Tiembla, memoria. Catalina Murillo

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Tiembla, memoria - Catalina Murillo страница 8

Автор:
Серия:
Издательство:
Tiembla, memoria - Catalina Murillo Sulayom

Скачать книгу

crees? –me pregunta extrañada.

      —Patiño, tú y yo vamos a hacer historia, me comprometo. Lástima que los cinco de ayer no nos molieron a patadas: nos alejaron así de nuestras biografías gloriosas. Yo lo presiento aunque no tengo pruebas, pero veo el día acercarse… Sí, mira, en efecto: lo dice claramente mi fondo de café.

      Cata le extiende su taza vacía a Patiño y agitando las manos libres grita:

      —¡Esta noche amamantaré a todos los huérfanos de Madrid!

      Catalina M. Botellas se pone de pie en el taburete, aparta su albornoz cual rojo telón de terciopelo y saca al mundo sus pechos como dos bolas de helado de coco.

      —¡Hagamos algo, Corazón! Edifiquemos El Templo Lácteo. Tú y yo seremos las sumas sacerdotisas, amiga. Lo único que necesito es una túnica que me deje los pezones por fuera. Tomad y bebed de esta paradoja: yo, que he mantenido voluntariamente mi vientre enjuto y estéril, llevo dentro una madraza. Recibiremos los jueves. Nos dedicaremos sin fines de lucro a la lactancia del hombre adulto. Tú también, Patiño, deja tus redes y sígueme, no me vengas con remilgos.

      —Cómo puedes darte tanta importancia.

      No se ha conmovido, no ha sonreído siquiera, la muy aguafiestas. Me observa como a bicho raro y le da vueltas a mi alocución como uno que no sabe por dónde empezar a pelar una naranja.

      Cómo puedes darte importancia: es su pregunta vital, que le ha granjeado muchas antipatías. Nadie entiende que lo pregunta pidiendo auxilio. Patiño quiere vislumbrar algo en su abismo, entender por qué no se mueve por nada, por qué no corre tras de nada. Por supuesto, mucho cavilar y leer no le da ninguna pista al respecto: nadie toma ganas de vivir y crear, ni de morir, por una serie de razonamientos.

      —Tú eres afortunada –insiste, con una admiración rayana en el insulto.

      Hemos discutido tantas veces por esto. Ella piensa que “allí” (en América Latina) la gente aún no conoce el miedo al ridículo que atenaza a los europeos; piensa que tenemos sensualidad, ilusión, frescor: conceptos que aquí se venden caros, en botellas de perfume y de ron. “Vosotros todavía estáis vivos”, dice con añoranza y me fastidia. Hasta Patiño, ¡que ha vivido “allí”!, cree que hay más vitalidad al otro lado del mar.

      No, a mí no me engañan ustedes. Yo siempre he querido vivir como una europea, aunque no sepa qué significa eso. Desde niña soñaba con ir por los tejados junto con un deshollinador tarareando: “Chinchibirín, chinchibirín, esto es Europa”.

      —Lo mío es una tara familiar… ¿Por qué algunos se caen de la bicicleta y se vuelven a montar de inmediato mientras que otros no se vuelven a montar nunca más? ¿Por qué a unos lo que no los mata les hace más fuertes, mientras que a otros les deja moribundos?

      —Voy a preparar unos Bloody Marys para ir vislumbrando la cuestión.

      —Algo hicieron mal mis padres conmigo –se lamenta Patiño.

      En eso creo que tiene razón, pero no se lo digo. Hay gente capaz de echar su vida a la basura para vengarse de sus progenitores, para demostrarles qué malos padres fueron.

      La mañana se aligeró con unos cócteles. Por la tarde fuimos a un museo, visita de la que dejaremos consignado un hecho llamativo: cada vez que un cuadro le parecía genial, Patiño se sonrojaba y se movía nerviosa. Le pregunté qué le pasaba, pero muy molesta negó que tal cosa sucediera, negación que no hizo más que picar mi insistencia. Empecé a acosarla para que confesara pero ella, antes de enconcharse, dijo que peor yo, que mascullaba frente a las obras de arte y reía entre dientes.

      Santuzza credimi. Santuzza, credimi. A las diez de la noche la voz del tenor hace retumbar el ventanal de mi casa, mientras Patiño y yo nos emperifollamos para ir a una fiesta sabatina a la que dentro de poco asistirán ustedes con nosotras.

