Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16. Nadia Vera Puig

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16 - Nadia Vera Puig страница 6

Автор:
Серия:
Издательство:
Noteshine artists y la guardiana de la puerta 16 - Nadia Vera Puig

Скачать книгу

crio en el núcleo de una familia bastante buena. Ella, la hermana pequeña de sus dos hermanas mayores Susan y Megan, mantenía con ambas una relación bastante fuerte, solo que, sobre Susan, no sabía nada de ella desde hace cinco años. Posteriormente al accidente, ella cree que sigue enfadada después de lo sucedido, pero ella no recuerda cuál ha podido ser la real razón, aun así la echaba de menos, porque fue como una segunda madre.

      Juliana se pasó la mañana en la cama sin moverse, sentía que en cualquier momento podía recordar algo que en verdad no quería acordarse, decidió quedarse quieta. Megan empezó a picar a su puerta.

      —¡Juliana! ¿Tienes pensado hacer algo hoy? Hace un día bastante bonito, estaría bien que te diera el sol.

      Al ver que no recibía respuesta, entró en la habitación.

      —¡Arriba!, que son las tres de la tarde. ¿No tienes nada de hambre? —Mientras retiraba las cortinas del cuarto.

      —Déjame, que tengo un dolor de cabeza... —Volviéndose a tapar la cabeza con la manta.

      —Recuerdas que a las 18 h tienes que ir a recoger a Mathew.

      —Sí, lo sé… —Se incorporó—. Megan…

      —¿Qué?

      —¿Puedes ir a recogerlo tú?

      —¡No, Julie! Eso es cosa tuya, así sales un rato. —Salió Juliana de la cama y empezó a seguir a su hermana.

      —Por favor, que tengo que ir a hacer un recado y de paso Mathew pasa la tarde con su tía Megan, que hace tiempo que no pasáis haciendo cosas juntos.

      Mientras, Juliana empezó a prepararse un bol de cereales.

      —Estás de broma, ¿no?

      —No. —Cuando acababa de ponerse la leche.

      —Me pasé ayer con él, cuando tú te quedaste dormida, pero ¡eh, no me importa! quedarme esta tarde… Si es urgente lo que tienes que hacer, está bien.

      —Gracias, gracias, hermana. —Le dio un abrazo fuerte y se fue a cambiar.

      —¿Y los cereales? ¡Se te van a desintegrar! —Mientras Juliana subía con prisas los escalones.

      Juliana cogió el coche y se dirigió hacia el centro, aparcó al lado de la casa de Viviana, un barrio bastante tranquilo. Llamó al timbre, y Viviana le abrió la puerta.

      —Hola, Juliana, ¿qué haces por aquí?

      —Quería pasar a saludarte, ya que estaba dando una vuelta por el centro.

      —Ya, pasa, tú quieres decirme algo, ¿cierto?

      —Sí. —La casa de Viviana mostraba un aspecto antiguo, de cortinas largas con un estampado de flores.

      —Por favor, toma asiento. ¿Te apetece algo?

      —Mmm… No, gracias.

      —Insisto.

      —Vale, un vaso de agua.

      Viviana trajo una jarra de agua y dos vasos, se quedó fijamente mirando a Juliana, a ella le temblaban las manos.

      —Te noto rara, Juliana. ¿Estás bien? ¿Conseguiste solucionar el tema de la carta?

      —Sí, claro. —Sacó el sobre de su bolsillo izquierdo toda eufórica—. Parece ser que se trata de una mera coincidencia, un truco de magia de niños, ya está.

      —¡¿Un truco de magia?!

      Juliana le contó todo lo sucedido ayer tarde.

      —Bueno, tiene su lógica… ¿Qué quieres hacer con la llave?

      —Prefiero quedármela.

      —Entiendo, tú ten cuidado que las coincidencias de este estilo… No sé, hay algo que no me da cierta seguridad. —Intentando entender la situación, sospechando qué tramó su hijo Kallen.

      —Lo curioso es que escribió un libro Kallen. —Lo sacó de su pequeña mochila.

      Viviana lo cogió con las manos y lo miró con detenimiento: Lo que de verdad escondes.

      —Y, bueno, más o menos entendí lo de la llave… Pero la frase, estoy en ello...

      Mientras Viviana continuaba mirando el libro, se quedó sin decir palabra.

      —Viviana, ¿lo has leído?

      —Sí, una vez hace mucho tiempo… No sé si te conviene leer este libro, Juliana, te puede atrapar bastante, en tantos sentidos... Kallen era un chico muy enigmático y, no sé, te vas a volver loca porque el libro está lleno de enigmas y la mayoría sin resolver.

      —Sí, es lo que me gusta. Mi padre me dijo que era uno de estos libros que te hacían pensar.

      —Ya, pero lo de la llave y la carta y ahora el libro, ¿no te da que meditar?, ¿no son extraños todos estos elementos, que ahora tengas curiosidad de leer un libro que ni conocías?

      —Viviana, no le temo a la vida. —Le arrebató el libro de sus manos—. La vida ya es bastante enigmática, con un montón de preguntas que se te pasan por la mente y ni siquiera la mayoría de ellas están al cien por cien resueltas… —Intentó respirar hondo—. ¡Y qué más da lo extraño que sea todo esto!, y que me llegue este libro a mis manos en estas extrañas circunstancias, yo a veces pienso que es el destino, y es más, creo que me ayudará, ya que tengo como tres grandes dudas desde hace cinco años y no acabo de resolver. —Se levanto del sofá y empezó a respirar hondo, una lágrima deslizaba por su cara—. Sabes lo duro que es criar un hijo sola y que mi hijo no pare de preguntarme dónde esta papa… Y la verdad es que no lo sé… porque parece ser que no sé ni quién es, por no decir que ni recuerdo lo que pasó en ese accidente hace cinco años, y mi hermana mayor ni idea, porque no me habla. Soy consciente de que se me fue en parte la memoria, pero ahora mismo me da igual. —Viviana se acercó a ella.

      —Juliana, tranquilízate, sabes que te conocí justo después del accidente y yo creo que ha sido el destino que formes parte de mi otra familia, y soy feliz de tenerte en mi vida y haría lo que sea por verte feliz a ti y a tu hijo. —Viviana le dio un fuerte abrazo.

      —Ya, lo que más me duele ahora mismo es que mi familia sí recuerda lo que sucedió. El problema es que en todo este tiempo creía que se trataba de ellos, que no querían contármelo por mi bien, por tal de protegerme, que les agradezco muchísimo. Pero enterarme ayer de que eso es cosa de una doctora que se supone que ni siquiera conozco… Les ha dicho que ¡no me lo cuenten! —Volvió a sentarse—. ¡¿Cómo que no me lo cuenten?! Entiendo que los primeros años que sucedió el accidente sería para no sufrir… pero después de cinco años le siga diciendo lo mismo… No sé, veo que Mathew un día ya no se creerá mis historias ¿Y yo qué le diré?

      —Juliana, a lo mejor para entonces recuerdes.

      —¿Y si no recordase, Viviana?

      —Pues supongo que te lo contarían.

      —Y

Скачать книгу