La puta gastronomía. Remartini
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Carlo Petrini es el fundador del movimiento Slow Food, cuya filosofía concentra el libro Bueno, limpio y justo. Principios de una nueva gastronomía. Este gurú italiano propone una cadena alimentaria donde todos sus implicados, desde el agricultor y el ganadero, hasta el gran chef y el comensal delicado, propicien una gastronomía natural, sana y sostenible que impida la desaparición de productos y tradiciones, y que combata el hábito mundial por la comida industrial: por la pereza del fast food.
El libro de Petrini obtuvo en 2005 una repercusión mundial porque, hasta la fecha, nadie ha propuesto una revolución culinaria de semejante ambición. Disfruta de tres beneficios para su expansión: la idea mola, se comprende fácilmente sin haber leído el tocho entero y resulta inevitable comulgar con ella. Aborda además la afición popular más en boga en España desde hace dos décadas y permite a los periodistas componer una sinopsis rápida con tan solo trasladar la nota de prensa, lo cual es fundamental en este mundo eléctrico.
Sé nuevamente de qué hablo porque tras mi experiencia con las alpacas, más un par de vendimias y otras recolecciones frutícolas donde desplegué un arsenal de ineptitudes propias de Peter Sellers en El Guateque, finalmente estudié Periodismo. Con ese oficio me apaño la vida desde hace 20 años. Bastante bien, todo sea dicho. Al menos no sangro. Hasta he dirigido páginas web, parte de cuyo público es tiquismiquis e impertinente: en este país de mercados centrales destartalados y de periódicos en crisis, cualquier mindundi sabe más de periodismo que los periodistas, cualquier votante talibán conoce al dedillo el programa político del adversario, cualquier Gastromonguer controla más que ningún tendero de gastronomía y cualquier aficionado al fútbol alberga en su barriga cervecera un pequeño gran entrenador. Somos un país de listos, como bien entendió MediaMarkt al decidir su exitoso eslogan.
El manifiesto de Petrini atesora un cuarto elemento que propicia su popularidad: propone una nueva y orgullosa definición para la palabra gastrónomo. «Todavía hay quien piensa en nosotros los gastrónomos como un grupito de comilones egoístas y despreocupados por su entorno. Lamentablemente, no lo han entendido», dice con resignación el autor en el arranque del tratado por una comida lenta. El gastrónomo, por el contrario, tiene entre sus «prerrogativas» el «sentirse de algún modo coproductor del alimento, parte de una comunidad de destino».
¿Qué es un gastrónomo? Pues en rigor, alguien que domina la gastronomía. ¿Y qué es la gastronomía? Pues según la RAE:
—El Arte de preparar una buena comida.
—La afición al buen comer.
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