Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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Durante el periodo 1848-1875, se instalaron en Valdivia y Llanquihue entre cuatro y ocho mil inmigrantes alemanes, que hallaron en la agricultura y la industria su principal quehacer863. Por otro lado, los franceses —mil 600, según el censo de 1854, y casi el doble en 1875— tuvieron mayor presencia en áreas urbanas, por lo que contribuyeron a imponer modas que abarcaban desde el vestuario femenino y el mobiliario doméstico hasta el gusto literario, la retórica política y la práctica religiosa864. Los ingleses, por su parte, localizados especialmente en Valparaíso, trajeron, junto al five o’clock tea, desde la práctica de deportes hasta la sobria indumentaria masculina, mucho más austera que su par francesa. Estas y otras colonias fundaron clubes, periódicos y colegios, con lo que traspasaron también su lengua y sus costumbres tanto a sus descendientes como a las nuevas generaciones de chilenos. La influencia de los forasteros fue, como apuntan Collier y Sater, absolutamente desproporcionada en relación con su número. Para entender esto último, sin embargo, es necesario detenerse en el papel que desempeñaron algunos extranjeros connotados.
Así, Charles Darwin llegó en 1832 al sur de Chile después de recorrer por un año las costas de Brasil, Uruguay y Argentina. Visitó parte de Tierra del Fuego, los canales australes, el litoral chileno, la pampa, Chiloé y las islas Guaitecas, el norte minero y diferentes ciudades, entre ellas, Valparaíso y Santiago. Durante el año y medio que este naturalista de 20 años estuvo en Chile, hizo múltiples observaciones y registros geológicos, botánicos, zoológicos y antropológicos, muchos de los cuales ayudaron a dar forma a su famosa teoría de la evolución de las especies.
Pero, más que las incursiones espontáneas y fugaces como la de Darwin, parece necesario subrayar aquellas que fueron impulsadas de manera institucional con la finalidad de sentar las bases del futuro desarrollo de la cultura en el país. Algunos de quienes aportaron fueron científicos de categoría, como Claude Gay. Con apenas 28 años y un grado de Doctor en Ciencias, en 1828 entró en relación en Francia con Pedro Chapuis, quien le ofreció viajar a Chile para impartir clases de Física e Historia Natural en su Colegio de Santiago. Dos años más tarde fue contratado por el gobierno de José Tomás Ovalle para hacerse cargo de una exploración científica con el propósito de recoger y clasificar especímenes de la flora y fauna de Chile. Así comenzó una larga y prolífica carrera que dio a Chile al menos dos grandes obras: la creación del Museo Nacional de Historia Natural y la publicación de una serie de libros dedicados al estudio del país que lo acogió. Se trata de 26 volúmenes de su Historia física y política de Chile; dos volúmenes dedicados a la historia, ocho a la zoología, dos a la agricultura y ocho a la botánica865. Destacan dos volúmenes conocidos como los “álbumes de Gay”, que contienen numerosas láminas con imágenes de personajes y escenas criollas y con ilustraciones botánicas y zoológicas. Incluso aparece allí el primer mapa general del país que se hizo durante la república866
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