Eternamente. Angy Skay
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Читать онлайн книгу Eternamente - Angy Skay страница 12
Miro otra vez hacia la nada. Brenda no sabe qué hacer. Está nerviosa. Creo que sabe por dónde voy. Oigo una voz familiar y me sobresalto de repente:
—La suerte es para quien la busca; el destino lo elegimos cada uno.
Max.
Se sienta a mi lado. Sus bonitos ojos marrones me traspasan hasta el alma. Brenda se levanta y me quita a Natacha de los brazos, coge el carrito donde Lucy duerme plácidamente y se va en dirección a la salida.
—Estaré en la terraza de la cafetería de enfrente; tengo la garganta seca. Ejem…
No se puede ser más actriz. Le dirijo una mirada de reproche, pero ella hace como que no ha visto nada.
—¿Qué haces aquí, Max? —Estoy realmente interesada.
—Bueno, digamos que me he enterado de que tu vestido había desaparecido y…
No lo dejo terminar la frase; sé que es de mala educación, pero me da igual:
—Y tienes una barita mágica que va a hacerlo aparecer, ¿verdad? —ironizo.
No se ríe ni por un instante; al revés, todos los músculos de su cuerpo están tensos. Serio es quedarse corto respecto a la posición en la que se encuentra ahora mismo. Abro los ojos y lo insto a que me conteste, pero niega con la cabeza.
—No, no la tengo.
«¿No me digas? ¡Ja!», pienso para mí. Menos mal que no se me escapa la risita.
El silencio se hace insoportable entre ambos. Jamás había estado así con Max, y es algo que me duele en el alma. Me levanto para irme, pero me impide dar un paso más, ya que mi mano se queda sujeta a la suya. Se levanta del asiento. Su altura y la forma de mirarme me imponen, la verdad.
—Any, ya está bien —dictamina mientras suelta un fuerte suspiro.
—¿Disculpa? ¿Ya está bien qué?
—No podemos seguir toda la vida tirándonos cuchillos a la cabeza.
—Yo no tiro cuchillos a nadie. Creo que estás equivocándote —me envalentono.
Max resopla y niega enérgicamente con la cabeza.
—Da igual, no vamos a llegar a ninguna conclusión. El caso es que tú no piensas ceder y yo no soporto que estemos así.
—¿Por qué no lo soportas? —Levanto mi mirada hacia sus ojos.
Lo veo dudar por un instante, pero enseguida recapacita y contesta, seguro de sí mismo:
—Porque te quiero demasiado.
Me dedico unos minutos a meditar. Cada día tengo más claro que es diferente. Es una persona muy noble, sin embargo, también estoy muy segura de que tiene un lado oscuro. Lo que no sé es cómo de oscuro es, y realmente no sé si quiero averiguarlo.
—Max, no sé a qué conclusión quieres llegar, pero por mí está todo olvidado.
Me levanto, dispuesta a irme por donde he venido, cuando su mano me detiene. Noto cómo gira su cabeza para mirarme fijamente. De repente, ese amasijo de músculos se pone delante de mí, toma mi cara entre sus manos y nuestros ojos conectan de repente. Se pega un poco más, logrando que me ponga nerviosa. Ahora mismo, si moviera una milésima mi cuerpo hacia delante, estamparía mi boca con la suya.
—Solo te pido que confíes en Bryan como nosotros hemos confiado siempre en ti. No quiero que te metas en líos, solo es eso. Aunque sé que la actitud que tuve ese día no lo avala, no quiero que te pase nada, Any.
—Lo dices como si fuera una asesina en serie. Creo que estás tomándotelo demasiado a la tremenda —le digo mientras me separo un poco para poner distancia entre ambos.
—Solo te pido que me hagas caso.
Resoplo. No vamos a llegar a ninguna conclusión: ni yo voy a tener en cuenta sus sugerencias ni él se cansará de insistir.
—Está bien, te haré caso. Fin de la discusión —le miento.
Levanta una ceja. No me cree.
—Entonces…, ¿volvemos a ser amigos? —me pregunta con media sonrisa; una sonrisa arrebatadora, todo hay que decirlo.
—Volvemos a ser amigos —le aseguro.
Nos fundimos en un abrazo y noto cómo los dos nos destensamos mutuamente con ese simple gesto.
—¿Qué le has contado a Bryan?
Se despega de mí y me mira sin entender.
—¿Sobre qué? No sé exactamente a qué te refieres.
—Me dio la sensación en la cena de que no sabía nada de lo que tú me habías pillado haciendo.
Por la expresión de sus ojos, parece que está apiadándose de mí.
—Any, Bryan es un tío demasiado listo. Con esto no quiero decirte que tú seas tonta. —Levanto una ceja. ¿Ya empezamos?—. Quiero decir que él siempre va a ir un paso por delante de ti. Solo quiero que aprendas a confiar en él. Además, creo que te dejó claro que era parte de su pasado.
Por ahí no paso.
—Yo también tenía un pasado, Max, y se lo conté todo.
—Excepto que estuviste en la cárcel.
Arrugo la nariz un poco. Es verdad.
—Ese detalle se me escapó.
—¿Se puede saber por qué?
Suspiro. Tantas estupideces he hecho en mi vida…
—Fue por Mikel. Lo pillaron con drogas, y yo, como una completa imbécil, me inculpé para salvarlo porque ya tenía demasiados antecedentes. Jamás pensé que yo entraría en la cárcel. —Miro hacia el suelo, avergonzada. Aunque ya es agua pasada, fui una auténtica estúpida por hacer eso. Max pone cara de circunstancia, y no es para menos—. Lo sé, no hace falta que digas nada. Mi vida ha sido un desastre por mi culpa.
Me levanta la barbilla con su mano.
—No has sido un desastre. Vale que sí fuiste un poco estúpida, porque lo que hiciste es de locos. Inculparse por alguien… —Mueve la cabeza de forma negativa—. Pero, bueno, eso ya no puedes remediarlo. Tu problema ha sido que te ha tocado vivir una vida con demasiadas complicaciones para lo joven que eras, y no has tenido a nadie que te haya ayudado. Pero ahora nos tienes a nosotros.
Sonríe y me estrecha de nuevo entre sus brazos.
Cómo quiero a este hombre. Es uno de los pilares principales en mi vida.
—¿Lo pasaste muy mal? —me pregunta cauteloso.
—No tanto como