Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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La situación política en la que se encontraba el país a comienzos de 1826 incidió en el fortalecimiento del federalismo. Ausente Ramón Freire del gobierno para encabezar personalmente la ocupación militar de Chiloé, asumió la conducción de la nación un Consejo Directorial encabezado por el principal defensor del federalismo, José Miguel Infante. El triunfo de las ideas federales en 1825 y 1826 puso en discusión el ordenamiento político-administrativo que se deseaba establecer en el país. Esto explica que en ese periodo se aprobaran diversas normas que pretendieron organizarlo según el esquema federal. Para el éxito de tal objetivo parecía fundamental una nueva división del territorio, medida que debía asegurar un efectivo ordenamiento y una adecuada gestión político-administrativa del espacio69.
Las primitivas tres provincias que se reconocían a partir de 1812, Coquimbo, Santiago y Concepción, correspondían a grandes extensiones territoriales, cuyos límites estaban dados por accidentes geográficos naturales fácilmente identificables, como los ríos, a saber, el Choapa, el Maule y el Toltén, respectivamente. Ahora se pretendió definir unidades de menor superficie, para reducir el poder central y darles mayor autonomía a las autoridades locales, las asambleas provinciales, en la administración de su territorio. El proceso se llevó a cabo con la dictación del decreto de 31 de enero de 1826, que creó cinco nuevas provincias, que se agregaban a las tres existentes, determinación que debía ser sometida previamente al Legislativo para su aprobación70. Después de largos debates en torno a si era conveniente designar primero a las autoridades o bien el número y los límites de las provincias, el Congreso se inclinó por la última opción, y sancionó el 30 de agosto de 1826 la división político-administrativa que regiría al país. El territorio de Chile quedó dividido en ocho provincias: Coquimbo, desde el despoblado de Atacama hasta la orilla norte del río Choapa, con su capital La Serena; Aconcagua, desde la orilla sur del río Choapa hasta la cuesta de Chacabuco y su cordón de montañas hasta el mar, con su capital San Felipe; Santiago, desde Chacabuco hasta la orilla norte del río Cachapoal, con su capital la ciudad de este nombre; Colchagua, desde la orilla sur del río Cachapoal hasta el río Maule, con su capital, la villa de Curicó; Maule, desde la orilla sur del río Maule hasta el río Ñuble en su nacimiento de la cordillera, siguiendo su curso hasta su confluencia con el Itata, “y desde aquí de este río hasta su embocadura en el mar”, con su capital la villa de Cauquenes; Concepción, “desde los límites indicados a la anterior hasta los que hoy reconoce con el Gobierno de Valdivia”, con su capital, la ciudad de ese nombre; Valdivia, “todo el territorio que hoy se recorre bajo la dirección del gobierno de Valdivia”, con su capital la ciudad del mismo nombre; Chiloé, formada por el archipiélago de ese nombre, con la ciudad de Castro como capital71.
La referida división originó numerosas reclamaciones, como las presentadas ante el Congreso por el representante de Coquimbo y su Asamblea Provincial, que impugnaron el límite sur de la provincia; la designación de Curicó como capital de Colchagua, objetada por Talca; la insatisfacción de Valparaíso, que quería ser una provincia separada de Santiago, y la pretensión de Chillán de ser la capital de la provincia de Concepción72.
Con la creación de las cinco nuevas provincias en 1826, Aconcagua, Colchagua, Maule, Valdivia y Chiloé, nuevamente fueron los accidentes geográficos naturales, ríos y cordones montañosos, los que sirvieron de límites entre ellas.