      Patiño se mete en la ducha y cuando escucho el chorro del agua, llamo a la puerta del baño (que ella ha trancado bien) y le digo a voces:

      —¡Corazón! ¡Déjame ver tus tetas!

      —Ni hablar.

      —¡Por favor!

      —¡Que no, pesada!

      —Si es lo más normal del mundo. Las amigas se enseñan las tetas, se las tocan, las comparan… Además, estoy segura de que me van a encantar.

      —Déjame en paz.

      Cómo serán sus pezones, de qué color, de qué tamaño. Patiño es blanca, suave y huele a avena con miel. Yo querría ser ella, claro, eso es lo obvio; pero también tengo el punto viciosillo de imaginar qué se siente desearla como hombre, sentir turbación al tocar sus suaves redondeces. Si yo fuera hombre, y si un pene viene a ser un clítoris de quince centímetros, estaría todo el día erecto y al acecho; todo el santo día deseando sentir una cavidad tibia y babosa succionarme mi cilíndrico clítoris, mientras mi boca se aferra a un pezón como a una gomita.

      —¡Quiero ver tus tetaaas! –aúllo siguiendo la melodía de la ópera y suelto una carcajada, pero no crean: su negativa me humilla un poco y ahí pegada llamando a la puerta entiendo los resortes del machismo.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4RRxRXhpZgAATU0AKgAAAAgADQEAAAMAAAABBiwAAAEBAAMAAAABCasAAAECAAMAAAAEAAAA qgEGAAMAAAABAAUAAAESAAMAAAABAAEAAAEVAAMAAAABAAQAAAEaAAUAAAABAAAAsgEbAAUAAAAB AAAAugEoAAMAAAABAAIAAAExAAIAAAAeAAAAwgEyAAIAAAAUAAAA4AE7AAIAAAAHAAAA9IdpAAQA AAABAAAA/AAAATQACAAIAAgACAAtxsAAACcQAC3GwAAAJxBBZG9iZSBQaG90b3Nob3AgQ1M2IChX aW5kb3dzKQAyMDIwOjA1OjIwIDE0OjMzOjM3AMOTc2NhcgAAAASQAAAHAAAABDAyMjGgAQADAAAA Af//AACgAgAEAAAAAQAAB3agAwAEAAAAAQAAC7gAAAAAAAAABgEDAAMAAAABAAYAAAEaAAUAAAAB AAABggEbAAUAAAABAAABigEoAAMAAAABAAIAAAIBAAQAAAABAAABkgICAAQAAAABAAAS1wAAAAAA AABIAAAAAQAAAEgAAAAB/9j/7QAMQWRvYmVfQ00AAf/uAA5BZG9iZQBkgAAAAAH/2wCEAAwICAgJ CAwJCQwRCwoLERUPDAwPFRgTExUTExgRDAwMDAwMEQwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwM DAwBDQsLDQ4NEA4OEBQODg4UFA4ODg4UEQwMDAwMEREMDAwMDAwRDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwM DAwMDAwMDAwMDP/AABEIAKAAZgMBIgACEQEDEQH/3QAEAAf/xAE/AAABBQEBAQEBAQAAAAAAAAAD AAECBAUGBwgJCgsBAAEFAQEBAQEBAAAAAAAAAAEAAgMEBQYHCAkKCxAAAQQBAwIEAgUHBggFAwwz AQACEQMEIRIxBUFRYRMicYEyBhSRobFCIyQVUsFiMzRygtFDByWSU/Dh8WNzNRaisoMmRJNUZEXC o3Q2F9JV4mXys4TD03Xj80YnlKSFtJXE1OT0pbXF1eX1VmZ2hpamtsbW5vY3R1dnd4eXp7fH1+f3 EQACAgECBAQDBAUGBwcGBTUBAAIRAyExEgRBUWFxIhMFMoGRFKGxQiPBUtHwMyRi4XKCkkNTFWNz NPElBhaisoMHJjXC0kSTVKMXZEVVNnRl4vKzhMPTdePzRpSkhbSVxNTk9KW1xdXl9VZmdoaWprbG 1ub2JzdHV2d3h5ent8f/2gAMAwEAAhEDEQA/AOnTjRMkNTC8/dReU25IyESpzWsfMbyWlpLdwgTv Z/b9qlxi5UTw76+SDswlMZ5Csj7BIHuiQXaGY924N1/4tIuwyAHAyABoCO1bS7T+rYrHs+k3kx/4 y3i8D9jXSBRg7GbaOXV

Скачать книгу