Voces al margen: mujeres en la filosofía, la cultura y el arte. Diana Erika Ibarra Soto

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Voces al margen: mujeres en la filosofía, la cultura y el arte - Diana Erika Ibarra Soto страница 4

Серия:
Издательство:
Voces al margen: mujeres en la filosofía, la cultura y el arte - Diana Erika Ibarra Soto

Скачать книгу

es un fenómeno complejo, presente de formas muy diversas en nuestras sociedades, reseña películas con alto grado de violencia, cuidadosamente seleccionadas, para señalar este fenómeno que también se ejerce por parte de las mujeres y hacia las mujeres.

      Con el conjunto de textos que ahora presentamos esperamos contribuir a la construcción de nuevos escenarios de escucha, que pongan atención a las expresiones politonales provenientes de las voces femeninas, sus demandas, sus problemáticas, sus propuestas y sus contribuciones. El concierto plural de estas voces al margen trasciende la búsqueda de un feminismo unificado. De modo que nos reconocemos sencillamente como participantes de este coro abiertamente polifónico, que se va construyendo en nuestro país y refiere a realidades, tanto locales como globales, que nos resulten útiles para este complejo proceso participativo. Frente al problema eterno de cómo hacer encajar lo plural en la unidad y de tratar de homogeneizar las diferencias, optamos por dar generosa cabida a la diversidad.

      Nuestra contribución busca unirse a este gran reto actual, al esfuerzo de este coro por marcar una nueva ruta, que compense, que abra, que posibilite nuevos horizontes de lo femenino. Estaremos satisfechos si podemos ayudar a integrar estas voces marginalizadas e impulsar este esfuerzo por disminuir el distanciamiento entre las posturas feministas y abrazar una diversidad de voces abiertas e irreductibles, compuestas a su vez por muchas otras voces, que avancen juntas en la superación de las negaciones que los patrones establecidos imponen todavía a las mujeres. Deseamos que este primer volumen de Voces al margen: mujeres en la filosofía, la cultura y el arte vaya abriendo espacios más acordes a los deseos de las nuevas generaciones de mujeres, a las nuevas maneras de ocupar los espacios públicos y de definir lo privado, de comprender la vida y de ejercer la justicia. Ojalá contribuya también a reconocer que las mujeres siempre han estado allí, nunca han estado ausentes.

      Los coordinadores

      Filosofía

      Examinar lo que se ve

      Una nota de justicia para la mujer

      en la República de Platón

      Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.

      El que agradece que en la tierra haya música.

      El que descubre con placer una etimología.

      Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

      El ceramista que premedita un color y una forma.

      El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.

      Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

      El que acaricia un animal dormido.

      El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

      El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

      El que prefiere que los otros tengan razón.

      Esas personas, que se ignoran, están salvando al mundo.

      Los justos, J. L. Borges

      Hay quien actualmente se pregunta si Platón fue un feminista (Brisson, 2012). Julia Annas (1976) probablemente fue de las primeras en realizar esta exploración. Esto detonó durante la segunda mitad del siglo xx una reflexión filosófica sobre si Platón realmente defendió o no a la mujer (Shehadeh, 1998). El propósito de este artículo es mostrar los signos que distancian a Platón del pensamiento social que le tocó vivir; en otro momento abordaré la consistencia de la visión femenina a lo largo de su corpus. En la República, específicamente en el libro V, realiza un tratamiento que seguramente escandalizó a los nobles y políticos atenienses de su época. La mujer, lo sabemos por Aristóteles (Política, I, 5, 1254b13-14), era inferior al hombre: “En relación con los sexos, el hombre es por naturaleza superior y la mujer inferior, el hombre gobierna y la mujer obedece”. Como él, la mayoría de los atenienses así lo pensaban. Como si el sexo fuese parte de su naturaleza, al menos en el sentido fuerte de naturaleza. Por esta razón, la mujer debía ocuparse de las labores “propias de su sexo”, es decir, servir como incubadoras, criar a los hijos y administrar el hogar. En la Atenas de Sócrates la mujer no era considerada capaz de participar en las labores del Estado porque se pensaba que no tenía la estatura moral del varón. Platón, no obstante, vio las cosas desde otro ángulo. Su pensamiento resulta liberal por cómo concibe a la naturaleza humana, tanto en su sexo masculino como en el femenino.

      Mi intención en este texto será mostrar que cada sociedad vive y actúa según el criterio y definición de justicia que alberga. Platón indagó en este tema y gracias a ello dio con una definición de justicia que es compatible con el ser humano. Es decir, hombres y mujeres son considerados a participar en las actividades del Estado platónico gracias a que para Platón la justicia parte del entendimiento del hombre. Comprender lo que significa ser hombre es condición para una sociedad auténticamente justa.

      Una aclaración antes de continuar: a lo largo de este escrito utilizaré el sustantivo hombre como una traducción del griego ánthropos, es decir, como género humano, masculino y femenino, sustantivo común asexuado y no bajo ningún estereotipo de ciertas corrientes actuales. De hecho, comparto la etimología que Platón nos ofrece en Cratilo (399c y ss.) para que apreciemos la belleza del lenguaje no politizado: “ánthropos significa que los demás animales no observan ni reflexionan ni ‘examinan’ (anatheî) nada de lo que ven; en cambio, el hombre, al tiempo que ve —y esto significa ópope—, también examina y razona sobre todo lo que ha visto. De aquí que sólo el hombre, entre los animales, ha recibido correctamente el nombre de ánthropos porque ‘examina lo que ha visto’ (anatrôn hà ópope)”.

      Abrir y cerrar la caja de Pandora

      Prometeo es el responsable del hombre y también, de manera indirecta, de la mujer (Cf. Hesíodo, Teogonía: 535-616). Encargado con el deber de crear al hombre notó que en nada era éste superior al resto de los animales debido a que su hermano, el titán Epimeteo, ya había dado todos los dones a las bestias. Por ello decidió subir al Olimpo y robar las semillas de Helios para obsequiarlas a los hombres (Cf. Hesíodo, Trabajos y días: 43-105). Los mortales, nosotros, los hombres quienes debíamos rendir tributo y sacrificio a los dioses del Olimpo fuimos bendecidos por el fuego que Prometeo robó auxiliado por Atenea. Así, los dioses recibirían de los mortales sólo los huesos del sacrificio, pudiendo aprovechar la carne para alimentarse.

      La furia de Zeus no se hizo esperar. Debía castigar a los titanes por el hurto y a los hombres por aceptar el regalo. Ordena entonces la creación de Pandora, la primera mujer mortal. El encargado de la tarea sería Hefesto, precisamente él, el dios del fuego, quien debía moldear a la mujer a imagen y semejanza de los inmortales. Cada dios le otorgó una cualidad: Atenea donó un cinturón de perlas, un vestido púrpura y otras piedras preciosas; Afrodita le obsequió la belleza; Apolo, la música; Hermes le dio el don de la seducción, un carácter voluble y la manipulación, y las Horas coronaron su cabeza con flores. Pero como Pandora debía ser un castigo para los hombres, también le fue dada la mentira, con la que engañaría al hombre. El último regalo se lo dio Zeus: una caja que jamás debía ser abierta. En ella se encerraban todos los males de la humanidad: enfermedad, venganza, ira…

      Un día, llena de curiosidad, Pandora decide abrir la caja. Tras observar la tragedia que caía ahora sobre la raza humana, cierra la caja impidiendo que saliera el último objeto allí guardado: la esperanza. De esta manera, la venganza de Zeus estaba

Скачать книгу