Milton Friedman: la vigencia de sus contribuciones. Rolf Lüders
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En el otro extremo, crónicas, historias, relatos de observadores agudos y con buena memoria, estadísticas, etc., podrán proporcionar antecedentes valiosos para identificar con precisión lo que se busca entender y explicar. Sin embargo, la descripción acuciosa termina por proponer un mundo que fácilmente se torna único y distinto a todo lo demás. Tal descripción tendrá un indudable valor histórico, pero para encarar una nueva situación, tan solo proporciona ayuda al llamar la atención a aspectos y dimensiones que de otro modo tal vez pasen desapercibidos.
La ciencia parte de otra premisa. Considera útil contar con una buena descripción para así poder seleccionar y adaptar la teoría más apropiada para examinar el caso, pero postula que es más conveniente, y finalmente más productivo, concentrarse en rasgos fundamentales y generales, para así llegar a conocer al menos un aspecto importante de la realidad en cuestión. Entonces, ¿cómo distinguir lo que es importante de lo que es secundario? En este punto entra a operar la teoría, es decir, el método y el punto de vista de la disciplina, sus considerandos más básicos respecto del accionar humano. En este sentido el economista partirá por explorar el asunto con la “mirada económica”, o sea, con su método de indagación. Así, por ejemplo, podrá considerar que una variación del precio se manifestará en un cambio de comportamiento. Estará abierto a explorar si la innovación en el comportamiento que busca entender y pronosticar, podrá ser consecuencia de elementos seleccionados a priori, tales como cambios de ingreso, de la riqueza o de alguna variación de precio que parezca relevante. La clave del éxito parte por la selección de los incentivos relevantes, esto sin perjuicio de que aquí se trate de una apuesta, algo que más adelante debiera someterse al escrutinio empírico.
La simplicidad requiere que la hipótesis específica se concentre en “aspectos fundamentales”, de modo que otros elementos cuyas variaciones también pudiesen afectar el resultado figurarán en calidad de “constantes” en el razonamiento teórico. En el proceso de elaboración de la hipótesis, y en más de una ocasión, se enfrentará el dilema entre el beneficio de incorporar algún elemento adicional y por otra parte comparar esto con el oscurecimiento de la visión integral que podrá generar el mayor número de elementos en el análisis16. Segundo, una vez identificada la teoría más apropiada, la tarea de determinar su utilidad-validez se traslada al terreno de la validación empírica, contexto en que corresponde dar cabida al potencial efecto que se derive de cambios en variables que, pudiendo incidir en el resultado que se observe, corresponden a variaciones tácitamente reconocidas por la teoría, pero que esta trata como constantes.
El desafío empírico consistirá en encontrar y aplicar los procedimientos que permitan aislar el efecto de eventuales variaciones de aquellos aspectos que explícitamente figuran como constantes en la hipótesis, como también de aquellos fenómenos que ella simplemente no menciona, seguramente por tratarse de situaciones muy particulares. Entonces, y como se trata de obtener los cambios de la variable pronosticada que se originen exclusivamente en variaciones de la o las variables explícitamente consideradas como tales en la teoría, el ejercicio empírico incorporará “controles” para las categorías mudas, elementos que se encargarán de recoger la incidencia de tales variaciones en el resultado observado. Por ejemplo, podrá haber amplio acuerdo en cuanto a que una variación del ingreso se asocie o repercuta sobre la variable pronosticada, pero si la hipótesis específica y para preservar una simpleza razonable fuese muda al respecto, entonces el ejercicio de validación empírica incluirá un control para hacerse cargo de la incidencia de sus variaciones. Algo similar ocurrirá con un terremoto o una crisis financiera global, ejemplos de fenómenos revestidos de un carácter más inesperado.
Esto vale para toda ciencia, pero la intensidad del desafío es potente en economía y otras disciplinas sociales, seguramente más que en otras ciencias capaces de desarrollar experimentos más controlados para validar sus hipótesis. La tarea empírica en la economía descansa principalmente en hechos que simplemente acontecen, los así denominados “experimentos naturales”, en los cuales, y en comparación con el experimento de laboratorio, suele ser más restringido el grado de control del investigador sobre aspectos que, sin jugar un rol activo en la hipótesis específica, constituyen factores con capacidad potencial para incidir en el resultado.17
En las ciencias sociales el experimento controlado es posible en principio; sin embargo, su costo bien puede resultar prohibitivo18, sin perjuicio de que algo parecido pueda ocurrir con otras disciplinas, caso que F/53 ejemplifica con la astronomía. Además y esto es casi textual, el control en un experimento es, en la práctica, una cuestión de grado; a menudo la aislación total no se logra y ningún experimento suele ser completamente controlado, mientras que cada experimento natural lo es, aunque solo parcialmente.19
Pero más allá de estas precisiones, el aspecto que cabe subrayar, algo en que F/53 insiste mucho, es: el control parcial en los experimentos naturales impone la necesidad de estudiar “todos” los aspectos del fenómeno que se está examinando. En primer lugar porque de este modo se identifica el fenómeno preciso que se busca entender. Segundo, para la validación de la hipótesis es preciso controlar la incidencia de eventuales variaciones de elementos secundarios e implícitos que el diseño de la hipótesis específica supone constantes, lo que exige identificar e incorporar estos elementos en la estimación empírica (ver también sección a continuación).
En ausencia de tales controles, el proceso de validación permanecerá en un estado no definitorio, comprometiendo tanto la eventual aceptación de la hipótesis como su rechazo. Es una razón más para que el proceso de validación se torne lento y engorroso, acumulándose así hipótesis que no pasan el test de validación, pero sin quedar descartadas de manera convincente. La probabilidad de que una hipótesis permanezca vegetando, es decir, que no logre reconocimiento como un instrumento útil, pero que tampoco llegue a integrar la lista de las difuntas, es mayor en economía que en ciencias más establecidas, inhibiendo de este modo consensos en la disciplina y facilitando también que terceros tengan una percepción borrosa de ella.
El doble rol de la evidencia empírica
La relación entre supuestos y resultados, uno de los aspectos más citados y en ocasiones criticado de F/53, forma parte del proceso de validación de hipótesis y constituye un eslabón crítico para entender la construcción de la economía y, a la vez, el doble rol de la evidencia empírica en este proceso. Esta última, por una parte, condiciona la validación de la hipótesis específica y, por otra, aunque basada en evidencia distinta, “la evidencia previa”, nutre la generación de esta hipótesis. Esta doble dependencia es clave para apreciar debidamente el significado del debate referente al realismo de los supuestos. Además, su discusión ilustra bien la importancia que Friedman le asigna al trabajo empírico amplio en la construcción de economía.
Doble rol de la evidencia empírica
y el carácter de los supuestos
Alcanzar una visión comprehensiva del fenómeno a estudiar permite, por un lado, elaborar la hipótesis específica que corresponda a la interrogante específica, además de ser una ayuda al momento de establecer los controles adecuados en el proceso de medición y validación. Tal visión consistirá en impresiones que se forman contestando preguntas como las siguientes: “¿De qué manera funcionan las cosas en este ámbito?”; “¿a qué arreglos, contratos y organizaciones recurren personas, empresas y gobiernos?” Adicionalmente, una visión de este tipo no podrá ser independiente del conocimiento económico existente y respetará la experiencia ya corroborada.