Sociedad en Jaque, sentido común al rescate. Enrique Salas

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Sociedad en Jaque, sentido común al rescate - Enrique Salas

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las voces interiores, los egos inflamados que tanto daño hacen a la autoestima. Necesitamos un viaje experiencial a la idea de la búsqueda interior, de lo que somos en conciencia y estamos hechos fisiológicamente.

      En contra: ¿hemos dicho, o escuchado alguna vez, por la boca muere el pez? Hay una anécdota de la historia rusa, de más de 200 años, que retrata el aprendizaje de esta pregunta. Un Zar ruso condenó por rebelión a uno de sus líderes. Una vez abierta la compuerta de la horca, la soga falló y el líder revolucionario gritó dolorido ya ven, en Rusia ni las sogas se hacen bien. El mensajero que estaba allí llevó la frustrante noticia al palacio mientras el Zar estaba firmando decepcionado el indulto. Una vez llegó el mensaje, el Zar preguntó ¿Dijo algo el revolucionario? Sí, dijo en Rusia ni las sogas se hacen bien. Acto seguido el Zar rompe el indulto y al día siguiente es ejecutado.

      Nuestras palabras, o nos liberan o condenan. Cuidado con los sarcasmos. Hay que ser cuidadosos con nuestras palabras. Cuidado con lo que decimos o expresamos. Esas palabras llevan una emoción contaminada, que lleva a que las palabras no se deshagan.

      ¿Qué palabras e imágenes permanecen en tu memoria? ¿Te ayudan a evolucionar o involucionar?

      Nos quejamos de los demás, sin embargo no solemos tener en cuenta lo mucho que nos maltratamos a nosotros mismos, o lo que es lo mismo, lo poco que nos queremos o conocemos. Sería bueno que pudiéramos llegar a un acuerdo con nosotros mismos, con nuestras voces más negativas para acallar esas voces internas que no favorecen nuestra autoestima ni la autoconsciencia.

      ¿Qué genera miedo? El castigo. Si no, fijémonos en cualquier situación cotidiana con las fake news, donde la manipulación está a la orden del día. Es triste cuando la gente primero cree desde la inocencia e ignorancia y después se preocupa por situaciones falsas, y no por lo que pasa en su cabeza o entorno de forma real.

      Darse cuenta de las propias limitaciones

      Nos cuesta discernir. Definitivamente.

      La experiencia y el poder de las malas prácticas dificultan la autoconsciencia. Contrariamente a la creencia popular, muchos estudios han demostrado que las personas no siempre aprendemos de la experiencia, que esta no ayuda a erradicar la información falsa, y que vernos a nosotros mismos como altamente experimentados puede impedirnos hacer nuestra tarea, buscar evidencias que rechacen nuestra teoría, e impedirnos cuestionar nuestras suposiciones. Y así como la experiencia puede llevar a una falsa sensación de confianza sobre nuestro desempeño, también puede hacernos confiar demasiado en nuestro nivel de autoconocimiento.

      Y lo curioso es que verbalizamos con mucha facilidad que somos autoconscientes aunque la realidad, los indicadores, la productividad y una sociedad silenciosa, dicen lo contrario.

      Demasiada fantasía mal entendida y autoengaño. Hemos creado en los últimos años, culturalmente y especialmente a través del cine, una etiqueta de líder o liderazgo, que solo debió quedarse en las pantallas o en la imaginación de la infancia.

      Creemos que estamos sobreestimando habilidades y destrezas en nuestros gobernantes y políticos. Así nos pasa, al primero que pase con el rasgo de don de palabra ya le cedemos el rol. ¡No!, hagamos el esfuerzo por ser y hacerlo nosotros también.

      Pero como decía el bueno de Bacon, que viene asomando de nuevo, enhebrando estos episodios del libro: No hay cosa que haga más daño a una nación, como el que la gente astuta pase por inteligente.

