Obediencia imposible. Eduardo Wolovelsky

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Obediencia imposible - Eduardo Wolovelsky

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un modelo de confinamiento de la población sobre la base de datos que no son confiables. Valoremos con cuidado el hecho de que, además, el gobierno Chino ocultó los casos preliminares sobre la emergencia de una neumonía atípica siendo la primera autoridad estatal en tener conocimiento sobre esta cuestión. La información inicial sobre esta nueva situación sanitaria provino de Taiwán.

      Antígona

      Eteocles y Polinices, hermanos de Antígona, están predestinados a darse muerte el uno al otro. Herederos ambos del mismo trono, deciden que han de alternarse cada año en el poder por ser esta la solución más justa. Pero el pacto no se cumple, y Polinices decide enfrentar a su hermano mientras este gobierna la ciudad de Tebas. En la batalla, y tal como estaba predicho, los hermanos se dan muerte el uno al otro. Creonte, ahora monarca de Tebas, establece que a su sobrino Eteocles se lo entierre con las “justas” y “acostumbradas honras”, de tal forma que “lo reciban los muertos bajo tierra”. Pero a Polinices, que se levantó contra su ciudad natal, le niega ese mismo honor, por lo que deberá quedar “sin duelo”, “insepulto” y “a merced de las aves”. Antígona, por respeto a las leyes divinas y por lealtad, decide darle sepultura a su hermano, aun sabiendo que su tío Creonte la condenará a muerte por violar la dura ordenanza que ha dado.

      Polinices encuentra la paz de la sepultura, pero Antígona, a pesar de ser la prometida de Hemón, el hijo del propio rey, ha de ser enterrada viva como castigo por violar la orden real. Antígona se da muerte en su sepultura y, al saberlo, lo mismo hace Hemón. Su madre, la esposa del rey Creonte, no soporta el dolor y también se quita la vida.

      Hay leyes y decretos tan faltos de razón y de prudencia, impuestos bajo la soberbia de querer mostrar poder y control, que obligan a una obediencia imposible y, por ello, solo pueden concluir en tragedia. Son leyes y decretos que generan conflictos, sufrimientos y dolores difíciles de disipar.

      El decreto del 20 de marzo se extendió de diferentes formas, una y otra vez, a lo largo de todo un año laboral y educativo. Tal como le sucediese a Creonte, no se podía llegar con tal orden a buen puerto, ni siquiera a uno maltrecho. Imaginar que el aislamiento social no nos iba a dejar a la deriva es altivez, o ingenuidad, o imposibilidad para el entendimiento de la condición humana. De esta manera, hoy hemos quedado plagados de problemas que no sabemos cómo enfrentar; miedos, disputas y enfrentamientos derivados de una “epopeya bélica” que no era tal. Se ha tratado de defender al sistema de salud, no a las personas (se dirá que se cuida a las personas haciéndolo a su vez con el sistema de salud, el mismo que estuvo abandonado a la burocracia por décadas, pero esto, considerado como un absoluto, es falso, porque la vida de las personas y sus dolencias no se reducen solo a tener un lugar en una terapia intensiva a cualquier costo, por grave que sea la situación). Se ha deshilachado una trama social y será muy difícil volver a tejerla. Nos llevarará décadas.

      1 “Aislamiento social preventivo y obligatorio”, decreto 297/202, disponible en línea: <https://shortest.link/8pq>.

      2 Como claro ejemplo de lo que aquí se dice, aparece la famosa disyuntiva “entre la economía o la vida elijo la vida”. Véase Cass R. Sunstein, Leyes del miedo. Más allá del principio de precaución, Madrid y Buenos Aires, Katz, 2006, pp. 15 y 16.

      3 “Aislamiento social preventivo y obligatorio”, op. cit.

      4 Shuriah Niazi, “¿Por qué India ha fallado en contener el coronavirus pese a tener uno de los confinamientos más estrictos del mundo?”, en aa, 26 de septiembre de 2020, disponible en línea: <https://shortest.link/8ps>.

      

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