Ecos del misterio. José Rivera Ramírez

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Ecos del misterio - José Rivera Ramírez Ensayo

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Y de hecho... Ahora, cuantas siguen la moda no más por seguirla, quedarían espantadas, si muchas personas osaran palpar lo que muestran ¿Por qué, entonces, no se cuelgan un cartelito indicador, prohibitivo? Y no dejaría de tener su gracia...

      Las artes de las musas nacen de tres fuentes: alegría, dolor, entusiasmo; emociones que suscitan movimientos acelerantes, o viceversa, del tono vital, y que pueden ser sometidos a ritmo. Y éste puede ser verbal, de las musas y del alma, como principio consciente de vida. Lo postrero nos intensificaría el sentido interpretativo, expresivo de la música o la poesía. Pero no poseemos los posibles desarrollos de Teofrasto...

      Importancia de Plinio –autor que no he alcanzado todavía en mis lecturas latinas– para la historia del arte. Por lo visto, abunda en citas y se constituye en fuente cardinal. Acaso sería interesante comprar sus cartas a mi paso por Madrid, y leerlas.

      Tres criterios de la época helenística: fidelidad en la imitación, belleza en la idealización, razón en las obras alegóricamente sugestivas. Lo de fidelidad e idealización, no creo que haya que entenderlo solamente en cuanto al modelo exterior, sino en cuanto a la postura interior que se expresa: yo puedo descargar en una obra cuanto siento, o puedo depurarlo: y eso es lo que se debe hacer.

      Se plantea la posibilidad de sugerir realidades invisibles: los caracteres, v. gr. del demos. Ello requiere ingenio en el artista, e inteligencia en el espectador. Teofrasto se declaraba contra el exceso de pormenores en las expresiones literarias; es preciso escoger detalles, y dejar al oyente la posibilidad de completarlos: de lo contrario, pensaría que lo tomamos por tonto. La teoría de la sugestión es, pues, muy antigua...

      Se otorga gran importancia al ingenio, frente a la diligencia de las manos. El ingenio es la capacidad de inventar, de impresionar al espectador obligándole a pensar. En el arte de Timantes, se entiende siempre más de lo que se ve.

      He oído, a veces, alabar a Velázquez, por haber ocultado el rostro irrepresentable del crucificado: así, hace tantos siglos, era loado Timantes, por haber ocultado el semblante del padre de Ifigenia...

      La idealización de los dioses y de los hombres: Cresilas representaba a los nobles más nobles aún de lo que eran... Y la idealización se lograba, a veces, mediante la “inducción”, como en el caso de Zeuxis, en el cuadro de Acragas.

      En la escultura se alaban, ante todo, la audacia y la sutileza. Y la habilidad técnica es algo que ni se celebra de ordinario, sino que se supone normal.

      Hay artistas exagerados en su preocupación técnica, tales como Apolodoro el loco –destructor de sus obras, porque jamás llegaban a satisfacerle– y Calímaco, cuya obra resulta fría a fuerza de perfecta. Lo que demuestra que en todo, incluso en la perfección, hay que guardar medida (Plinio).

      “En un boceto... afirmaban ya los antiguos, que se admira aún más, que en un cuadro acabado, el vivo pensamiento en pleno desarrollo, lo dinámico de la intención, mientras que con la imaginación se complementan los rasgos que faltan...”

      Después de exponer un poco de historia, resume así: “la pintura comenzó con figuras planas, esquemáticas, en las que, poco a poco, se iban indicando los músculos y los pliegues. Con Parrasio se comenzó a dominar el relieve, primero del contorno mismo, luego en su contraposición con el fondo. Apeles y Nicias lograban crear la ilusión de los miembros reales, y de personajes que se movían en la misma esfera de la realidad que el espectador”.

      La crítica de arte alcanza una sutileza imposible, sin una teoría estética muy bien establecida, aunque implícita.

      Aunque no voy anotando los mínimos detalles, si es importante advertir cómo todos –incluído Aristóteles– al referirse a los estilos, en los aspectos más externos, reprueban una constitución en puros períodos. Demetrio de Falerón, que, aunque posterior, representa bien las teorías helenistas de los tiempos que analizo, afirma que oír hablar en períodos ininterrumpidos, marea.

