Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16. Nadia Vera Puig

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Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16 - Nadia Vera Puig

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accidente de hace tres años no se qué hacer.

      —Ya, pero cariño, tenemos que cuidar de ella.

      —Lo sé, mamá, pero estoy cansado de repetir siempre la misma rutina y, gracias a la negativa de Morgan, siento que era el momento adecuado para…

      —Lo sé. —Le dio un abrazo—. Sé que no es fácil, pero Kallen, mírame a los ojos, ¿qué le has puesto en esa carta?

      —Mm… Prefiero no decírtelo, es confidencial.

      —Kallen, ya sabes que no tengo por qué saberlo, pero hay informaciones que mejor no nos precipitemos, y sabes lo especial que es Mathew, esa criatura tiene mucho que demostrar al mundo.

      —¿Pero ella estará preparada?

      —¡Claro! Para eso fue el destino, me guardaré la llave. ¿O prefieres tenerla tú?

      —Mejor yo, mamá, que yo me encargo de esto.

      —Muy bien, pues me voy a descansar.

      Juliana volvía a casa un poco desconcertada por lo que pudo leer o no leer en esa carta, respiró profundamente, y cambió de cara a una más alegre, abrió la puerta de casa con una gran sonrisa.

      —¡¡Quién ha llegado a casa!!

      —Mamá. —Mathew corrió hacia ella a abrazarla.

      —Hola, cariño, ¿qué tal el día con la nonna?

      —Hemos estado muy bien. ¿Qué tal el día, Julie? ¿Has salido hoy más pronto?

      —Sí. —Mientras dejaba a Mathew en el parque con sus juguetes, se fueron a la cocina mientras Juliana preparaba una taza de té pero sin perder de vista a Mathew—. ¿Quieres una taza de té?

      —No, gracias, estás esquivando mi pregunta y por no decir que te veo algo preocupada.

      —Estoy bien, tan solo ha sido un mal día, y nos ha dejado salir antes porque… Ay, mama, en serio, no tengo ganas de hablar, estoy cansada.

      —Está bien, cariño, me voy que tengo que ir a buscar a tu hermana mayor al aeropuerto, ¿te acuerdas? Megan llegaba hoy de Suecia.

      —Es verdad. —Cuando se sentaba en el sofá con su taza de té.

      —Y quiere verte sin falta este fin de semana, así que comida familiar... Yo me voy antes de que se haga tarde, por cierto, Mathew ya está cenado. —Se iba poniendo su chaqueta roja, y le dio un beso en la frente—. Descansa, cariño, y cuídate, nos vemos mañana.

      —¿Mañana?

      —Claro, mañana ya es sábado.

      Juliana dejando la taza de té en la mesita.

      —A veces ya no sé ni en qué día de la semana vivo, adiós, mamá.

      —Ciao, bella.

      Juliana acostó a Mathew en su camita, se puso a mirar una película, no paraba de darle vueltas a la cabeza sobre el contenido de la carta, qué quería decir esa mísera y única frase que había escrita, ¿se trataba de un acertijo o estaba jugando con ella? Sin darse cuenta, acabó durmiéndose en el sofá. Sonó el teléfono de fondo, ella se despertó sobresaltada y con la espalda adolorida. Cogió el teléfono, y Mathew empezó a llorar.

      —Mathew, cariño, no llores ahora, mamá te dará de desayunar. —Iba preparando su bol de frutas mientras contestaba al teléfono—. Toma, Mathew, tu Winnie. —Su peluche de música lo calmó—. ¿Sí? ¡¿Hola?!

      —Juliana, ¿dónde estás? ¡¿Has visto la hora que es?!

      —¡Madre mía! Si son las nueve, lo siento, Viviana, no sé cómo, y no entiendo… Ahora voy.

      —Tranquila, te espero que quiero comunicaros algo a ti y a Thomas. —Colgó el teléfono.

      Juliana vistió rápido a Mathew, mientras le daba de desayunar, cuando ella se acababa de vestir. Cogió a Mathew en brazos y empezó a bajar las escaleras, sacó su teléfono móvil.

      —¡Mamá! ¡Mamá! ¿Dónde estás?

      —Lo siento, cariño, se me olvidó avisarte que hoy no podía venir.

      —¡¿Qué?! ¿Y cómo que no me lo dijiste?

      —¿Tienes a alguien con quien dejar a Mathew?

      —Mamá, ya sabes que no, pero no te preocupes que ya me las apaño. —Cuando dejó a Mathew en el suelo.

      —Recuerda que hoy es la comida.

      —Sí, sí… Vamos, Mathew, no sueltes la mano a mama. —Colgó el teléfono y se topó con un chico esbelto con cazadora negra—. ¿Kallen?

      —Hola, ¿quieres que te ayude?

      —No, gracias, aparte de acosarme o intentar ligar —dijo en voz baja—, es una forma de…

      —¿De qué?

      Juliana sentó a Mathew en un banco a abrocharle el zapato, lo cogió en brazos y continuó andando con paso ligero.

      —¿De juego?

      —Mamá, ¿quién es? —dijo Mathew, mientras lo miraba con determinación y un poco asustado.

      —Un conocido, solo ha venido a saludarnos.

      —¿Un conocido? Que yo sepa llevamos conociéndonos unos... ¿Hace tres años? —dijo Kallen descontento ante su respuesta.

      —Sí, y lo único que sé es que llevas solo cinco sobres a correos a las nueve de la mañana.

      —Mamá, ¿ya hemos llegado?

      —Sí, cariño. —Kallen se quedó fuera mientras entraban, él acabo marchándose.

      Entró en la oficina de correos y dejo a Mathew en el suelo.

      —¡¡Viviana!! —dijo Mathew corriendo hacia ella.

      —Hola, cariño, ¿y la abuela? —Cuando lo cogió en brazos.

      —La abuela no pudo venir hoy —Mientras dejaba las cosas en la taquilla—. Lo siento mucho, Viviana, siento la tardanza de hoy y encima Kallen entrometiéndose donde no debe.

      —¿Kallen? ¿Estaba contigo? —dijo Viviana cuando sentó a Mathew en la silla.

      —Sí, me empezó a seguir, no se qué quiere, no sé por qué, pero desde que lo conocí, su cara me es algo…

      —¿Familiar?

      —Sí, pero eso no me tranquiliza lo que me escribió en esa carta.

      — ¿Y qué te escribió?

      —¡¡¿Que qué me escribió?!! Ponía: «Tú no eres quien crees que eres, solo aparentas saber que

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