Política exterior, hegemonía y estados pequeños. Carlos Murillo Zamora

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Política exterior, hegemonía y estados pequeños - Carlos Murillo Zamora

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En el micro-nivel, la reflexibilidad tiene que ver con lo que Ian Hacking llama el efecto de “bucle” (Hacking 1999; 34). Las categorías que usamos para clasificar/nominar a la gente interactúan con la auto-concepción de la gente. Mientras que no hace diferencia a las rocas, nosotros las clasificamo, lo que hace una diferencia para la gente. De ahí que la identificación y la identidad llegan a ser términos cruciales para el constructivismo. En el nivel macro, la reflexibilidad se refeire a “profesías autocumplidas”. Como la investigación inicial sobre la paz había insistido, si la “ley de la jungla” describe mejor o no el sistema internacional, si todos creemos que lo hace, ciertamente llegará a ser vista como tal o será insensible al tratar de cambiarlo (para la relación entre investigación sobre la paz y el constructivismo véase Guzzini 2004). La cuestión en la respuesta acerca de la tesis sobre el “Choque de Civilizaciones” de Samuel Huntington tiene mucho que ver con esta relación reflexiva entre conocimiento y el mundo social. Ya sea o no que las principales líneas de fractura del conflicto realmente tenían que ser pensadas en esta forma, si toda la asumió esto y actuó consecuentemente, el mundo llegaría ser uno de choques inevitables de civilizaciones. Asumiendo que el reclamo sea verdad, nuestras acciones solo producirían la misma realidad que fue mera mente descrita.

      Cuando aplicado al estudio de las políticas exteriores, como es hecho por Murillo en este libro, el constructivismo ha llegado a enfocarse sobre las identidades de política exterior constituidas en un ambiente internacional que puede ser formalmente anárquico, porque carece de un gobierno mundial, pero prácticamente representa una sociedad. El constructivismo concibe los actores internacionales como teniendo una personalidad con su historia y memoria colectiva, también como un reconocimiento societal. Esa identidad es constituida por los auto-entendimientos de los actores internacionales (v. gr. Hopf 2002) y por el reconocimiento y la atribución de rol en la sociedad internacional (v. gr. Wendt 1999). Para los constructivistas, está en la base de estos procesos de identificación que podamos entender los intereses de los actores. De ahí que el interés nacional aun es un importante concepto. Pero no puede ser derivado simplemente de algunas presunciones realistas en una estructura internacional material. Los intereses son constituidos en el “imaginario de seguridad” de las élites de política exterior, el depositario de las memorias colectivas y los significados compartidos (Weldes 1999). Solo “una vez que conocemos somos” (o nos gustaría ser), “podemos conocer lo que queremos” (Ringmar 1996; 13). Conocer lo que significa Alemania, tenemos primero tenemos que conocer lo que Alemania significa (para si y para otros). Y así Murillo menciona también los programas de investigación vinculados, tal como acerca de “seguridad colectiva” (v. gr. Mitzen 2006) –es decir acerca de la conducta de política exterior en defensa de una amenaza percibida a la identidad de uno– lo cual es una vía constructivista para entender el verdadero funcionamiento deldilema de seguridad.

      Murillo ha escogido este amplio contexto del Análisis de Política Exterior para su estudio comparativo de los pequeños Estados centroamericanos y los tres Estados bálticos. En los capítulos teóricos y en la conclusión, concibe lo internacional en términos de las intersubjetivas “culturas de anarquía”, como Wendt lo llamaría (él lo denomina “cultura sistémica”), en la cual las élites de política exterior dan sentido al mundo y sus roles en este (véase página 314). No desea omitir las claras asimetrías de poder que existen en los asuntos internacionales. Aún así, los factores materiales serán insuficientes para considerar la posición de poder de un país. Y así, en su definición de pequeños Estados, construye un diferente indicador de poder que incorpora también componentes menos tangibles. Entonces este es aplicado para el análisis de los Estados pequeños hacia su hegemón regional, operacionalizado a través de los patrones de votación en la ONU.

      Pero también aquí, Murillo inicia a partir de la presunción que no todo está en los recursos, sino que mucho depende de las relaciones ego-alter, la construcción de identidad mutual (para un análisis sobre seguridad regional, inspirado en el constructivismo, véase Buzan & Wæver 2003). Tales relaciones ego-alter pueden tener un larga historia y puede algunas veces empoderar al lado más débil, como en algunas relaciones poscoloniales en donde el antiguo colonizador es considerado adeuda compensación a la antigua colonia, y no puede (esta vez) usar el poder material crudo en las relaciones entre ellos. A la inversa, puede debilitar un Estado pequeño más allá de sus recursos –el denominado “síndrome de Lilliput”– cuando los países más pequeños simplemente asumen (con el realismo) que sus incapacidades militares relativas los condenan a un rol político y diplomático marginal: pertenecer a la periferia comienza en la cabeza de los formuladores de políticas subordinados. No asumir esto ya ayudaría a concebir políticas más activas y una diplomacia mundial quizás más acorde al poder no material y la seguridad no militar. Este libro proveee una base teórica y un recordatorio de bienvenida para esto.

      Bibliografía

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