La vagina mecánica de Dios. Daniel Polunin

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La vagina mecánica de Dios - Daniel Polunin

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y miserias?

      Pero tú vienes, tú, último hijo de Caín, en la penumbra del miedo y del espanto vienes con el velo del templo rasgado en dos, con las rocas partidas y los sepulcros abiertos, llenos y llevado en tus brazos hendidos traes el cuerpo resucitado del arcángel cananeo, aquel cuya institución mental nos entregó las llaves del Gehena.

      ¿Dónde busco? ¿Dónde podría encontrar en tu cráneo espeso, en tu cerebro reptiliano la glándula pineal?

      Pero ya vienes, ya, con el ciempiés velludo de Cristo vienes, con la cara oculta de la luna vienes, errando la arcana tierra entre el hombre moderno y el animal prehistórico, con dolores del parto, agonizando vuestro amor, sin vida, sin materia, sin ningún recuerdo y con todos los gusanos dormidos, retorciendo el alma.

      EL MUELLE DE LOS DESAFORTUNADOS

      Castrado de la propia pérdida, envidiamos

      a los parásitos doblados, retorcidos, de nuestras

      referidas llagas incurables en lenguas tuberculosas.

      Si pudieras oír en cada lugar, en cada rincón,

      en cada viga de acero que sucumben los merodeadores,

      al gemelo muerto recién nacido en la trinchera.

      Aparece la noche senescente.

      Avanza el ganado.

      ¡Gula! ¡Pereza! ¡Lujuria! ¡Soberbia! ¡Ira! ¡Avaricia! ¡Envidia!

      ¡Gula! ¡Pereza! ¡Lujuria! ¡Soberbia! ¡Ira! ¡Avaricia! ¡Envidia!

      Todos planeamos a cada momento un nuevo asesinato.

      Todos acabamos dentro del circo.

      Todos acabamos en el spoliarium.

      Aquí, cobardes y mezquinos,

      en un ligero resuello, dormiréis

      con la cara hundida y el cuello estrangulado

      a través de las botas y las cruces de madera.

      Los pulgares nivelan su ángulo de la razón

      y la espina dorsal cae, roja, mancillada,

      en los campos preñados de pólvora.

      Deja que las moscas se queden.

      Deja que la carroña se alimente.

      Yo he visto la gran depresión.

      Yo he visto el orificio de los vampiros.

      SABBAT

      Cual Padre Cual Rey,

      descubrieron la Baja Galilea,

      las sombras inestables proyectadas

      y la representación de sus propias obras.

      Agarraron el falo de obsidiana que les unía,

      se santiguaron sin dedos en el altar de los corderos

      y el rostro avanzó pálido de vergüenza por la penitencia.

      El sacerdote levantó los brazos engastados de morfina líquida

      y recibió el sacramento eclesiástico de la extremaunción por la

      boca,

      canonizando por el culo la unción del sacro óleo con la

      vaselinadoctrinal.

      Quitado el velo misericordioso del celibato, la obediencia y la

      aislada castidad,

      los pies desnudos de la monja atraviesan el oratorio oscuro de

      los tristes meditabundos,

      cual silencio cavila fiel a sus propios demonios mientras el

      espíritu se desprende del cuerpo.

      ¿Acaso crees tú poder distinguir los pastos nauseabundos de la

      matanza religiosa de los cerdos?

      Y a la tarde descienden por el monte Sinaí los destocados

      serafines con ricas vestiduras,

      portan consigo el arca de la Alianza y los diez mandamientos

      de la dominación,

      los cuales nos sacarán de la tierra de Egipto hacia las puertas

      prometidas.

      Contendremos la lengua que nos han disecado por temor a

      utilizarla,

      pero el hombre con cabeza de chacal despertará en el

      amanecer,

      aquel cuyo nombre bienaventurado cuenta los corazones

      y embalsama a los faraones a la eterna existencia,

      traerá consigo la crux ansata de la fertilidad,

      erigida por los señores de las pirámides,

      la cual deificaremos con la sangre

      negra de nuestros antepasados

      y la calavera primitiva

      del antiguo mago

      LA CIUDAD

      Veo a la raza humana despierta:

      los blanquitos se maquillan en la cuneta

      y los negratas maltratan el colibrí disecado.

      La vivisección de los perros.

      El tiempo de los miriápodos.

      Los cuerpos trasplantados.

      Siento la espera, la persecución,

      la bandada de los omnipotentes,

      el Dios reído de mi hosanna en el cielo.

      Ha llegado la noche,

      y con ella el caballo blanco de la heroína,

      el neumático inyectado.

      Lombrices,

      gusaneras,

      candirú.

      Déjenme

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