Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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La labor efectuada por Amado Pissis se tradujo, en su parte cartográfica, en el Plano topográfico y geológico de la República de Chile, a escala 1:250.000, publicado en París en 1873, obra compuesta de 13 hojas, realizada mediante una triangulación geodésica, método que aseguraba un levantamiento de calidad y precisión49. Años más tarde, en 1888, siendo jefe de la sección de Geografía de la Oficina Central de Estadística, publicó un mapa geográfico general de todo el país a escala 1:1.000.000, titulado Mapa de la República de Chile desde el río Loa hasta el cabo de Hornos, basado en los datos acumulados para su mapa a escala 1:250.000.
Por otra parte, la relación escrita de su trabajo fue recogida en los diferentes informes publicados en los Anales de la Universidad de Chile a partir de 1850, tanto de índole monográfica como específica de algunas de las provincias visitadas. En ellos dio a conocer las características físicas y humanas del territorio chileno, producto del conocimiento directo adquirido en sus viajes a terreno, así como de la consulta de otros viajeros y exploradores, en especial de lo realizado por Claudio Gay. Entre estos informes cabe destacar “Investigación sobre la altitud de los cerros culminantes de la cordillera de los Andes”, de 1852, y “Descripción de la provincia de Valparaíso”, de 1858. Todo este trabajo tuvo su expresión final en su obra Geografía Física de la República de Chile, publicada en 1875, en la que reseña en su primera parte, y con gran extensión, la orografía, geología, meteorología e hidrografía de país, bajo el título de Reino Orgánico, y en su segunda parte todo lo relacionado con la vegetación, agricultura y fauna, bajo el nombre de Geografía Botánica50.
Los mapas de Pissis, a pesar de las críticas de que fueron objeto, junto con su texto Geografía Física de la República de Chile, tuvieron gran influencia durante el último tercio del siglo XIX y contribuyeron notablemente al conocimiento de la geografía del país, sobre todo en lo referente a sus potencialidades económicas.
En el proceso de descripción del territorio conviene tener presente también a otros individuos que cumpliendo deseos personales o bien encargos del gobierno o de gobiernos extranjeros exploraron con fines científicos el país durante el siglo XIX. Así, se hicieron reconocimiento de zonas más específicas del país, como ocurrió con Valdivia. En ellos participaron los hermanos Bernardo y Rodulfo Amando Philippi, Benjamín Muñoz Gamero —en 1849 reconoció el lago de Todos los Santos51—, los hermanos Guillermo y Eduardo Frick, Guillermo Dðll, que completó el trabajo de Muñoz Gamero y publicó un mapa de la zona, y varios agrimensores, como Reuter, Harnecker, Siemsen, Eisendecher, Geisse y otros52. Guillermo Cox exploró en 1859 la desembocadura del río Petrohué, y en 1862 emprendió un viaje que lo llevó hasta el lago Nahuel Huapi. Consecuencia de estas exploraciones fue, además de las descripciones del territorio y de sus habitantes y de un mejor conocimiento de la flora y de la fauna, la elaboración de una abundante cartografía, como el mapa de la provincia de Valdivia de Bernardo Philippi, impreso en Alemania en 1846; el de Eduard Poeppig, grabado en París en 1859; el de Guillermo Frick, de 1864, y el de este mismo, de una parte de la provincia, de 1885.
Por su magnitud deben recordarse los viajes realizados por Ignacio Domeyko y Rodulfo Amando Philippi, el primero al desierto de Atacama y a la Araucanía, y el segundo también al desierto de Atacama. Ignacio Domeyko, con estudios en la Escuela de Minas de París, ostentaba el título de ingeniero en minas, y fue contratado por el gobierno chileno con el propósito de formar sus propios cuadros de profesionales y técnicos para fortalecer el desarrollo económico, así como para reconocer los recursos naturales de que disponía el territorio. Recién llegado al país se radicó en La Serena como profesor de Química y Mineralogía en el liceo de esa ciudad. Escribió, asimismo, ensayos y artículos referentes a los minerales existentes en el país y recorrió Atacama, poniendo especial interés en Copiapó, Huasco y Chañarcillo53. Al visitar Domeyko la Araucanía en 1845, lo hizo motivado esencialmente por su curiosidad de científico en el pueblo mapuche y en las características de ese territorio. Las opiniones que formuló en sus escritos tuvieron gran importancia para las autoridades de gobierno ante el debate surgido sobre lo que convenía hacer en una región aún no sometida a la soberanía del Estado chileno54.
Rodulfo Amando Philippi, médico de profesión pero naturalista por vocación, se desempeñó como profesor de Geografía y de Historia Natural en el Colegio Politécnico de Cassel. Inducido por su hermano Bernardo, quien actuaba como agente de colonización de Chile, llegó al país a fines de 1851. Muy pronto fue nombrado rector del Liceo de Valdivia, para trasladarse posteriormente a Santiago, donde ejerció el cargo de profesor de Botánica y Zoología del Instituto Nacional. En 1853 fue nombrado director del Museo Nacional de Historia Natural. La contribución de Philippi al país es muy amplia, pero en lo referente al conocimiento del territorio ella se deriva de las diferentes expediciones científicas que lo llevaron a recorrer gran parte del territorio, lo que le permitió hacer interesantes aportes a la taxonomía de la flora chilena. Mediante decreto del 10 de noviembre de 1853 se le encargó explorar y reconocer el desierto de Atacama, misión que emprendió de inmediato junto a Guillermo Dðll y al célebre cateador Diego de Almeida. El objeto de la exploración era conocer la geología de esa parte del territorio y los diferentes minerales que podía contener para su explotación, así como obtener más información geográfica para el mejor conocimiento de esa porción del país y sus posibilidades de recibir asentamientos humanos55. Aunque la formación académica de Philippi no era la misma que la de Ignacio Domeyko o Amado Pissis, fue el primer naturalista en explorar una zona temida por aislada e inhóspita. Su informe, importante en la descripción y sistematización de la flora y fauna del desierto, no fue alentador respecto de las posibilidades de ocupación, así como de la explotación minera, especialmente por la carencia de recursos hídricos.
El 3 de agosto de 1848 el Congreso de los Estados Unidos encargó al secretario de Marina la preparación de una expedición astronómica al hemisferio sur, destinada a calcular la distancia entre la tierra y el sol. Esta tarea, que se centró en Chile y en los territorios interiores de Argentina, fue llevada a cabo entre los años 1849 y 1852 por el teniente de la Armada James M. Gilliss, quien contó con la colaboración de tres ayudantes. A los trabajos astronómicos y sobre magnetismo terrestre agregó numerosas y agudas observaciones sobre Chile, su población, sus actividades económicas y su vida política. Pero también, y sobre la base de los trabajos de Pissis, Allan Campbell, Gay, “los originales inéditos de los archivos de Santiago” y las propias determinaciones astronómicas de la expedición, elaboró tres planchas que cubrían desde los “supuestos límites de Bolivia”, en el paralelo 25, hasta la isla de Chiloé. Al ayudante principal de Gilliss, el teniente Archibald MacRae, le cupo la tarea de hacer observaciones entre Santiago y Buenos Aires, fruto del cual, en lo que hace relación a Chile, fue el mapa de los pasos de Uspallata y Portillo56.
Menos numerosos y más tardíos fueron los viajes de reconocimiento al interior del territorio magallánico. Aunque se sabe que este era recorrido por baqueanos dedicados al comercio con los indígenas y a la caza de caballos salvajes o baguales,