Forming Intentional Disciples. Sherry A. Weddell

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Forming Intentional Disciples - Sherry A. Weddell

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que era aún más típico de la revista de la “Ciudad Esmeralda” era la que encontré en mi mesa que se titulaba “Cosas que hacer en Seattle”. Esta publicación finalizaba con un artículo que decía que esta ciudad era el centro de la “Tierra de Ninguna”. La idea principal del ensayo era que cuando se les preguntó a los habitantes de Seattle cuál era la tradición religiosa con la que más se identificaban, el 60% respondió “ninguna”. Al leer esto, mi impresión fue tal que me eché encima mi café. Es obvio que el agnosticismo ha conquistado una ciudad cuando se proclama orgullosamente en una revista para turistas como parte de la identidad del lugar.

       ¿MI RELIGIÓN? “NINGUNA”

      • 16.1% de los adultos “no tienen afiliación”

      — 1/3 parte “no han encontrado la religión correcta”

      • 24% de los adultos de 18 a 29 años “no tienen afiliación”

      Es de vital importancia entender que en la actualidad “no tener afiliación” no es lo mismo que “no creer”. Solamente una cuarta parte de los estadounidenses catalogados como “ningunas” se describen a sí mismos como “ateos” o “agnósticos”; tres cuartas partes dicen que “no pertenecen a ninguna religión particular”. La “Encuesta sobre el Panorama Religioso en los E.E.U.U.” divide a estos últimos en dos subgrupos:

      • Las “personas religiosas sin afiliación” incluyen a aquellos que dicen que la religión es importante o muy importante en su vida, pero que no se identifican con ninguna tradición religiosa en particular. Con frecuencia se trata de creyentes que no sienten que pertenecen a ningún grupo religioso.

      • Las “personas seculares sin afiliación”comprenden a aquellos que declaran que la religión tiene muy poca importancia o ninguna importancia en su vida.

       “PERSONAS RELIGIOSAS SIN AFILIACIÓN”

      Estadounidenses para quienes la religión es importante o muy importante pero que no están afiliados con ninguna tradición o comunidad religiosa:

      • 94% creen en Dios o en un “espíritu universal”

      • 49% creen en un Dios personal

      • 30% son miembros oficiales de congregaciones religiosas

      • 11% asisten a servicios religiosos semanalmente; 46% asisten por lo menos una vez al año

      • 17% participan en actividades religiosas por lo menos una vez al mes

      • 65% oran por lo menos una vez a la semana fuera de los servicios religiosos; 44% oran todos los días

      • 78% creen que los milagros todavía suceden en la actualidad

      • 46% han compartido con otras personas sus ideas sobre Dios

      Lo que sorprendió a los encuestadores de Pew fue lo religiosamente activas que pueden ser las personas “sin afiliación”. El 30% son miembros de una congregación. ¿Cómo puede una persona considerarse “sin afiliación” y formar parte de una congregación? Aunque los católicos practicantes normalmente no tienen una categoría mental para decir “yo soy miembro de la Parroquia de San Antonio, pero no soy católico”, muchas de las “ningunas” del siglo veintiuno sí piensan así. Para poder afrontar el punto medular de nuestro clima espiritual, es necesario saber reconocer esta importante distinción.

      • No obstante, podemos deducir de este reporte que muchos estadounidenses sin afiliación están abiertos a tener una identidad religiosa de algún tipo. Esto es una buena noticia. Una tercera parte dice que están dispuestos a unirse a una religión, pero que no han encontrado la correcta. Lo que tal vez sea aún más significativo es que el 54% de los adultos estadounidenses quienes crecieron sin pertenecer a un grupo religioso deciden unirse a uno al llegar a la edad adulta. Así es que, sin importar si crecieron formando parte de una religión o no, lo más probable es que los estadounidenses del siglo veintiuno considerarán el asunto al llegar a la edad adulta y tomarán una decisión por sí mismos.

       ¿Quién va a Misa?

      Lo anterior significa que durante los fines de semana, las parroquias de la Iglesia Católica en los Estados Unidos reciben un número importante de personas espiritualmente abiertas que no tienen una identidad Católica, aunque muchos de ellos hayan recibido los sacramentos de iniciación. Estamos pre-programados para asumir que si alguien asiste a Misa, es porque es católico. En la actualidad, esto no es verdad. Las “ningunas” y los indagadores espirituales con frecuencia entran y salen de nuestros santuarios por motivos personales. No sienten hostilidad hacia la Iglesia; por el contrario, están abiertos de manera sorprendente.

      Un ejemplo perfecto de lo anterior es la experiencia de una mujer que escribe un blog bajo el seudónimo “Robin de Berkeley”. Robin describe su primera experiencia al asistir a un servicio religioso, la Misa de Nochebuena:

      Encontré en Internet una Iglesia Católica en mi ciudad. Mi plan era llegar temprano y sentarme discretamente en la última fila… Esta vez no quería hacer el ridículo. Nunca había asistido a la iglesia y no sabía qué hacer. Una mujer me sonrió y se presentó; su nombre era Cathy. Ella me preguntó si yo sabía si el otro sacerdote ya se sentía mejor. Esta fue nuestra conversación:

      Yo: No lo sé, nunca había venido a esta iglesia.

      Cathy: ¿De veras? ¿A qué iglesia vas normalmente?

      Yo (tartamudeando): Bueno, de hecho nunca había ido a la iglesia.

      Cathy (desconcertada): Ah, ¿viniste a oír uno de los niños cantar?

      Yo: No. (Quisiera darle una explicación, pero como ni siquiera yo sé qué estoy haciendo aquí, mi mente está en blanco).

      Cathy (pensando): ¿Entonces nunca habías ido a la iglesia pero decidiste venir aquí en Nochebuena?

      Yo: Sí. (Su explicación fue mucho más simple de la que yo le hubiera dado: “De hecho soy una judía de nacimiento que nunca ha ido a un templo, y luego practiqué el budismo durante veinte años, pero eso no incluía a Dios Ahora estoy rodeada de personas cristianas maravillosas, así es que decidí ir a Misa y los episcopales de Berkeley no me aceptaron, así es que aquí estoy”).

      El proceso de inducción al catolicismo de Robin se volvió aún más interesante cuando le pidieron que repartiera las hojas de los villancicos de Navidad. Ella buscó a otra persona que también estuviera repartiéndolos, pero se dio cuenta de que era la única. Cuando por fin logró escaparse de ese encargo, se refugió en el vestíbulo de la iglesia, frente a una hermosa fuente. Luego se dio cuenta de que una fila de gente se había formado detrás de ella. Escribió en su blog: “Nota mental: no se debe bloquear la fuente de agua bendita en la iglesia”.

      A pesar de los tropiezos, Robin descubrió que

      fue una noche mágica. Más allá de la música y la solemnidad, lo que más me impactó fue estar entre cientos de personas que amaban a Dios. Quizás algunos de ellos cuestionaban su presencia o se sentían abandonados. Sin embargo estaban ahí, y eso era suficiente. Fue una noche emotiva para una judía que había viajado de este a oeste, de izquierda a derecha. Como escribía Hafiz, el poeta sufí, “En este momento en el tiempo, Dios ha tallado un lugar para ti”, y estando sentada en el santuario, pude

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