Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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Dada las imprecisiones de los mapas existentes, las autoridades republicanas se abocaron a la tarea de disponer de cartografía confiable tanto del territorio marítimo como del continental. Para satisfacer lo anterior se realizaron diversos intentos. En el plano marítimo, el piloto Claudio Vila, radicado en Valparaíso, interesó en 1823 al ministro del Interior Mariano Egaña para crear allí una academia náutica, la que, además de formar a los pilotos para la navegación, debería levantar cartografía hidrográfica tanto del litoral como de los puertos, teniendo en consideración la extensa costa del país. Sin embargo, la muerte sorprendió al piloto Vila antes de ver hecho realidad su proyecto. Un propósito similar persiguió en 1837 José de Villegas, director de la Escuela Náutica de Valparaíso, junto a Manuel García y Castilla, que tampoco tuvo éxito. Sin embargo, los levantamientos hidrográficos hechos por algunas potencias europeas, en especial Inglaterra y España, comenzaron a ser muy frecuentes en esta parte de América. En ella se inscribió la cartografía del territorio chileno austral y central levantada por el hidrógrafo inglés John William Norie y publicada en 1822 y 1824, labor a la que colaboró posteriormente el Almirantazgo británico. Los marinos españoles, continuadores de la escuela de Vicente Tofiño de San Miguel, hicieron importantes contribuciones a la cartografía náutica de las costas chilenas, como la realizada por la ya mencionada expedición de Alejandro Malaspina de finales del siglo XVIII.
Las exploraciones marítimas de los hidrógrafos británicos durante el segundo y tercer decenio del siglo XIX, en especial en la región austral, merecen especial atención. De suma importancia fue la expedición encargada por el Almirantazgo al comandante Philip Parker King, quien, con las naves Adventure y Beagle y un destacado grupo de oficiales y científicos, realizó el relevamiento hidrográfico del estrecho de Magallanes y canales adyacentes en tres campañas de diciembre de 1826 a marzo de 1827; de enero a agosto de 1828 y de abril a mayo de 1830. Una misión complementaria, al mando del comandante Robert Fitz Roy en el bergantín Beagle, que zarpó de Davenport en diciembre de 1831, dio término a “una labor sin precedentes por lo extensa, seria y completa”, marcada, además, por dificultades de toda índole29. A un gobierno como el británico, que estaba aplicando un sistemático proceso de expansión colonial por todo el mundo para asegurar su comercio, con seguridad no le era indiferente obtener la más completa información sobre el paso marítimo entre los océanos Atlántico y Pacífico, etapa previa a una posible ocupación territorial. En las indicadas campañas los marinos ingleses exploraron y relevaron también los canales que desde la bahía Tamar se abren hacia el norte. Fitz Roy le encomendó a los tenientes Skyring y Graves esos trabajos, quienes, a bordo del Adventure, llegaron hasta el golfo de Penas. Entre los frutos de esa expedición debe anotarse la exploración por el teniente Skyring y el piloto Kirke del asombroso fiordo de Última Esperanza, descubierto en diciembre de 1557 por el capitán Juan Fernández Ladrillero, y reconocido por tierra solo a partir del decenio de 187030. Por su parte, el comandante Pringle Stokes, a bordo del Beagle, realizó el reconocimiento y levantamiento de la costa exterior hasta el área del golfo de Penas, en el sector de la península de Tres Montes31. En lo que corresponde al área conocida como Aysén, a principios del cuarto decenio el capitán Robert Fitz Roy reanudó las exploraciones, y su práctico William Low recorrió el archipiélago de los Chonos, desde Guafo a Tres Montes. Esos trabajos permitieron disponer de las primeras representaciones cartográficas modernas de la zona occidental de Aysén32. La actividad hidrográfica inglesa se reanudó entre 1866 y 1869 con los levantamientos de la corbeta Nassau, al mando del capitán Richard C. Mayne, y los del Alert, en 1880, y del Sylvia, en 1882-188433.
El interés por disponer de una cartografía de calidad para la seguridad de la navegación de cabotaje en las costas chilenas llevó a que el Ministerio de Marina de Chile publicara en 1843 una carta de gran parte del litoral chileno titulada Carta incompleta de la Costa de Chile, basada en los trabajos hidrográficos realizados por Fitz Roy. Entre 1841 y 1844 los marinos Domingo Salamanca y Leoncio Señoret levantaron pequeños tramos del litoral chileno al norte de Chiloé. Los trabajos iniciales se concentraron en el litoral entre Atacama y Aconcagua, en los cursos y en las desembocaduras de los ríos de la zona central y sur, y en la búsqueda de una comunicación entre el archipiélago de los Chonos y el golfo de Penas34.
La labor de hidrógrafos chilenos de la Armada comenzó a tener significación a mediados del siglo XIX gracias a los levantamientos en el litoral de las provincias de Llanquihue y Arauco, así como también por los realizados en los cursos de los ríos Biobío, Toltén, Imperial, Cruces, Calle Calle, Futa, Maullín y las hoyas de los río Valdivia y Bueno35. Conviene recordar que el plano de la desembocadura de este último río, hecho en 1834, es la primera expresión de la hidrografía nacional36. Destacaron de manera especial las labores de la primera comisión hidrográfica a cargo del teniente Francisco Hudson entre 1855 y 1857 en el extenso litoral entre Chiloé y Magallanes. Posteriormente, entre 1870 y 1874, le correspondió al capitán de fragata Enrique Simpson llevar adelante varias campañas de reconocimiento marítimo para garantizar una navegación segura y para tratar de encontrar pasos que comunicaran la Patagonia occidental con la oriental, lo que supuso la exploración de los ríos y de las llamadas internaciones del mar entre los paralelos 44° y 46° de latitud sur37.
En 1874 se creó la Oficina Hidrográfica, dependiente del Ministerio de Marina, cuyo cometido era la publicación de cartas hidrográficas y la elaboración del Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile. A partir de ese año se iniciaron los trabajos de exploración y relevamiento de la región del estrecho por el comandante Simpson, al mando de la corbeta Chacabuco. Este ciclo hubo de interrumpirse entre 1879 y 1884 con motivo de la guerra del Pacífico38. En enero de 1879 el teniente de la Armada Ramón Serrano Montaner inició la exploración interior de la Tierra del Fuego, partiendo desde la bahía Gente Grande y recorriendo un sector de la sección norte de la isla así como la parte central de ella. La existencia de placeres auríferos en varios ríos fueguinos interesó a un ex oficial de marina, Jorge Porter, quien exploró a fines de 1880 la parte noroccidental de la isla y descubrió la bahía que denominó Porvenir, de la cual hizo un levantamiento preliminar cartográfico e hidrográfico39.
En 1880 asumió la dirección de la Oficina Hidrográfica el destacado especialista Francisco Vidal Gormaz, momento a partir del cual los progresos de esa cartografía en el reconocimiento del litoral fueron muy significativos.
La cartografía continental, representada en este caso por la cartografía topográfica, exhibió también un considerable desarrollo, que tuvo implicaciones