      Antipatía a lo híbrido, en cualquiera de sus formas. Valoración del autodominio: el poderío resulta de la fuerza reprimida. Lo cual parece indudable: una fuerza que se reprime a sí misma es la realización de la fuerza en sí. En cuanto a la observación sobre lo híbrido, merecería consideración especial: el gracioso en el teatro clásico... que a mí me hace tanta gracia.

      La estética del estoicismo. Así como Platón tiene a Dios como artista, y para Aristóteles el único artista es el hombre, para los estoicos el primer artista es la naturaleza. Partiendo de sus supuestos filosóficos: la consciencia del fuego, y su intervención creadora de formas, según reglas inmanentes racionales y conformes al fin, el artista es el fuego. Y toda forma viviente, todo organismo una obra de arte, muy superior a las construídas por el hombre. La belleza tiene carácter dinámico: resulta de una tensión entre fuerzas opuestas. Formada por el fuego, en el hombre por el corazón y la razón que en él vive, es fruto del ritmo de los movimientos, de los humores... y en el alma del equilibrio de las tensiones, de las tendencias. En tercer lugar, la belleza es la correspondencia de las formas con el todo –que es lo más hermoso– y entre sí. Correspondencia de lo estático - simpatía de lo dinámico. Por eso, cada forma es el análogon de otros seres, signo de otra, u otras varias formas, lo que da una ordenación jerárquica al universo. Y cuando el alma se relaja de su ligazón al cuerpo es capaz de percibir algunas de estas significaciones. “La inspiración poética es una forma de esta inmanencia ardiente del alma divina, en el alma humana”.

      El arte tiene un finalismo universal: la belleza de lo útil. El fundamento de toda belleza es la producción del ser, y luego el mantenimiento de la vida. Pero sobre esta base, la naturaleza persigue, incluso, el lujo de lo superfluo.

      Subjetivamente cada ser tiene su misión, y la del hombre, por encima de cualquier otro ser, es la de contemplar e imitar el cosmos en su actividad artística. El hombre es la obra de arte más sublime. Y como artista reproduce la obra de la naturaleza, con sus dos objetivos: lo útil y lo meramente bello. Hay relación entre la belleza corporal y anímica. La primera se conecta con la salud, y se determina por el tamaño y forma oportunos de los miembros, junto con la suavidad del color. La belleza del alma está en la homología, la armonía interna, que produce acorde perfecto entre pensamientos y aspiraciones, por una parte, y las prescripciones racionales de la inteligencia por otra. La causa de la desarmonía está en la desproporción, la exageración de algún aspecto.

      El cuerpo hermoso es una obra de arte en que se manifiesta el alma formadora, y el alma es bella, y producida por la inteligencia formadora.

      La virtud es arte, y sólo el sabio merece el nombre de artista. Dan más importancia al arte ejecutor que al creador. El artista es el logos que mueve al sabio.

      Teóricamente, siendo lo mismo logos y pneuma, debería haber correspondencia infalible, entre la belleza de alma y cuerpo - forma y materia; pero, de hecho, no es así. Expresamente recalcan la superioridad de la belleza de alma.

      La virtud es la belleza auténtica, y la física está entre lo indiferente. Se identifica, según el tema griego normal, lo bello y lo bueno. Y la hermosura es felicidad para quien la posee, y placer para quien la contempla.

      Yo pienso que en la realidad, objetivamente, hay mucha más correspondencia, de lo que se suele pensar, entre la belleza moral y la física. Aunque ciertamente no total. Lo que sucede es que, ante todo, bajo el imperio del instinto sexual, se ha acostumbrado el hombre a considerar bello lo corporal, en la medida que es apetecible sexualmente, o al menos que se asemeja todavía –o ya– a lo apetecible sexualmente. Pero la belleza perfecta no existe, y en cuanto a la relativa, contiene muchos aspectos. La belleza de un niño es muchas veces superior a la de una joven, y ésa es todavía apreciada, porque parece prometer, para

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