      Es más, proponemos una pregunta: ¿acaso creen que los líderes de nivel superior sobrevaloran de manera más significativa sus habilidades? Sí, la respuesta es afirmativa en comparación con las percepciones de los demás. De hecho, este patrón se suele repetir en competencias como la autoconsciencia emocional, la autoevaluación precisa, la empatía, la confianza y el desempeño de liderazgo.

      Hay dos explicaciones principales para este fenómeno:

      En primer lugar, en virtud de su posición, los líderes de alto nivel simplemente tienen menos personas por encima de ellos que puedan proporcionar una retroalimentación sincera.

      En segundo lugar, mientras más poder tenga un líder, la gente se sentirá menos cómoda para darles retroalimentación constructiva, por temor a que esto perjudique sus carreras.

      Entonces, ¿sentimos que necesitamos la aprobación de los demás? Sentirnos parte de una familia, de un grupo de amigos o compañeros de trabajo, requiere no modificar nuestra forma de comportarnos, de pensar y sentir, para sentirnos integrados. Muy distinto, supone el darnos cuenta de las limitaciones en las habilidades y escuchar a los demás, a su punto de vista, por cierto, siempre interesante y útil para tener otro punto de referencia.

      Si lo hacemos desde nuestra limitación, lo estamos haciendo por la percepción que tenemos de nosotros mismos, sesgados por la memoria, por nuestro enfoque. Aceptemos que las personas pueden pensar de forma distinta y aprendamos a que la información repetitiva y negativa y la opinión de los demás, no nos afecte a la autoestima.

      Todos somos únicos e irrepetibles, solo necesitamos hacernos conscientes de ello.

      Mientras más vulnerables seamos, más inocentes y menos ignorantes, más confianza sincera transmitimos, especialmente al hablar con honestidad y humildad. ¿Cómo se hace? Comencemos por compartir los errores positivos, lo que hemos sentido y con aprendizajes que están por llegar.

      La introspección no siempre mejora la autoconsciencia

      También está ampliamente asumido que la introspección -examinando las causas de nuestros propios pensamientos, sentimientos y conductas- mejora la autoconciencia. Después de todo, qué mejor manera de conocernos a nosotros mismos que reflexionando sobre ¿por qué somos como somos? ¿De qué forma hacemos lo que hacemos bien?

      Recordemos que cualquier proceso, es casi siempre mejor hacerlo con ayuda, bien de un asesor, bien de un coach, mentor o terapeuta. Para ir más rápido, solo; para llegar más lejos, acompañado.

      Sin embargo, uno de los hallazgos más sorprendentes en diferentes lecturas, es que las personas introspectivas son menos conscientes de sí mismas y reportan una peor satisfacción y bienestar. El problema con la introspección no es que sea categóricamente ineficaz, es que la mayoría de la gente está haciéndolo de forma incorrecta.

      La mente humana raramente opera de manera racional, y nuestros juicios rara vez están libres de prejuicios. Tendemos a basarnos en cualquier información que encontramos sin cuestionar su validez o valor, ignoramos las pruebas contradictorias y forzamos nuestros pensamientos a ajustarse a nuestras explicaciones iniciales.

      Y ahí es donde entran las personas introspectivas, por ser más propensas a quedarse atrapadas en laberintos mentales y patrones rumiantes. Por ejemplo, cuando damos un feedback o nos centramos en una evaluación, solemos centrar la conversación en el lado negativo, en sus miedos, defectos o inseguridades, en lugar de una evaluación racional de sus fortalezas y debilidades o mapa de éxito.

      En un estudio4, los psicólogos J. Regory Hixon y William Swann dieron retroalimentación negativa a unos estudiantes universitarios sobre una prueba de sociabilidad, simpatía e interés. A algunos se les dio tiempo para pensar en qué tipo de personas eran. Cuando los investigadores les pidieron que evaluaran la precisión de la retroalimentación, los estudiantes qué gastaron su energía racionalizando y negando lo que habían aprendido, y los estudiantes porqué estaban más abiertos a esta nueva información y en cómo podrían aprender de ella. La conclusión fue que pensar porqué uno es como es, puede que no sea mejor que no pensar en uno mismo en absoluto.

      Todo

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