Otra Argentina es posible. Néstor Jorge Bolado
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Se critica el desarrollo de los acontecimientos o se tolera, con mayor o menor resignación, la realidad cotidiana que nos toca vivir y se aguarda el milagro que nunca llega. Mientras tanto, la decadencia y la desintegración siguen avanzando en una suerte de canibalización social y económica. Sin duda, sería muy desalentador lamentarnos de los hechos, de sus consecuencias, y buscar vanamente la justificación de nuestra inacción cuando sea demasiado tarde e irreversible. En un pasado no muy lejano ya lo hemos experimentado.
Hay una buena parte de nuestra sociedad que cree en la democracia bien entendida, en los valores, el estudio, el trabajo y el esfuerzo. Siente un gran desánimo, una sensación de impotencia y frustración, ante la inminencia de otra oportunidad perdida, pero no se rinde. Asimismo, convive con otro segmento de la sociedad que está en las antípodas. En efecto, persiste en una concepción completamente diferente de lo que es la democracia y sus instituciones, el derecho a la propiedad, la educación, la justicia, y sostiene un enfoque económico que atrasa. Al mismo tiempo, y como partícipes necesarios, nos encontramos con líderes controvertidos en varios aspectos, pero muy creativos para lograr sus propios objetivos a cualquier costo, sin importarles las consecuencias o instrumentar lo que realmente es mejor para el país.
Está claro que la mayoría de la elevada cantidad de funcionarios y legisladores bajo la nómina del Estado en todas sus variantes tienen o han tenido otras preocupaciones u obligaciones distintas a las requeridas por la nación y las circunstancias. Los errores y las omisiones, e incluso la improvisación frente a la complejidad del escenario pasado, presente y futuro, son irritantes. Es notorio que las agendas de los distintos gobiernos están muy alejadas de las demandas de la sociedad, de sus necesidades y de buscar alternativas genuinas para salir del laberinto argentino, que increíblemente entre todos supimos construir.
Es probable que los artífices de nuestro fracaso político, económico y social, así como sus seguidores y otros bien intencionados o con temor a los cambios, puedan invocar, para denostar algunas de las ideas que se expondrán en este libro, recaudos constitucionales, impedimentos legales o sociales.
La triste realidad es que hoy esos enunciados, muy valiosos por cierto, no aplican de igual manera para todos y se vulneran de forma constante con impunidad en la búsqueda de un fin superior que, a la luz de los resultados obtenidos, no necesariamente está claro y justificado. La Constitución, al igual que innumerables leyes, se aplica a conveniencia del poder de turno, la educación no es igualitaria y la pobreza se ha incrementado,
Resulta entonces indispensable un cambio de actitud, un nuevo enfoque para resolver viejos problemas, abandonar comportamientos poco permeables a crecer, hábitos sociales inconducentes y conceptos inmutables en el tiempo, para liberarnos de viejas ataduras del pasado. Al mismo tiempo, dejar de lado a dirigentes nocivos en las más variadas instituciones y organizaciones del país.
Se podrá coincidir o disentir con el análisis y la descripción de la realidad Argentina, pero no es lo importante. Lo trascendente y significativo es, a no dudar, despejar el camino para generar un debate amplio y enriquecedor de las ideas a exponer, que de alguna forma nos lleve al desarrollo económico, la modernidad y un futuro promisorio para todos los que lo deseen.
La alternativa a proponer en este libro, reformista e integral en su conjunto, podría interpretarse como irrealizable y a contramano de la realidad nacional. Permítanme el beneficio de la duda.
