque. Pero, conforme varía, la decisión sobre el bloqueo en lugar de un “golpe quirúrgico” no dependió de este cálculo racional. El ataque solo fue evitado por

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