Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola
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Cabe agregar a lo anterior que, como se ha visto antes, una de las preocupaciones principales de las misiones fue la fundación de escuelas975.
INCORPORACIÓN DEL TERRITORIO DE MAGALLANES A LA DIÓCESIS DE ANCUD
Hay dos zonas o áreas territoriales en las cuales la iglesia católica chilena tuvo que hacer esfuerzos significativos para establecer su presencia. Con la creación de la diócesis de Ancud se presentó el desafío de incorporar plenamente el territorio de Magallanes a su jurisdicción; el segundo correspondió a los territorios de Tarapacá y Antofagasta, ocupados por Chile después de la guerra del Pacífico, materia cuyo examen no corresponde a este volumen.
La bula de erección de la diócesis de Ancud (Ubi primum, 6 de junio de 1840), definió en forma genérica los límites de ella, indicándose que comprendía las provincias de Valdivia, Llanquihue, Chiloé y el territorio de Magallanes. Los límites eran por el oriente la cordillera de los Andes y por el sur el cabo de Hornos.
El gobierno chileno utilizó el término “territorio” para referirse únicamente a este espacio geográfico, y se empleó hasta comienzos del siglo XX. Tiene, sin duda, una orientación de integración o de colonización en lo civil y de misión en lo eclesiástico.
Pero el concepto de territorio creó cierta ambigüedad: Magallanes pertenecía a la diócesis de Ancud, pero al mismo tiempo, dado que era una zona de misión, podía tener un vínculo con la Congregación de Propaganda.
La evolución de la condición jurídico-canónica de este territorio se puede seguir mediante las relaciones diocesanas de visita ad limina de los obispos de San Carlos de Ancud.
En los informes ad limina del obispo Francisco de Paula Solar, de 1866 y 1877, no se encuentran descripciones del territorio de Magallanes. En el capítulo primero de ambos, que trata del estado material de la iglesia, se indica únicamente que la “diócesis está dividida en tres provincias y un Territorio”976. Solo desde el informe de visita ad limina de 1888, del obispo dominico Fr. Juan Agustín Lucero, se incrementa discretamente la información en el capítulo primero. En la sección límites indica las ciudades y lugares sujetos al obispado977: “fuera de la parte continental, comprende numerosísimas islas, divididas en cuatro archipiélagos, llamados Chiloé, Chonos, Taitao y Magallanes. En este inmenso territorio viven alrededor de 200 mil hombres, de los cuales unos 25 mil no han sido bautizados, careciendo por lo tanto de nuestra fe y beneficios, especialmente en las selvas de la Patagonia y Tierra del Fuego”.
Después, al describir los conventos, indica que “los padres de la Congregación de San Francisco de Sales, fundada por D. Bosco, son siete; de los cuales son cinco sacerdotes y dos hermanos laicos profesos, los cuales están en el pueblo de Punta Arenas desde agosto, en una misión dedicada a la conversión de los indios patagones y fueguinos”. En el capítulo del informe dedicado al clero secular no hay descripciones en la sección parroquia acerca de su posible administración a cargo de los misioneros salesianos.
Llama la atención que los obispos omitieran en sus informes toda referencia a la incipiente presencia franciscana en el territorio, donde trabajaban desde 1844. También sorprende que el territorio de Magallanes no fuera visitado por ningún obispo de Ancud, desde la creación de la diócesis hasta fines del siglo XIX.
El antecedente más temprano sobre la presencia de la iglesia en Magallanes surge con la petición del intendente Domingo Espiñeira, en 1844, a los franciscanos del Colegio de Castro, de un misionero para asistir a la nueva colonia de Magallanes978. La orden franciscana mantuvo su presencia desde 1844 hasta 1878, esto es, desde el misionero Fr. Domingo Passolini hasta Fr. Mateo Matulski. Después, entre 1878 y 1887, el servicio religioso fue administrado por intermedio del clero secular.
El primer concepto técnico canónico aplicado a la asistencia religiosa en Punta Arenas fue el de capellanía, que dio paso a continuación al de viceparroquia. El incipiente desarrollo parroquial en Punta Arenas a la llegada de los salesianos explica que, como se indica a continuación, fuera la sede de la prefectura apostólica, jurisdicción eclesiástica que se creó para la misión.
La documentación franciscana existente permite ordenar el desarrollo eclesiástico del territorio de Magallanes, que se efectuó orgánicamente entre 1844 y 1879979. Todos los nombramientos eran propuestos por el guardián del Colegio de Castro, y, con la aprobación del obispo de Ancud, eran presentados al gobierno, el cual efectuaba la designación y fijaba la renta.
De gran importancia fue la acción pastoral de fray Domingo Passolini. Los aportes de los 12 misioneros que le sucedieron fueron menores. Influyeron sin duda en semejante resultado las dificultades políticas y sociales de la comunidad naciente. Así, la revuelta del teniente Cambiaso llevó a la muerte tanto al sucesor del padre Passolini, el fraile Gregorio Acuña, como al gobernador Muñoz Gamero. Varios frailes considerados en la sucesión enfermaron antes de viajar o, una vez arribados a Punta Arenas, debieron ser trasladados. Otros renunciaron por persecución de los gobernadores, entre los cuales uno, de religión protestante, obstaculizó la presencia del misionero. Los contratiempos en el ministerio pastoral se observaron hasta la labor del último fraile, Mateo Matulski, de origen polaco.
Los franciscanos actuaron a la vez como misioneros y capellanes en la colonia de Magallanes. La documentación existente