Adoles(seres). Guillermo López

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Adoles(seres) - Guillermo López

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adquiere un nuevo alcance, un nuevo campo semántico, una nueva extensión que el autor va recorriendo de la mano de la enseñanza de Lacan y de las categorías clínicas de síntoma y fantasma elaboradas por Jacques-Alain Miller. Ocurre entonces con el término “adolescencia” algo parecido a lo que ocurría con el término “infancia” en la obra de Freud: si bien designa en un primer momento un tiempo cronológico o evolutivo más o menos preciso en la vida del sujeto, pasa enseguida a extender su significación y a designar un lugar del discurso, un modo de respuesta a la cuestión del goce en el cuerpo hablante. De ahí que veamos hoy cómo el espacio retórico de la adolescencia se amplía cada vez más a uno y otro lado de la línea cronológica de las edades. Esta perspectiva resultará especialmente instructiva en relación a las referencias literarias de James Joyce –el artista adolescente– o de Hamlet –el eterno adolescente– que el autor sabe poner en serie con su propia experiencia clínica con adolescentes en el Equipo de Pausa, el Centro de atención psicoanalítica vinculado a la Escuela de la Orientación Lacaniana. Y mostrará su mayor relieve clínico a propósito de casos de Analistas de la Escuela expuestos en la experiencia del pase, es decir, en el grado mayor de elaboración al que puede llevarse actualmente la experiencia de un análisis. Verá entonces el lector cómo el “caso Graciela” y el “caso Hilario” pueden iluminar de manera tan esclarecedora la clínica de la adolescencia. Sirven así también al autor para verificar su hipótesis de partida.

      Si el analista lacaniano puede revisitar el espacio actual de la adolescencia como un despertar a lo real del sexo es, sin embargo, porque él mismo habrá sabido encontrar en su propia experiencia de analizante este lugar de exiliado de sí mismo que el sujeto adolescente nos hace presente de diversos modos. El lector atento sabrá encontrar también las huellas que el autor ha ido dejando para que se reconozca él mismo en ellas.

      Miquel Bassols

      Barcelona, julio de 2019

      El término adolescente proviene de dos acepciones latinas. Por un lado adolescere, un uso común que quiere decir crecer, madurar, hacerse adulto y también incrementar, aumentar, acrecentar. Se vincula con lo que adolece, en tanto se es carente o se está en falta de algo, y también a una dolencia, o a sufrir alguna enfermedad.

      Por otro lado adolere, una etimología menos conocida –y que se quiere resaltar– que significa quemar, arder en sacrificio, y que si se le agrega el sufijo escere, verbo incoativo denota el comienzo de una acción, algo así como el inicio del ardor.

      El interés de este libro al tomar la etimología del término adolescere, es la de usarla para dar cuenta de como se deslizan una serie de significaciones, que nos sirven para pensar a los jóvenes como seres que adolescen. Los púberes son sorprendidos por un plus, por la llama de un real, que los quema. Llevando su fuego por allí adonde van, y muchas veces al no saber que hacer con ese flamear, van produciendo, hogueras, incendios que queman, que los queman.

      El desliz etimológico se desplaza de un real como plus –al que Freud llamó pubertad– a una carencia, a un menos. De un real que emerge en sus cuerpos como un goce hetero, que hace relieve; a una carencia simbólica, y a una falta de velo imaginario, que pueda recubrir, dialectizar el agujero en el saber

      que produce el trauma de la sexualidad. En la pubertad se pone en evidencia del modo más logrado la afirmación lacaniana: no hay relación sexual. Básicamente porque los jóvenes en tanto seres hablantes no cuentan con un saber en lo real, que les permita ir al encuentro con el Otro sexo.

      Esta investigación se titula: “Adoles(seres), la orientación a lo real en la clínica psicoanalítica con adolescentes”, en tanto lo más seguro con lo que contamos desde el psicoanálisis de la orientación lacaniana, para pensar, al tiempo del adolescer, es el despertar como emergencia de un real sexual, que de por sí es traumático. Despertar que implica una doble positivación de goce. Por un lado, del goce del propio cuerpo que irrumpe como goce éxtimo, y por otro y en articulación con él, una dependencia del deseo o del goce del Otro. Dependencia y articulación que es más contundente en este momento decisivo por el empuje al acto que implica el encuentro con el Otro sexo.

      La orientación de este libro es por lo real del goce e intenta dar respuesta a la pregunta: ¿qué es la orientación a lo real en la clínica con adolescentes? Plantear una clínica psicoanalítica de la orientación a lo real con los jóvenes nos exige dar cuenta de qué es lo real para el psicoanálisis de orientación lacaniana en general, y cuál es la especificidad si es que la hubiera, de la orientación a lo real en el tratamiento con adolescentes. Estos interrogantes articulados al concepto de clínica serán trabajados en el primer capítulo.

      La clínica de la orientación a lo real con adolescentes, es un tratamiento de lo imposible de soportar, que en tanto tal es paradigmática de la clínica de la urgencia. Se reciben a jóvenes a los que les urge, un nuevo modo de vivir la pulsión, que muchas veces desborda su cuerpo y su pensamiento, haciéndolos sufrir.

      El interrogante central de este trabajo es si se puede pensar al despertar a lo real del sexo en la adolescencia en sí mismo como un factor desencadenante, tanto de las neurosis como de las psicosis provocando el inicio de la enfermedad.

      Para responder a esta pregunta central se tomarán los últimos aportes que Miller nos brindó respecto a lo real que son eminentemente clínicos y prácticos y que formula en su último curso anual dictado en París VIII, El ser y el Uno. Allí habla de un real sin ley, ligado a un estatuto del cuerpo que escapa a la dialéctica. Lo real es lo que vuelve siempre al mismo lugar, conlleva un carácter rebelde, y como tal queda excluido de la estructura simbólica y de una práctica sostenida solo en lo que se dice. Los dos imposibles, nos dice Miller en los que confluye tanto la experiencia como la práctica de un análisis –en los que se pone en juego el real sin ley– son el fantasma y el sinthome. Estos imposibles, fantasma y sinthome serán los ejes de orientación para responder a la pregunta fundamental, en los capítulos 2 y 3 respectivamente.

      En el capítulo 2, se tomará el eje del fantasma, verificando como el despertar a lo real es en sí mismo una perturbación de la defensa que produce necesariamente una vacilación fantasmática. Para ello se articulará una serie de casos, donde se rescata la importancia que tiene el segundo tiempo del trauma en la pubertad y la vacilación fantasmática como factores de eclosión de la neurosis. Emma, caso de histeria freudiano; el recuerdo encubridor de Freud de las flores amarillas –de diente de león–; Hamlet con la desorientación de su deseo; y el despertar de los sueños de la obra teatral “El despertar de la primavera” como ejemplos clínicos y literarios, son un testimonio de como el despertar sexual produce una vacilación fantasmática, noción que nos parece central en el trabajo clínico con adolescentes. Para ello realizamos un recorrido por los conceptos de recuerdo encubridor, fantasía, fantasía consciente e inconsciente y sueño diurno en Freud, para llegar al concepto de fantasma fundamental en Lacan.

      En el capítulo 3, se trabajará el despertar a lo real del sexo como factor desencadenante de las psicosis. Se relevarán los

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