Coaching para coaches. Leonardo Wolk

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Coaching para coaches - Leonardo Wolk Colección Profesional

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en la comparación con lo que saben y conocen.

      Algunos ejemplos me han tocado especialmente, el transcultural y el duelo creo que son temas demasiado cercanos a los seres humanos, como para no detenerse a meditar cómo nosotros mismos ponemos nuestra propia historia en la historia del otro.

      Creo firmemente que, en los duelos, no lloramos la muerte o desaparición del otro o de lo otro. Creo que lloramos nuestra propia incapacidad de vivir sin el otro o sin lo otro. La incapacidad de adaptarnos, la incapacidad de aceptar lo que es, la necesidad de trampear a la vida y guardar hasta los mínimos recuerdos, tratar de retener perfumes en nuestra nariz y cerrar los ojos para habitar el mundo que ya no es, pero que creemos rescatar si nos acurrucamos y lo imaginamos. Leonardo describe el duelo como una parte fundamental del proceso de pérdida. Y no pude más que reconocer cómo se hilvana lo que se escucha con lo vivido, y recordar algo que aprendí, precisamente en Varanasi, la antigua Benarés, en India, como ceremonia mortuoria. Cuando alguien muere, lo llevan en procesión en una camilla construida por dos cañas y una tela de seda. Lo cubren con sábanas de seda que recibe como regalos póstumos y caminan hasta llegar al Ganges, con los colores de las sábanas y el blanco de sus túnicas.

      El crematorio es un monte pequeño, ennegrecido por el humo y por su destino, del que se ven pequeñas humaredas partir hacia el cielo. Hay pilas de madera, gente que se mueve… y silencio. Así llega la procesión al crematorio, donde de acuerdo con la fortuna familiar se fija el precio de la madera. Les asignan un lugar para la ceremonia y los troncos son llevados allí. Mientras, el deudo: el que se hace cargo de la deuda, arrolla su túnica hasta hacerla un bombachón y dirige la ceremonia para bajar al río donde bañarán al muerto con las aguas del Ganges y lo purificarán. Luego trepan nuevamente hasta el lugar asignado para la ceremonia y apilan cuidadosamente la madera. La camilla con el cadáver y las sábanas de colores queda entre las trenzas de la misma. También colocan allí una vasija de barro con agua del río. Y prenden el fuego y se sientan mientras todo lo que está en la pira se consume. Cuando la vasija se rompe, la deuda se ha saldado. El ser ha entrado a otro plano y en este ya no hay nada más ni nada que lamentar…

      Entendí como sana una ceremonia donde al menos “algo” indica que las deudas están saldadas…

      El modelo de supervisión propuesto por el autor permite elegir la misma desde muchos ángulos, respetando el modelo de crecimiento y autoconocimiento que decida el coach. Ofrece alternativas y abre también un nuevo nicho de especialización, donde algunos coaches puedan hacer realmente una diferencia haciendo coaching a coaches sobre sus propios casos. No solo sobre nuestros propios quiebres personales, sino a través de nuestro trabajo conocer qué y cómo se nos disparan modalidades que nos impiden ver más allá y ser mejores profesionales.

      No quiero dejarlos correr la cortina que abre este nuevo mundo dentro del coaching sin hacer un llamado certero a hacer de nuestra elección del coaching una profesión. Que los caminos no terminen llevándonos a lugares cómodos y fáciles donde la palabra coach se extienda como “commodity” y sean coaches los jefes, los consultores, los padres, los psicólogos y todos aquellos a los que la moda los impulse. Ninguno de ellos es menos que un coach, pero tienen puntos de vista diferentes, como Wolk nos muestra en este libro. Creo que respetar esta interpretación del ser humano como ser lingüístico, moldeable desde el proceso de trabajo en sus conversaciones especialmente destinadas a lograr lo que no se ha podido hacer hasta aquí, a liderar un espacio nuevo, a romper paradigmas, nos es propio. Lograr esto requiere que seamos capaces de trabajar con nosotros mismos, de transformarnos casi constantemente siendo congruentes con esta interpretación para poder confiar en el poder del otro y en el nuestro.

