El santo amigo. Teófilo Viñas Román
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Convencido, pues, de que la amistad representa uno de los valores existenciales más fundamentales, que puede hacer la vida de los hombres infinitamente más bella y fecunda, me propongo persuadir también de ello a todos mis lectores. Quisiera ayudarles a hacer amigos, a hacer amistades cada vez más fecundas, a encontrar en ellas cada vez más alegría creadora[21].
Indudablemente que una persona sin amigos no puede ser feliz, ni puede encontrar la salvación integral. Y es que no se puede pecar impunemente contra la propia vocación y pretender la felicidad por otros caminos; ya decía Lord Byron que «la felicidad nació gemela», refiriéndose a que han de ser dos, al menos, los que la compartan, precisamente como amigos. Es fácil que todo esto se acepte a nivel teórico, sin embargo, no serán pocos los que quieran vivir en soledad, en ausencia de diálogo, sin comunicación espiritual, y tampoco harán nada para dejarse ayudar y descubrir el gozo de una relación interpersonal, en clave de auténtica y verdadera amistad. ¿Quién quiere echar una mano? En esa línea va, precisamente, el recurso a san Agustín, «el Amigo» y «hacedor de amigos».
Ahora bien, si en la amistad se encuentra la felicidad, la búsqueda de esta ha de ser considerada también como otra de las exigencias más hondas en la vida del ser humano. Una cosa es cierta: si la amistad y la felicidad no son entendidas como las entendió san Agustín, es decir, abiertas a la transcendencia —a Dios—, quien las anda buscando nunca podrá encontrarlas del todo si prescinde de Él. En cualquier caso, dejemos que nos lo diga el propio Agustín. Y todo ello nos lo dirá ciertamente no solo con su palabra (teoría) sino, sobre todo, con su propia vida (praxis - vivencia).
Pocas personas en la historia de la humanidad habrán vivido de modo más elocuente y apasionado la relación amistosa y con ella la búsqueda y conquista de la verdadera felicidad como san Agustín. Hoy, al acercarnos a él, podemos tener plena certeza de que no importa que hayan transcurrido más de dieciséis siglos, desde cuando él nos lo dijo; sabemos que sus escritos y, sobre todo, el mensaje que brota de su propia vida, no han perdido ni actualidad, ni frescura, ni vigencia hasta nuestros días. Esto es lo que, justamente, esperamos mostrar en las páginas que siguen.
TEÓFILO VIÑAS ROMÁN
Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial
[1] Gaudium et Spes, 25.
[2] Lisis, 211c.
[3] Ética a Nicómaco, VIII 1155.
[4] Diógenes Laercio, V, 20.
[5] Laelius de amicitia, XIII, 47.
[6] Carmina, 1, 3.
[7] Sermo 299 (Denis 16), 1.
[8] De spirituali amicitia, PL 195, 670.
[9] Contra Gentes, 125.
[10] Brebyloquyo de amor y amiçiçia, fol. 35v, c. a., Manuscrito h-II-15 de la Real Biblioteca de El Escorial.
[11] Libro de la Vida. Obras Completas, BAC, Madrid 1967, 2, 8.
[12] Camino de perfección. Obras Completas, BAC, Madrid 1967, 1, 2, 4.
[13] Exposición del Cantar de los Cantares, c. VII, 9.
[14] Citado por ENTRALGO, P. L., en Sobre la amistad, Madrid 1985, p. 114.
[15] Citado por ENTRALGO, P. L., op. cit., p. 137.
[16] ENTRALGO, P. L., op. cit., p. 140.
[17] La personne humaine et la nature, Paris 1943, p. 4.
[18] VOILLAUME, R., Irmâos de todos, Petrópolis (Brasil) 1973, p. 101.
[19] ALAIZ, A., La amistad es una fiesta, Madrid 1972. p. 153.
[20] Hablemos de la amistad, Ed. B.A.C., Madrid 2005, p. 151.
[21] Psicoanálisis de la amistad, Buenos Aires 1976, p. 8-9.
PRIMERA PARTE.
TEORÍA Y VIVENCIA DE LA AMISTAD EN SAN AGUSTÍN
LA AMISTAD EN AGUSTÍN DE TAGASTE constituyó, sin duda alguna, la más radical de sus experiencias vitales desde su misma niñez hasta los últimos días de su vida. Los términos, la persistencia y el calor con que él nos habla siempre de la amistad y de los amigos son la mejor prueba de lo que la amistad significó para él. Junto con las intensas vivencias amicales, en sus escritos, se encuentran varias definiciones de amistad que, acuñadas por los filósofos griegos y romanos, Agustín las hará plenamente suyas, no sin antes llenarlas de un denso contenido cristiano, tras su conversión a la fe católica; otra definición más, no inspirada en el pensamiento clásico, será obra suya propia.
I.
DEFINICIONES AGUSTINIANAS DE LA AMISTAD
AL TRATAR DE LA AMISTAD EN SAN AGUSTÍN, hay que tener en cuenta que, para él, esta, como varias otras dimensiones positivas de su personalidad, son dones naturales, herencia en gran parte de sus progenitores y, en su caso, más de su madre que de su padre. Pero a esto hay que añadir que, muy pronto, él aprendió de labios de su madre, precisamente, que todo lo bueno que hay en las personas es don de un Dios bueno. Recordemos, a este propósito, aquel «gracias, Señor, por el don de la amistad», que él aprendió a rezarle en su niñez[1]. Olvidada esta expresión durante su adolescencia y juventud, volverá a cobrar gozosa plenitud, tras su conversión.
Ahora bien, cuando trate de definir la amistad, antes y después de su conversión, nada le impedirá acudir a los grandes pensadores griegos y romanos, en los que había bebido su formación intelectual, para hacer suyas las logradísimas fórmulas confeccionadas por ellos. No renunciará