Memorias de Idhún. Saga. Laura Gallego

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Memorias de Idhún. Saga - Laura  Gallego Memorias de Idhún

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se había quedado muda de asombro. Los ojos se le habían llenado de lágrimas.

      Pero Jack no había terminado de hablar. Alzó la cabeza de nuevo y prosiguió, con esfuerzo:

      —Estoy molesto, pero tengo lo que yo mismo me he buscado. Y sin embargo, en estos momentos lo único que me importa de verdad es que te veo destrozada, Victoria, y eso es lo que más me enfurece de todo este asunto: no que hayas llegado a sentir algo por ese... ese... esa cosa. Sino que él te ha engañado, te ha utilizado, te ha hecho mucho daño. No se lo puedo perdonar. Estoy enfadado con él, y no contigo –inspiró profundamente–. Bueno, ya está. Ya lo he dicho.

      Se dejó caer, sintiéndose muy débil de pronto, y apoyó la espalda contra el tronco del árbol. No se atrevía a mirar a Victoria.

      —Sí, lo has dicho –murmuró ella, atónita–. Y te has expresado... con mucha claridad –lo miró con tristeza–. Ojalá yo pudiera saber lo que siento. Estoy muy confusa.

      —Lo siento –se disculpó Jack, en voz baja–. Te he liado más. No era esta mi intención. Había venido como amigo, pero ahora te he contado todo esto y va a parecer que intento aprovecharme de la situación y...

      Se interrumpió, sorprendido, porque Victoria se había arrojado a sus brazos y lo estrechaba con fuerza. Jack la abrazó, confuso, pero no tardó en cerrar los ojos y disfrutar de la sensación. Y aquel sentimiento que ella le provocaba se desató en su interior como un torrente de aguas desbordadas. La abrazó con más fuerza y hundió el rostro en su cabello castaño.

      —Gracias, Jack –susurró ella–. Es tan bonito todo lo que me has dicho. Ojalá... ojalá yo tuviera las cosas tan claras. Eres muy importante para mí. Tanto, tanto, que daría mi vida por ti. Sin dudarlo, como he hecho esta noche. ¿Es eso amor? No lo sé. Parece que sí, ¿no? Pero hace unas horas estaba besando a Kirtash, Jack. A Kirtash, que me ha dicho docenas de veces que va a matarte. ¿Lo entiendes? Por eso tengo la sensación de que te he traicionado. Aunque solo sea como amigo. Mantenía una relación en secreto con alguien que quiere matarte, Jack.

      ¿Qué clase de amiga soy yo? Por muy intenso que sea lo que siento por ti, no puede ser amor, porque si lo fuera... habría matado a Kirtash cuando tuve la ocasión. Habría evitado toda posibilidad de que...

      Se le quebró la voz. Jack seguía abrazándola.

      —Estabas enamorada de él –comprendió–. De verdad. No era una ilusión.

      —No, Jack –sollozó ella–. ¿Lo ves? ¿Lo ves? Soy... soy una persona horrible.

      Jack cerró los ojos, sintiendo que su corazón sangraba por ella.

      —No, Victoria, no lo eres. Eres maravillosa. Maldita sea, y pensar que yo podía haber evitado todo esto...

      Victoria iba a responder, cuando un timbre impertinente los interrumpió. Era la alarma del reloj digital de ella.

      —Son las siete menos cuarto en mi casa –dijo, dirigiéndole una mirada de disculpa–. Tengo que marcharme. Tengo clase a las ocho, va a sonar el despertador en quince minutos y...

      —Pero Victoria, no has dormido nada. ¿Vas a ir a clase de todas formas?

      —He de hacerlo, o mi abuela sospechará algo. Te recuerdo que anoche incendiamos el pinar. Alguien habrá llamado a los bomberos. Si no estoy en la mesa del desayuno a las siete, mi abuela se va a preocupar muchísimo, pensará que he tenido algo que ver...

