El valor histórico-arqueológico del mar. Alberto Gullón Abao
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En el mismo testamento reconoce no haber aportado ningún bien al matrimonio, aunque sí su mujer que, como dote, llevaba cuatro mil pesos fuertes “[…] que obran en mi poder”; a pesar de ello, al final de sus días, Juan Bautista fue propietario de fincas urbanas en Cádiz y salinas en Puerto Real que heredaron sus hijos a parte iguales, tal como se detalla en la repartición de bienes “[…] treinta y cuatro ovas partes de la salina situada en el término de Chiclana de la Frontera (…) casas en la ciudad de Medina Sidonia, en la plaza de la Constitución (…) casas en la ciudad de San Fernando C/ Belén, 7, 8 y 9, etc.[…]34. Podríamos asegurar que este es el origen de la fortuna y las propiedades de José María, su primogénito, y de sus otros dos hijos, a quienes, muy probablemente, les facilitaría la entrada y las posteriores relaciones con los sectores burgueses allí donde fueron destinados. Esta es una hipótesis que adelantamos y que está en vías de investigación y estudio.
José María Lazaga Garay ingresó en la Armada separándose voluntariamente del servicio con el empleo de alférez de fragata el 22 de junio de 1876. Fue nombrado alcalde de la ciudad de San Fernando en dos periodos, 1891-1893 y 1907-1909; y fue elegido senador del Reino por la provincia de Cádiz en varias legislaturas entre los años 1896-1904.
Joaquín Lazaga Garay, nació también en San Fernando el 3 de febrero de 1843 y sentó plaza de aspirante en el Colegio Naval Militar, el 8 de enero de 1855. Su carrera en la Armada lo llevó a desempeñar el cargo de gobernador interino de la Isla de Mindanao. En su hoja de servicios35 se detalla ampliamente la relación de este marino con Latinoamérica, realizando su primera navegación a bordo de la urca Pinta, al apostadero de La Habana en 1859. En 1894 desempeñó el cargo de comandante Naval del Sur de Filipinas. El día 9 de abril del mismo año “[…] se encargó interinamente del gobierno general de la isla de Mindanao”36. Con el empleo de capitán de navío fue destinado como capitán del puerto de Manila. Posteriormente, fue nombrado vocal secretario del Centro Consultivo de la Armada y, más tarde, secretario del Consejo Supremo de Guerra y Marina. Se retiró con el empleo de contralmirante.
El tercer hermano, Juan Bautista Lazaga Garay, sentó plaza como aspirante en el Colegio Naval de San Fernando en 1857, y plaza de Guardiamarina de 2ª en 1860. Desde muy pronto fue destinado al Caribe, llegando a La Habana en 1861. Los lazos con América se estrecharon aún más en la familia Lazaga, ya que Juan Bautista contrajo matrimonio con la hija del vicecónsul de Venezuela en Cuba, María Luisa Baralt; de dicha unión nacieron seis hijos, que siguieron vinculados a la vida de la mar. Juan Bautista murió en la batalla de Cuba al mando del acorazado Oquendo en 1898. Pero fue la hija de José María, Lola, casada con José María Chereguini Buitrago en 1899, la que conforma y da cuerpo a este repositorio documental que incluyen, sobre todo, fotos y el intercambio epistolar, entre otros, con su familia y amigos.
La documentación
Nuestro objetivo, desde el momento en el que abordamos la tarea de la preservación documental del fondo, fue, y sigue siendo, la clasificación, la ordenación y la catalogación de un legado (Martín Díaz, 2013) disperso y en claro peligro de desaparición por algunos de los factores determinantes que quedan apuntados en este trabajo. La documentación que encontramos en las ruinas de lo que fue la casa solariega de los Lazaga –ya de propiedad municipal– estaba, en el mejor de los casos, metida en bolsas de plástico abiertas y en muy mal estado y, gran parte de ella, esparcidas por varias de las habitaciones del edificio entre vigas caídas y demás materiales provocados por el derrumbe de sus paredes, producto del deterioro que había sufrido el edificio desde el último arreglo superficial al que fue sometido en el año 2001.
