Milton Friedman: la vigencia de sus contribuciones. Rolf Lüders
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La sección dos, por otra parte, se centra directamente en la disciplina, en la naturaleza y carácter de su instrumental y en la manera como el método es empleado. Finaliza evaluando si la economía es una sola o si se trata de varias disciplinas, y finalmente provee una breve explicación de la economía del bienestar, preparando de este modo la discusión del rol de los valores, el tema de la sección tres, que comienza con la economía normativa, para luego pasar al rol de los valores y a la importancia de distinguir entre la disciplina y los economistas.
Construcción de la economía: metodología
Teorizar y validar:
la selección de la hipótesis más apropiada
Para explicar un mismo fenómeno puede haber muchas hipótesis, y el desafío de la ciencia consiste en identificar aquella que resulte más apropiada11. La energía e interés puestos en esta confrontación reside en individuos, en su perseverancia, imaginación y curiosidad. Esta competencia no termina necesariamente en una primera ronda, puesto que la explicación seleccionada por un investigador, tarde o temprano, será puesta a prueba en segundas, terceras y enésimas vueltas, incluso sin descartar el eventual renacimiento de alguna hipótesis eliminada en primera instancia. Asimismo, la ganadora en una de las primeras vueltas tampoco gozará de demasiados privilegios en las siguientes, sin perjuicio de que estos puedan crecer con el tiempo y con el desempeño de la explicación.
Se trata de una competencia permanente donde, en un momento dado, podrá haber una hipótesis que sea aceptada como “la” explicación válida; sin embargo, ello no le garantizará inmunidad para el futuro. Pero no exageremos; al observar la trayectoria de la disciplina en la senda de su evolución, se encuentra mucha acumulación constructiva, y el potencial analítico de la economía es significativamente mayor en el presente que hace sesenta años, época en que, a su vez, excedía con creces a la síntesis de mediados del siglo XIX. Por lo demás, de no ser este el caso, no se estaría hablando de economía hoy día; una disciplina que constantemente se reinventa y destruye todo el conocimiento que regía “ayer” tendería a ser una ciencia embrionaria.12 Por otra parte, una componente muy significativa del desarrollo de la disciplina consiste no tanto en destruir definitivamente explicaciones que alguna vez se consideraron respetables, sino en refinamientos, precisiones y ampliaciones que llevan a una mayor generalidad del instrumento, por ende identificando las condiciones particulares bajo las cuales el conocimiento previo sigue siendo válido, generalizaciones en que la explicación inicial podrá pasar a constituir un caso particular de algo más general13. Pero el relato se ha adelantado y es necesario volver al inicio.
El objetivo fundamental de una ciencia (F/53, II, un párrafo muy parecido) es desarrollar teorías con capacidad de generar predicciones que finalmente resulten válidas y significativas. Tal teoría, continúa, constará de un lenguaje que facilite el razonamiento organizado y sistemático y, por otra parte, de una hipótesis sustantiva, donde esta proposición estará revestida de potencial para abstraer rasgos esenciales de la realidad, permitiendo de este modo una organización coherente del material empírico. La aplicación de la lógica formal y de sus preceptos revelará si el lenguaje es completo y coherente; por ende, si la proposición resultante es correcta en este plano puramente lógico. Pero únicamente su confrontación con la evidencia real ilustrará si las categorías de dicho lenguaje podrán asociarse a expresiones empíricas relevantes, y si ellas efectivamente facilitan examinar la clase particular de problemas para los cuales se desarrolló la hipótesis.
La validación de la teoría es necesaria, ya que solo así se podrá saber si la hipótesis específica es un instrumento útil para entender el fenómeno examinado. Antes de continuar con el argumento conviene detenerse brevemente en el término “saber”. La hipótesis específica, por una parte, se insertará en un cuerpo teórico más amplio, donde partes importantes ya han sido corroboradas por evidencia factual, de modo que, y al menos en este sentido indirecto, se “sabe” que la señalada hipótesis específica se caracteriza por una mínima armonía con la teoría más establecida. Por otra parte, aunque este es un asunto que se aborda más adelante, la hipótesis específica no surge solo de lo que podría llamarse trabajo de escritorio; insiste F/53 en que debe también encontrar sustento en lo que denomina evidencia disponible, o sea, en el conocimiento del contexto en que se desarrolla el fenómeno que interesa estudiar. Se trata de un paso insustituible para poder confiar en que la mencionada hipótesis resulta apropiada para entender el fenómeno bajo estudio. La tercera observación respecto del término “saber” tiene relación con la naturaleza de los supuestos, su carácter abstracto y, en este sentido, no realista. Esto implica que la hipótesis específica, hija del razonamiento deductivo, tendrá un punto de partida que necesariamente será solo una abstracción, de modo que el saber que incorpora será limitado y circunscrito, un tema que se verá más adelante.
La metodología, entonces, trata de los procedimientos y requisitos a que se atiene la disciplina para llegar a “saber”, esto es, validar o rechazar hipótesis por medio de evidencia factual. Sin embargo, insiste F/53, aunque la teoría deberá ser juzgada por su potencial para predecir el fenómeno que se intenta explicar y solo la concordancia entre pronóstico y evidencia factual podrá informar sobre su validez, la mera compatibilidad de predicción y evidencia no constituirá antecedente suficiente para la explicación del fenómeno, por cuanto siempre habrá otras hipótesis que podrán competirle a la primera. De modo que para identificar la teoría más apropiada, propone dos criterios adicionales: simplicidad y productividad.
Tal como lo explica el artículo, la simplicidad depende del conocimiento previo requerido para la aplicación de la hipótesis: a menor exigencia en esta materia, más sencilla la teoría, aunque evitando la simpleza tautológica14. Por otra parte, señala que la teoría será más fructífera, tanto más precisa la predicción resultante y tanto mayor el ámbito en el cual la hipótesis ofrece capacidad de generar predicciones. Por ende el potencial productivo de la hipótesis, el grado en que es fructífera, dependerá tanto de la precisión como de la generalidad del instrumento, donde una dimensión adicional de esta productividad es su potencial para generar nuevas interrogantes. Sin embargo, agrega, estas condiciones complementarias para la validación de una hipótesis no eximen a esta de cumplir con la exigencia de coherencia en el lenguaje y de mostrar una lógica completa, aspectos esenciales para poder asegurar que “la hipótesis diga lo que intenta decir y lo diga a todo usuario” (expresión esta última frecuente en F/53).
La simpleza, es pertinente agregar, constituye una condición necesaria para aspirar a un grado razonable de generalidad de la hipótesis. A la inversa, en tanto la teoría se haga cargo de excesivo detalle dejará de ser un instrumento general, para así acercarse a la descripción de un caso único, perdiéndose de este modo una dimensión fundamental de la perspectiva científica de mirar el mundo. La descripción exhaustiva de un fenómeno tiene valor y provee antecedentes útiles, pero aquí el objetivo es otro: establecer una hipótesis que permita generar predicciones en relación con lo que se busca entender; o sea, la idea es construir herramientas que tengan más de un uso.
Al complejizar la hipótesis, también se podrá ver comprometida la comprensión económica básica de la proposición, un mecanismo de control. La idea es que se llega a comprender el sentido económico de la hipótesis una vez que se logra captar el resultado del razonamiento y del pronóstico en términos de los insumos del proceso deductivo, o sea, la hipótesis se nos torna plausible una vez que se llega a visualizar el puente imaginario que comunica las causas con sus consecuencias.15 Este proceso en ocasiones se identifica como “intuición” o también “intuición económica”, precisamente por cuanto requiere un mínimo de deducción económica.
Por cierto, esta intuición