Incidencias clínicas de la carencia paterna. Gustavo Stiglitz

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Incidencias clínicas de la carencia paterna - Gustavo Stiglitz

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paternos de los objetos a de la mujer que ama trasloca mucho el asunto. Y precisamente nos permite dar instrumentos para indagar sobre los fenómenos que eran muy limitados en los ´60, ´70 del siglo pasado y que ahora ocupan un lugar mucho más amplio. Entonces, tenemos efectivamente las preguntas que usted hace, sobre alentar una cierta indagación… sobre las consecuencias de lo que es el enganche directo sobre fantasma de la madre. Se podría añadir como usted lo sugiere, el síntoma de la madre discutiendo esto y las consecuencias. Vemos que todo esto abre efectivamente, un campo de investigación, en el cual tenemos mucho más entre el cielo y la tierra que lo que hay en las clasificaciones un poco limitadas y precisamente la utilidad de reemplazar la clínica de las casillas por la clínica de la particularidad del anudamiento, del nudo en un sujeto, esto da muchas cosas interesantes.

      Sí, por ejemplo, pensar en las versiones efectivas, como usted dice, del padre. No el padre como una esencia, si no qué va a funcionar ahí efectivamente como tal. ¿Le parece que se podría hablar también de versiones efectivas del analista? que daría una práctica más homogénea con esta nueva forma de pensar la relación entre la madre y el niño, entre la pareja parental y el niño…

      Por supuesto, creo que la manera con la cual el analista puede venir a presentificar en el análisis el enigma del objeto a, digamos, esto lo hace de manera más efectiva a medida que se deshace de los prejuicios que implican la clínica clasificatoria sin su corrección. No quiero decir “tenemos que olvidar completamente la clínica clasificatoria de la época de la metáfora paterna”, pero esta clínica tiene que tener una corrección, algo que nos permita abrir mucho más el campo.

      Cuando se refiere, en las fijaciones precoces, al más allá del falo, en algunos casos, en la sexuación infantil, ese más allá del falo, ¿es lo mismo que sin el falo?

      Hay que discutir, no está escrito en las estrellas, pero hay cosas que son sin el falo dependiendo del modo cómo se lo defina. Por lo tanto, ningún fenómeno en el campo analítico se define sin la presencia del goce no negativizable, que Lacan pudo notar como función fálica. Entonces hay que discutir cuál es el sentido que damos al falo. De la misma manera que Lacan deconstruyó el padre freudiano entre el padre simbólico, imaginario, real, su introducción en la metáfora paterna, etc., de la misma manera, falo se dice en muchos aspectos, y tenemos que precisar en qué sentido se usa. De la misma manera que, por ejemplo, Jacques-Alain Miller en su “Teoría de los goces”, texto de los años ´80 y cuando ahora habla del goce fálico como algo que viene a trastornar el goce corporal, después del Seminario 23, es otra definición del goce fálico. Entonces, sin el falo puede ser con el goce fálico, entendido en este sentido.

      Sin el falo sería en el sentido tradicional de la primera enseñanza.

      En el sentido de lo que es el falo como operador simbólico que viene precisamente a sublimar lo que es lo imaginario de la diferencia de los sexos.

      Y, ¿en qué esas fijaciones precoces no son identificaciones a un rasgo de la madre, por ejemplo, una identificación a algo de la posición femenina de la madre?

      Habría que discutir en cuáles casos esto se puede deducir de la posición maternal y del rasgo, si algo de la madre articulado al padre, o no, forcluído, o no. Y después, dentro de eso, si en todos los casos es suficiente considerar lo que es más bien mecanismo lógico forclusivo, sin considerar el retorno del goce sobre el cuerpo, y cómo precisamente entrar en esta clínica tan sutil entre transgénero, entre la fijación de los casos cuando se puede considerar que al año y medio se puede definir una certeza de goce en un sujeto. Abre muchas preguntas, ¿cómo esto se puede deducir de la posición maternal? Habría que hacer una investigación precisa si se puede hacer, y ver esas fijaciones al año y medio, dos años y medio, casos comentados en la clínica de esta zona, de cómo se pasa de la clínica del transgénero a una clínica del travesti, o de una homosexualidad más o menos lábil, etc. Poder captar algo de esto, de cómo se articula, o si se define de una manera que escapa a esto, y que, por lo tanto, no es sin una relación al goce autoerótico del niño, podría, digamos, abrir una discusión precisamente, con los que dicen que estas posiciones son tan precoces que, entonces, solo pueden ser heredadas, o tener una determinación estrictamente biológica.

      En ese punto quizás es donde es difícil prescindir del amor al padre, en el sentido que es difícil prescindir de la idea de un elemento que venga a descompletar a la madre, o no.

      Lacan trató, en el Seminario 23, de introducir un elemento que quiere pasarse de la extraña primera identificación freudiana que produce el amor al padre. Algo religioso en Freud.

      En el ´36, en “Complejos familiares…” él se pregunta por el misterioso sentimiento de la paternidad, y al final se pregunta qué es, no es textual, pero se pregunta qué es esta función más allá del padre, que es servirse de eso. Y en ese sentido no se termina de prescindir, se termina de prescindir de la esencia, pero no de las versiones efectivas.

      Efectivamente. Y ese final donde Lacan habla del analista posjoyceano, también abre un campo de investigación.

      El problema es cómo pasar del nivel de un caso de hospital a tener una (idea) sobre lo que sería una (intervención) analítica sobre los casos. Hay que examinar esta clínica y ver si se puede sacar, o no, una idea analítica como tal. Es, por el momento, lo que no se ha demostrado.

      Bien, muchas gracias Éric.

      Seguiremos investigando estas cuestiones.

      *- Entrevista realizada por Gustavo Stiglitz para la revista Rayuela 2, junio 2017.

      1- Laurent, E., “¿El psicoanálisis se cura de la transferencia?”, Lacaniana 18, Grama, Buenos Aires, 2015.

      2- Lacan, J., “Nota sobre el niño”, Otros escritos, Paidós, Buenos. Aires., 2012, p. 393.

      “[…] una de las consecuencias sería agrandar mucho el binario un poco estúpido o reducido neurosis-psicosis especialmente en la clínica de los niños. Este binario parece muy de otra época cuando tenemos un abanico que se abre. […] Por supuesto, creo que la manera con la cual el analista puede venir a presentificar en el análisis el enigma del objeto a, digamos, esto lo hace de manera más efectiva a medida que se deshace de los prejuicios que implican la clínica clasificatoria sin su corrección. No quiero decir “tenemos que olvidar completamente la clínica clasificatoria de la época de la metáfora paterna”, pero esta clínica tiene que tener una corrección, algo que nos permita abrir mucho más el campo”.

      Lo inclasificable, ¿es la estructura o su retorno?

      La ética del psicoanalista es definida por J. Lacan como una ética del “bien decir”.

      Se podría decir que en el inicio de esta investigación de las psicosis ordinarias, inaugurada por J.-A. Miller, en aquello que se denominó como “casos raros”, fue sensible a que algo de la “envoltura formal del síntoma” había cambiado en la clínica cotidiana.

      1. Consecuencias de la transformación del discurso amo

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