El repositorio, en su mayor parte, está compuesto por más de dos mil cartas y cuatrocientas fotografías, además de revistas, libros académicos de temática profesional y naval, libros de contabilidad, algunos planos, manuscritos, dibujos, tarjetas de visitas, etc.
La primera actuación que se llevó a cabo ante ese hallazgo, temiendo la posibilidad de otro derrumbe, fue la de recoger y reembolsar el mayor número posible de documentos y trasladarlos a las dependencias del Museo Histórico de San Fernando para, en un primer momento, ordenarla por tipo documental: cartas, fotos, revistas, periódicos, etc.La documentación que se manejó, éramos conscientes, estaba incompleta, y a pesar de ello, intuíamos que permitiría armarpaso a paso la vida de algunos de los protagonistas que aparecerían en ellas o el desarrollo de los avatares familiares. Los huecos documentales respondían, por un lado, a que la familia vendió la casa al Ayuntamiento, por lo que sospechamos que debieron llevarse consigo los documentos que consideraban más importantes o sensibles, y por otro, por las vicisitudes por las que había pasado la casa durante la limpieza para la exposición, una exposición temporal, en la que se tiraron por error, o desidia, objetos y documentos a los contendedores de basura cercanos a la casa en plena vía pública.
El método que llevamos a cabo para la calificación del legado fue el principio de procedencia de los fondos, es decir, dejando que los propios fondos nos marcaran el cuadro de clasificación, siguiendo así las recomendaciones y directrices del Manual de Organización de Documentos en Archivos, editado por el Archivo General de la Región de Murcia, dependiente de la Consejería de Cultura y Turismo de esta Región, y la obra de Antonia Heredia Herrera (1986), Archivística general: teoría y práctica, publicada por Diputación Provincial de Sevilla. Así, por ejemplo, se clasificó la prolija correspondencia de María Dolores Lazaga con su marido José María Chereguini y sus amigos y familiares vinculados a otros cuerpos del Ejército, especialmente cuando éste se encontraba destinado en la escuadra del Almirante Cervera en Cuba en el período de 1895-1898. También se manejó una considerable correspondencia de José María Lazaga –al margen de la profesional– sobre el negocio del ganado y los cultivos en los pueblos de la sierra gaditana y del “trasiego” comercial e industrial de las salinas de su propiedad: barcos, fletes, destinos, precios, clases de sal, proveedores de maquinaria, clientes, etc. También encontramos los contratos y escrituras de la casa adquirida a sus primeros propietarios y constructores, ya que la casa fue edificada en el siglo XVIII por los marqueses de San Juan de Carballo, mayorazgo que recibe Antonio Pardo de Figueroa de la Regueira por mandato del rey Felipe V, el 16 de septiembre de 1721. José López de Liaño, sexto marqués de San Juan de Carballo, fue quien en 1886 vendió la casa, por 52.200 pesetas, a José María Lazaga Garay (Gullón, 2015).
Si bien es cierto que con estas teselas no se puede completar al cien por cien este mosaico, los documentos que manejamos, hasta este momento, permiten ser optimistas a la hora de esbozar un cuadro bastante amplio y preciso de la vida cotidiana de esta saga familiar de marinos, pertenecientes a la burguesía y a la élite militar que nos pueden ayudar a conocer desde esta óptica tan particular a la sociedad isleña de finales del siglo XIX y principios del XX. Aún quedan documentos interesantes por descubrir, ordenar y clasificar, que quizá, en un segundo proyecto salgan a la luz para que estén a disposición de los investigadores e historiadores.
El estudio de las cartas
Al abordar el estudio y análisis de las diferentes series en las que se fueron dividiendo las cartas del fondo de la casa Lazaga, una vez editado el Catálogo, fuimos conscientes, aún más si cabe, de la importancia de la documentación rescatada (Gullón, 2015).
En nuestro caso, las cartas celosamente resguardadas del escrutinio público por sus destinatarios y dispersas por los avatares de las herencias, acabaron de forma ocasional siendo descubiertas y organizadas merced a la curiosidad de los investigadores y a la buena voluntad de sus propietarios