      Estamos hablando de una definición del ser humano desde la libertad de poder elegir, aunque sea preso de sus propios juicios. Estamos hablando de la grandeza de un ser que elige y diseña, que construye y se compromete.

      Recuerdo este trabajo mágico y artesanal, en una historia que leí de los tarahumaras. Los miembros de este grupo indígena del norte de México suelen correr grandes distancias y, cuando fueron descubiertos, obligaron a cambiar la percepción sobre las distancias que los seres humanos son capaces de recorrer a gran velocidad: contribuyeron a crear un nuevo paradigma.

      Ellos tienen un personaje que se llama “la huesera”. Una mujer anciana que vive en la sierra Tarahumara y que recorre el desierto buscando los huesos de los lobos muertos. Huesos dispersados por los carroñeros que buscan el reciclaje de la naturaleza.

      Ella junta con paciencia los huesos hasta recuperar la forma del cuerpo del animal. Una vez hecho, se sienta junto a ellos y les canta y los sopla. Los sopla y les canta: horas, tal vez días. Hasta que en algún momento los huesos comienzan a cubrirse de carne, músculos, piel. Ella no deja de cantar y soplar. Si el milagro se produce, ese aire hará que el animal inspire nuevamente la vida y su respiración comience a tomar un ritmo. En un momento, parece que el lobo se pone de pie y vuelve a correr, huye buscando la posibilidad de una nueva vida, un nuevo destino.

      ¿Qué diferencia hay entre esta huesera y un coach? ¿Acaso no avivamos brasas? ¿Acaso no llevamos a la gente a elegir nuevas vidas, nuevos destinos?

      Cómo no cuidar este profesión maravillosa. Cómo no buscar cada vez ser más profesionales y aprender de nosotros mismos.

      Creo que este libro vuelve a ser una nueva luz en el camino. Una luz que nos muestra que el camino se agranda, se ensancha. Que requiere de gente profesional que “distinga” cada vez más, que saque de una zona sin colores y se los dé a nuevas posibilidades. Hagámoslo por el bien de nuestros coacheados, de nuestra profesión y de nosotros mismos.

      Gracias, Leonardo.

      Elena Espinal

      Pionera del coaching en América Latina.

      Master Coach reconocida por la ICF y la AAPC.

      Fundadora del primer instituto formador de coaches con reconocimiento oficial en Argentina y en México.

      INTRODUCCIÓN

       BITÁCORA DE UNA TRAVESÍA

      La bitácora, del francés bitacle, por habitacle, es una especie de armario que se utiliza en las embarcaciones. Se ubica en la cubierta, cerca del timón, ya que allí se instala la brújula que facilita la navegación. En la antigüedad, la bitácora solía albergar un cuaderno (el “cuaderno de bitácora”), donde los navegantes registraban el desarrollo de sus viajes. Dicho cuaderno, al guardarse en la bitácora, era protegido de las tormentas y los avatares climáticos.

      Con el tiempo, la noción de bitácora pasó a asociarse de manera casi exclusiva con la de cuaderno de bitácora

      Una bitácora es, en la actualidad, un cuaderno o publicación que permite llevar un registro escrito de diversas acciones. Su organización es cronológica, lo que facilita la revisión de los contenidos anotados. Los científicos suelen desarrollar bitácoras durante sus investigaciones para explicar el proceso y compartir sus experiencias con otros especialistas.

      Suele decirse que, cualquiera que sea el destino, todas las travesías comienzan del mismo modo: con el primer paso. Ese momento generalmente tiene un antes, que muchas de las veces empieza con un sueño, con una ilusión, con un deseo.

      EL PUNTO DE PARTIDA

      Cada quien podría explicar cómo es el proceso creador; su proceso creador. Hay quienes crean en soledad, quienes pueden hacerlo en medio del ruido cotidiano, en las tardes lluviosas, en las madrugadas trasnochadas. Y cada uno tiene su verdad. El proceso creador es y ocurre de acuerdo con quien lo expresa.

      Al

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