Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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659 José Zapiola, Recuerdos de Treinta Años, I, pp. 54-55; Recopilación de las leyes, ordenanzas, reglamentos y demás disposiciones de policía vijentes en el departamento de Santiago, Santiago, p. 100.
660 Dusaillant, op. cit, pp. 72-73; Tornero, Chile Ilustrado, pp. 809-810.
661 Lei del Sistema Métrico Decimal 1860, op. cit., pp. 8-23.
CAPÍTULO IV
LOS PRIMEROS PASOS DEL DESARROLLO INDUSTRIAL
JUAN RICARDO COUYOUMDJIAN BERGAMALI
¿INDUSTRIAS O TALLERES?
La temprana industrialización chilena iniciada a mediados del siglo XIX ha sido objeto de un debate historiográfico acerca de su real efecto, al estimarse que no produjo el impulso capaz de llevar al desarrollo económico general del país, como sucedió en otras latitudes662.
La falta de registros hace difícil comprobar la presencia de industrias propiamente tales, diferentes de los talleres artesanales, antes de la década de 1880. Hay, sin embargo, antecedentes indirectos de su existencia. En una guía de Valparaíso de 1862 aparecen al menos tres fundiciones para fabricar piezas de metal, y numerosas máquinas a vapor para aserrar y cepillar madera, hacer caños de plomo y otros usos663. De otra parte, un anuncio de la fábrica de calzado de Octavio Benedetti en el catálogo de la Exposición Nacional de Agricultura de 1869, destaca el uso de “nuevas máquinas, las cuales producen de 200 a 300 pares por día”, empleando materiales importados y nacionales664.
No hay estadísticas que permitan conocer el desarrollo y variedad de una industria nacional. Sin embargo, un extracto de las exportaciones de manufacturas en los registros de comercio exterior correspondientes al periodo 1871-1874, hecho por Luis Ortega a partir de las memorias de hacienda, incluye aceite, calzados, colchones, cervezas, jabón, ladrillos refractarios, muebles, maquinaria surtida y ropa hecha665. La estadística comercial para 1876 ofrece un elenco similar, agregando a la lista anterior importantes cantidades de fideos y galletas, además de harina y cuerdas de cáñamo666. En su análisis de los registros de comercio exterior, Ortega también observa un incremento en la proporción de materias primas sobre el total de las importaciones, la que subió del 4,6 por ciento al 9,6 por ciento entre 1870 y 1879, a la vez que la internación de maquinaria aumentó del 5,8 al 8,1 por ciento de total en el mismo lapso667.
Las industrias nacionales estaban concentradas inicialmente en Santiago y Valparaíso, las que representaban el 57,4 por ciento del total de las creadas con anterioridad a 1880 y subsistentes a la fecha del censo efectuado por la Sociedad de Fomento Fabril en 1896668.
Cuadro No 11
Industrias en Chile creadas antes de 1880 y existentes en 1895.
Baldomero Estrada, “Valparaíso y el proceso de industrialización en Chile a fines del siglo XIX”, en Valparaíso 1536-1986. Primera jornada de Historia Urbana, Valparaíso, Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1987, p. 139.
En 1872, Recaredo Tornero registraba en Santiago cuatro fábricas de aceite, 19 de almidón, 12 de carruajes, 13 de carretas y carretones, cuatro de fideos, 12 de cerveza, dos de sacos, 52 de tejas y ladrillos, 15 de velas y jabón, y otras de paños, seda, cigarros calzados y perfumes. En Valparaíso, agregaba, el número de estas fábricas ascendía a 60, en Talca a 35, en Valdivia a 13 y en Tomé a siete669. El total resulta congruente con la información del censo industrial de 1895, citado por Marcello Carmagnani, el cual registra 240 establecimientos fundados con anterioridad a 1870670.
Si la cifra parece exagerada, es porque la delimitación entre el pequeño industrial y el artesano es imprecisa, como se aprecia en el comentario sobre lo exhibido en la Exposición Nacional de Artes e Industria de 1872, en el que ambos términos resultan casi sinónimos671.
El estudio de la matrícula de industrias y profesiones sujetas al pago de patente en Santiago permite dilucidar un tanto esta situación. En ella se registran 78 “fábricas” de diversos artículos: aceite, aguardientes, almidón, aserraderos, carretas y carretones, carruajes, cervezas, “chocolate con molinos”, fideos, limonadas, sacos, y velas y jabón. Como el valor de las patentes varía no solo según el giro del negocio, sino también de acuerdo al capital comprometido, se puede suponer que las patentes de mayor valor corresponden a fábricas y las restantes, a talleres. Así, las fábricas de carruajes pagaban patentes de 100 y 200 pesos anuales, mientras que las de carretas y carretones pagaban de 15 a 30 pesos, un distingo que puede explicarse por el mayor equipamiento que requieren las primeras. Los aserraderos a vapor pagaban 200 pesos, y las cervecerías y fábricas de limonada pagaban 100 pesos. En cambio, de las cinco fábricas de fideos, las tres de primera clase pagaban 100 pesos y las dos de segunda clase pagaban 30. El mismo distingo encontramos en las patentes de las 11 fábricas de velas y jabón: 100 pesos pagaban las de primera clase y 50 pesos las de segunda. En el otro extremo, las 15 fábricas de almidón pagaban apenas 10 pesos, lo que hace pensar en una actividad muy artesanal672.
Al año siguiente, la Intendencia de Valparaíso modificó la clasificación de negocios sujetos al pago de patente, distinguiendo entre “fábricas”, de las cuales registraba 55, y “talleres”, 120 en número, lo que venía a ser el reconocimiento formal de las diferencias entre unas y otros673.
LOS “INDUSTRIALES MODERNOS”
Se debe tener presente que el mercado interno chileno era bastante reducido por el bajo poder adquisitivo de la población. De ahí que las industrias se concentraran mayormente en la producción de alimentos y bebidas, y en otros rubros que tenían un consumo generalizado, así como en sectores donde no era necesaria la producción en serie, como en el caso de las maestranzas e imprentas. El cuadro de “establecimientos industriales modernos en 1876”, elaborado por Luis Ortega, confirma la aseveración anterior:
Cuadro No 12
Establecimientos industriales modernos en 1876
Fuente: Luis Ortega, op. cit., p. 258.
Uno de los sectores más importantes en el sector de la alimentación fue la molinería. Si bien existía desde antiguo, experimentó una transformación a partir de la década de 1830 con la introducción de maquinaria moderna, con lo que se logró un producto de mejor calidad. Fue el caso de los molinos en los puertos trigueros de Tomé y Lirquén, a cargo de empresarios británicos y estadounidenses, y de la empresa Molinos San Cristóbal de Santiago, formada José Tomás y Jerónimo Urmeneta, asociados con los norteamericanos Tomás Page y Samuel Ward Greene, la que, en 1853, tenía un capital de 120 mil pesos. Situada al pie del cerro homónimo, contaba con ocho molinos de piedra movidos con maquinaria a vapor, diversos arneros y equipo para limpiar y lavar el grano, produciendo harina flor de alta calidad674.
Un segundo sector alimentario vinculado al anterior