Cabe destacar que muchos de los conceptos enunciados y las situaciones descriptas en las páginas siguientes podrían complementarse con cifras, estadísticas, descripción de errores costosísimos resultantes de decisiones políticas y económicas, negocios improcedentes, nombres y apellidos de sus autores e involucrados. Existen innumerables pruebas, documentación, referencias periodísticas y en general abundante bibliografía al respecto y mencionarlas solo haría más tediosa la lectura. Como tantas otras veces ha sucedido, nos sacaría del foco de la cuestión, lo accesorio se vuelve principal, y una información de una fuente que para algunos puede ser considerada no confiable o subjetiva para otros puede serlo en forma diametralmente opuesta y generar una discusión irrelevante, invalidando la cuestión de fondo, la alternativa propuesta.
La sensación que uno percibe es que hay un núcleo poco permeable de eventuales lectores. Ellos, aún con la contundencia de lo que se pueda expresar y ya sea por conveniencia, por razones ideológicas, por sentirse causal de nuestra decadencia o varios otros motivos o circunstancias, no aceptarían en todo o en parte la descripción de la situación y el contexto actual de nuestra patria. Mucho menos, probablemente, consentirían la eventual evaluación y discusión superadora de una propuesta alternativa de nación a construir entre todos.
De la vereda de enfrente puede haber otro grupo más abierto a la confrontación de ideas, preocupado por encontrar una salida de la crisis en que nos encontramos, por la necesidad de hacer algo diferente, de dejar de insistir con recetas perimidas. Esta franja de ciudadanos es consciente de que el mundo avanza mientras nosotros seguimos retrocediendo en no pocos aspectos. Es probable que ellos sean más proclives a coincidir, en mayor o menor grado de aceptación, en el análisis y la consideración de nuevas ideas. Específicamente este último núcleo de eventuales lectores será un excelente punto de partida para intentar despertar algún grado de interés, con un sentido crítico, en la propuesta a evaluar.
Es urgente dejar de lado la grieta, sin ignorarla. Es muy real y nos condiciona a todos por igual. Si seguimos acuciados por lo urgente declinando resolver lo importante, o al menos intentarlo, continuaremos estancados en un presente ficticio. Más aún, si se observan los resultados a la vista y la evolución social y económica de otros países y sociedades, está muy claro que continuamos aferrados al pasado. En otras palabras, debemos abandonar nuestra zona de confort, animarnos a buscar otros caminos y soluciones, con creatividad, apertura mental e imitando a los países que hacen las cosas bien, desterrando el “no se puede” con determinación y voluntad de cambio. Tal vez sea la última oportunidad de lograr transformarnos en una mejor sociedad, en un país desarrollado, mejorar nuestra calidad de vida y, por ende, la de las generaciones futuras.
Se podrán ver expuestos algunos conceptos que, en líneas generales, quizás ya fueron enunciados o intentados aplicar parcialmente con anterioridad; también estrategias implementadas en países muy alejados o con una idiosincrasia completamente diferente a la nuestra, pero que les dieron excelentes resultados. En paralelo, se introducen ideas muy disruptivas, que sin duda demandarán un esfuerzo adicional para consensuar e implementar, pero realmente hacen a la diferencia con otros intentos que fracasaron.
En principio, se realiza una descripción de nuestra situación social, política y económica. Esta no pretende ser su diagnóstico total y pormenorizado, sino marcar un punto de inflexión y partida, para tomar conciencia de la magnitud de los cambios de todo tipo a implementar.
El enfoque adoptado, en primer lugar, describe la madurez y la actitud participativa y solidaria requerida de la sociedad argentina. Se trata de un compromiso con el cumplimiento de políticas indeclinables de Estado de consenso y a incorporar a una nueva dirigencia política, al servicio de la nación. A continuación, se proponen los cambios estructurales a efectuar en distintos ámbitos, junto a alternativas para resolver problemas casi endémicos de nuestro país, para luego definir el rol del Estado, más eficiente y racional, en un nuevo modelo a diseñar. Por último, se esboza un plan estratégico integral, con una metodología a aplicar, para ser una nación desarrollada.
La propuesta parte de la coyuntura actual, pero con una visión hacia el futuro, que avanza a toda marcha. Aquí se piensa cómo posicionarnos para