      Jack tardó un momento en contestar.

      —Comprendo –asintió por fin, levantándose y ayudándola a incorporarse–. Vete, pues. Pero dile que no te encuentras bien, o algo. No estás en condiciones de ir al colegio.

      Victoria lo miró con cariño y sonrió. Recordó la época en que habría dado cualquier cosa porque él regresara de su viaje para decirle todo aquello que le había confesado ahora... demasiado tarde.

      ¿O aún no era demasiado tarde? Descubrió que su corazón todavía latía con fuerza cuando miraba a Jack a los ojos. Descubrió la llama que aún ardía detrás de la muralla que ella había intentado levantar entre los dos.

      —No quiero marcharme –confesó–. Quiero seguir contigo un rato más.

      «Para siempre», pensó, pero no lo dijo. No tenía derecho a decirlo. No, después de haber cedido al fascinante hechizo que Kirtash ejercía sobre ella. No, teniendo en cuenta que todavía, a pesar de todo lo que había pasado, echaba de menos a Christian. Desesperadamente.

      Sacudió la cabeza. Todo era muy confuso...

      —Pero yo estaré aquí cuando vuelvas –le aseguró el chico, muy serio.

      —¿De verdad?

      —Estaré aquí –prometió él–. Esperándote. El tiempo que haga falta.

      La miró con ternura, y Victoria sintió que se derretía entera. Supo que él tenía intención de besarla, y deseaba de verdad que lo hiciera, pero se apartó, con cierta brusquedad.

      —No, Jack. No merezco que me beses. Porque yo... Iba a decir «...porque he besado a Kirtash», pero no fue capaz de seguir hablando. Jack comprendió.

      —No te preocupes. Tómate el tiempo que necesites, te esperaré. Y, si cambias de idea... ya sabes dónde encontrarme.

      —Jack... –suspiró ella–. Sabes, yo... te quiero muchísimo, pero no entiendo... no entiendo lo que siento. Mereces a alguien que pueda quererte sin dudas, sin condiciones. ¿Me comprendes?

      —Perfectamente. Pero ahora vete y descansa, ¿vale? Ya hablaremos más adelante.

      Victoria asintió. Dudó un poco antes de ponerse de puntillas para besar a Jack en la mejilla. Después, con una cálida sonrisa y los ojos brillantes, se alejó corriendo hacia la casa.

      Jack se quedó allí, de pie, junto al sauce que era el refugio de Victoria, y la vio marcharse. Si Victoria se hubiera vuelto para mirarlo en aquel mismo momento, tal vez habría descubierto la sombría expresión de él, y habría adivinado que había tomado una terrible decisión. Pero no lo hizo. A pesar del dolor y de las dudas, se sentía reconfortada por las cálidas palabras de su amigo, por su abrazo, por su cariño. Y tenía la seguridad de que, aunque estuviese cayendo al abismo, Jack estaría abajo para recogerla.

      El despertador sonó a las siete. Victoria acababa de materializarse sobre su cama, y por un momento deseó cerrar los ojos y dormir. Pero sabía que no debía hacerlo. No se lo había dicho a Jack, pero temía soñar con aquella aterradora criatura en la que se había convertido Christian, temía verla otra vez entre sus pesadillas, y no creía que estuviera preparada para ello.

      Con un suspiro, se levantó, se puso el uniforme y fue al cuarto de baño. Se miró al espejo. Tenía un aspecto horrible. Se lavó la cara, pero todavía estaba pálida, con los ojos hinchados y con unas terribles ojeras. Tuvo la sensación de que sus ojos parecían todavía más grandes de lo que eran, y se encontró a sí misma comparándose mentalmente con una especie de búho. Se preguntó cómo podía gustarle a Jack. O a Christian. Eran dos chicos extraordinarios, cada uno a su manera, y seguía sin comprender qué habían visto en ella.

      Pensar en Jack hizo que le recorriera una cálida sensación por dentro. Kirtash era enigmático

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