Incidencias clínicas de la carencia paterna. Gustavo Stiglitz

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Incidencias clínicas de la carencia paterna - Gustavo Stiglitz страница 7

Incidencias clínicas de la carencia paterna - Gustavo Stiglitz

Скачать книгу

final de su enseñanza, cuando empezó a decir que el Edipo era una ensoñación freudiana, o más bien fue a partir de ahí que él consolidó su propia elaboración del Edipo con Freud? Goethe dice que cada uno debe hacer algo con su herencia simbólica. ¿Tenerla en cuenta implica una reverencia ovejuna, o acaso gratitud? Para Melanie Klein la gratitud bien puede ser contestataria. Y la envidia aduladora. De esta última está henchido el sujeto moderno, que tiene un instinto infalible para detectar la grandeza, y cuando la encuentra la rechaza con entusiasmo. Quiere lo nuevo. Pero como dijo Borges, el desprecio por la tradición lo expone a descubrir cosas que ya fueron descubiertas.

      Hay un punto en que el binarismo, como el destino, nos encuentra. Y desbarata la ilusión narcisista de construir la torre de la lengua perfecta, libre de diferencias, de las servidumbres del sexo y la muerte a las que nos somete la castración. La fatalidad del binarismo se hace presente incluso al final de la enseñanza de Lacan en un punto central: cuando afirma que hay que ser hereje de la buena manera. Y eso significa que hay una mala manera de serlo. ¿Qué quiere decir eso? Exactamente eso. Contra la máxima del “nuevo orden simbólico” que dice que todo es igual, nada es mejor, hay una ética del psicoanálisis que establece la posibilidad de que alguien, cualquiera, sea culpable respecto del deseo que lo habita. No da todo lo mismo. No hay ningún aplanamiento, porque el aplanamiento es un espejismo narcisista que la enfermedad de lo simbólico genera. Por el contrario, es lo real lo que nos confronta con el relieve. Y como en el amor, lo relevante empieza con un nombre.

      La época está dominada por los ideales de la evolución y el progreso. Que estemos a su altura no nos obliga a conformarnos a ella. Martin Buber opone a esos dos imperativos la noción de renovación. Ella supone un acontecimiento radical, no paulatino, pero impensable sin una tradición. Porque la renovación es la renovación de algo. Y es nuestro deber dejarnos encontrar por ella. Tal vez la psicosis da testimonio, como ninguna otra posición, de la posibilidad de renovación. Por eso Freud dijo que una conducta “sana” debía compartir con la psicosis –justamente con ella– algo de ese esfuerzo. Seguramente no de la misma manera. Si no, Lacan no hubiese dicho que “la psicosis es una lástima para el psicótico”. Por cierto, de la neurosis podemos decir lo mismo.

      Bibliografía

      Borges, J. L., El aprendizaje del escritor, Sudamericana, Buenos Aires, 2014.

      Buber, M., Ocho discursos sobre el judaísmo, Trotta, Madrid, 2018.

      Freud, S., Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.

      Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthoma, Paidós, Buenos Aires, 2006.

      Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013.

      Rabinovich, D., Una clínica de la pulsión: las impulsiones, Manantial, Buenos Aires, 1989.

      Winnicott, D.W., El gesto espontáneo, Paidós, Buenos Aires, 1990.

      ¿Cómo incide la decadencia del padre en las nuevas presentaciones clínicas?

      Desde hace un tiempo nos hemos dedicado a investigar aquellos casos –cada vez más frecuentes– que acuden a nuestros consultorios y cuya impresión es que no quieren nada. Sujetos que van de aquí para allá y su posición es una nada. Su destino parece ser el extravío y, del mismo modo, erran de tratamiento en tratamiento, de psiquiatra en psicólogo, de psicólogo en psiquiatra, de lo público a lo privado. Son los que salen con su balsa, sencillamente… a naufragar.

      No está garantizado el porvenir del inconsciente porque tampoco es seguro la persistencia del sujeto que se efectúa en su decir. Asistimos hoy en día a una revocatoria cada vez más acentuada del sujeto del inconsciente. Lo que hace que debamos replantearnos la pertinencia de nuestro discurso, si es que logramos estar a la altura de leer el malestar en la cultura actual.

      Norma mala

      La brújula, el gnomon, el eje organizador de las categorías y los tipos clínicos está evidentemente puesto en cuestión. Es una de las maneras de hablar de la ″evaporación del padre” (si tomamos el decir de Lacan en Milán). Pero también podríamos enunciar que si la norma (nor-male, dice Lacan jugando, en “L’etourdit”, homofónicamente entre norma macho y norma mala) está subvertida, si el patrón está esmerilado, resulta una tarea infértil pensar en términos de enfermedad, de trastornos o de psicopatología. Con mayor razón hablemos, según la frase acuñada en el escrito “Variantes de la cura tipo”, de “subjetividades marginales”.

      Vivimos un tiempo de transformaciones antropológicas en donde, evidentemente, las coordenadas del Otro y sus condiciones de humanidad han ido variando. Verbigracia, la dimensión de sujeto del inconsciente se ha transformado. Si es que consideramos que el inconsciente no posee un estatuto óntico sino ético, la noción de sujeto que es correlativa de este también ha mutado. Podemos incluso ir más allá y decir que, en muchos casos, lo que observamos (escuchamos) son manifestaciones palmarias del rechazo del inconsciente con una consecuente revocatoria del sujeto del significante. ¿Esto hace inviable el psicoanálisis? ¿Esto anula la posibilidad de la experiencia analítica?

      Decir revocatoria del sujeto del inconsciente, rechazo del inconsciente no es decir rechazo del psicoanálisis.

      Prescindir del inconsciente…

Скачать книгу