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A veces sucede que aquél a quien se le han hecho reproches y críticas exclama: “¡Lo que he tenido que tragarme!” ¿Verdad? Ésta es una expresión que todo el mundo conoce y utiliza. Todo el mundo sabe, pues, que existe una boca psíquica, una boca astral. Gracias a la fe, el amor, la sabiduría, la paciencia y todas las virtudes, nosotros podemos transformar la materia bruta, grosera e impura que recibimos, en alimento digerible para poder merecer el diploma de buen cocinero. Alguno dirá: “Pero un diploma de cocinero, ¡no es algo muy glorioso!” Digamos, entonces, si lo preferís, ¡un diploma de alquimista! Hay muchos puntos comunes entre la cocina y la alquimia.15
Os lo dije, la nutrición es un tema inagotable, porque concierne a la totalidad de nuestro ser. Todo lo que absorbemos nos enseña sus secretos. Conocer es introducir en uno mismo las cosas y los seres para estudiarlos. La nutrición es la llave del conocimiento: debemos empezar siempre por absorber aquello que queremos conocer. La boca es, pues, el principio, el primer órgano de la sabiduría.16 Ella responde a nuestras preguntas sobre la naturaleza de los alimentos que se nos presentan: ¿tienen gusto? ¿Son benéficos para nuestra salud?... La boca nos enseña, pues, el discernimiento.
Al poner en todas las criaturas, incluso en las más ínfimas, la obligación de alimentarse, la Inteligencia cósmica las obliga a adquirir al menos un saber rudimentario: al comer empiezan a estudiar la naturaleza de las cosas. Para desarrollarse y aprender, hay que empezar siempre por saborear. Y lo que es cierto para los microbios lo es todavía más para los humanos. Pero para ellos, evidentemente, comer ya no se limita al plano físico. Su corazón, su intelecto, su alma y su espíritu tienen también necesidad de alimento. Cuando rezáis, meditáis, leéis, estudiáis... cuando contempláis los colores, las bellezas de la naturaleza, cuando escucháis música, ¿qué hacéis sino alimentaros en los planos superiores? Ahí también, si no comemos, nos debilitamos y, después, morimos. Los que no quieren estudiar, rezar, meditar, están abocados a la anemia y, después, a la muerte espiritual. Éste es el argumento que hay que dar a los perezosos que no quieren salir de su inercia psíquica: “¿No quieres comer? Pues bien, morirás...”
Pero volvamos de nuevo a las dos funciones esenciales de la boca: la nutrición y la palabra. El alimento entra en nuestra boca y la palabra sale de ella. Pero ¿acaso no hay una relación entre el alimento y la palabra? Sí, y esta relación es particularmente clara en la figura de Cristo. Cristo, es el Hijo, la segunda persona de la Trinidad, el Verbo creador proferido por el Padre. Y se manifiesta igualmente como comida, cuando Jesús dice: “Yo soy el pan bajado del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá eternamente...” O también, en el momento de la Cena, cuando da el pan y el vino a sus discípulos diciendo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo... Bebed, ésta es mi sangre...”17
Hasta podemos encontrar en los Evangelios un pasaje en el que el pan es claramente identificado con la palabra. Cuando, después de haber ayunado cuarenta días en el desierto Jesús tuvo hambre, el diablo vino a tentarle sugiriéndole transformar las piedras en pan. Pero Jesús le rechazó diciendo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios...” 18
En el plano espiritual, Cristo es el Verbo de Dios, está conectado con Dios lo mismo que la palabra está conectada con el hombre que la pronuncia; y, en el plano físico, es el pan. He ahí otro aspecto de las relaciones que existen entre el mundo de abajo y el mundo de arriba, entre el mundo físico y el mundo espiritual.
10 El yoga de la nutrición, Col. Izvor n° 204, cap. V: “El vegetarianismo”.
11 Los dos árboles del Paraíso, Obras completas, t. 3, cap. III: “Lo que revela el rostro humano”.
12 Los frutos del Árbol de vida, Obras completas, t. 32, cap. XI: “El Verbo vivo”.
13 El árbol del conocimiento del bien y del mal, Col. Izvor n° 210, cap. I: “Los dos árboles del Paraíso”.
14 La vía del silencio, Col. Izvor n° 229, cap. IV: “Un ejercicio: comer en silencio”.
15 El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección, Col. Izvor n° 221.
16 El segundo nacimiento, Obras completas, t. 1, cap. V: “El amor escondido en la boca”.
17 “Buscad el Reino de Dios y su Justicia”, Parte VI, cap. 2 III; “El que coma mi carne y beba mi sangre”.
18 “Sois dioses”, Parte II 3: “Las tres grandes tentaciones”.
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