La constitución de 1828 no solo indicó, como sus predecesoras y con una discutible técnica jurídica, cuáles eran los límites generales del país, sino que agregó en su artículo 2 que se dividía en las ocho provincias ya aludidas73. Sin embargo, al detallar las atribuciones exclusivas del Congreso, dispuso en su artículo 46, N° 8 que a este le correspondía “crear nuevas provincias” y “arreglar sus límites”74. Aunque para la elección de los miembros de la Cámara de Diputados al artículo 25 consideró únicamente el número de habitantes —un diputado por cada 15 mil personas y fracción que no bajara de siete mil—, la de los senadores tenía una base territorial: serían elegidos por las asambleas provinciales, a razón de dos senadores por provincia (artículo 30).
PROVINCIAS Y DEPARTAMENTOS DESPUÉS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1833
El proceso de relacionar la representación política con el número de habitantes y el territorio culminó con la constitución de 1833. Ella estableció en su artículo 115 que el territorio se dividía en provincias; estas, en departamentos; los departamentos, en subdelegaciones, y las subdelegaciones, en distritos, a cargo, respectivamente, del intendente (artículo 116), del gobernador (artículo 117), del subdelegado (artículo 120) y del inspector (artículo 121)75.
Como el artículo 18 dispuso que los diputados se elegían por departamentos, fue necesario iniciar la división de las provincias, aunque sin establecer los límites de la mayor parte de ellos hasta después de 1850. Por otra parte, la elección de segundo grado de senadores y de presidente de la república requirió de electores. La elección de los electores de senadores se hacía por departamentos (artículo 25), al igual que la de electores de presidente (artículo 63), que se hacía en número triple al de diputados. Así, la creación de departamentos estuvo vinculada a la necesidad de establecer no solo la representación ciudadana al Congreso sino también la elección del Presidente de la República. Conviene subrayar que este proceso se realizó de manera espontánea a lo largo del siglo e impulsado por normas particulares y no como consecuencia de un plan general, que nunca existió76.
De las provincias creadas en 1812 y 1826 —Coquimbo, Santiago, Concepción, Aconcagua, Colchagua, Maule, Valdivia y Chiloé— conviene recordar las divisiones en departamentos que experimentaron. Coquimbo, que perdió una extensa parte de su territorio al formarse la provincia de Atacama, se dividió en los departamentos de La Serena, Combarbalá, Elqui, Ovalle e Illapel, cuyos límites se fijaron en 1855, 1864, 1853, 1851 y 1874, respectivamente. La provincia de Santiago se dividió en los departamentos de Melipilla y Santiago, con sus límites fijados en 1863 y 1833. Concepción fue dividida en siete departamentos: Concepción, Talcahuano, Chillán, Coelemu, Lautaro, Puchacay y Rere, con deslindes fijados en 1833, 1885, 1849, 1885, 1885 y 1886, respectivamente. Aconcagua quedó dividida en los departamentos de Putaendo, creado y delimitado en 1833, Petorca, La Ligua, San Felipe y Los Andes, cuyos límites fueron establecidos en 1888, 1858, 1854 y 1858, respectivamente. Colchagua quedó formada por los departamentos de Caupolicán, Curicó y San Fernando, que fueron deslindados en 1863,1847 y 1869. Maule se dividió en cinco departamentos: Linares, Parral, Cauquenes, Itata y San Carlos, con límites de 1885, 1863, 1859, 1854 y 1861. Valdivia fue dividida en los departamentos de Valdivia y Osorno, con límites establecidos en 1864 y 1863. Chiloé, por último, quedó formada por los departamentos de Ancud, Castro y Quinchao, todos delimitados en 1833.
Cuando la subdivisión del país comenzó a intensificarse, por variados motivos, entre ellos las rivalidades locales, fue imprescindible un conocimiento más pormenorizado del territorio. De ahí la importancia que para este propósito tuvo la cartografía elaborada por Claudio Gay y Amado Pissis.
Así, en 1833 se originó la provincia de Talca, nacida a consecuencia de la presión política ejercida por la elite de esa ciudad sobre el gobierno central. Con motivo de la aprobación de la Constitución de ese año no solo los representantes ante el Congreso José Ignacio Cienfuegos y José María Silva