Las músicas andinas colombianas en los albores del siglo XXI. John Jairo Torres

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Las músicas andinas colombianas en los albores del siglo XXI - John Jairo Torres

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el cambio de siglo, del XX al XXI.

      Aunque este trabajo no tiene un propósito netamente académico, servirá como referente a quienes quieran analizar el fenómeno cultural de las músicas tradicionales y folclóricas andinas colombianas, a quienes quieran ampliar su repertorio y a los mismos creadores que de esta manera verán difundida su obra. Si la historia no se cuenta, no existe, o solo existe para quien no la puede contar. Se hace urgente fortalecer la esencia y la identidad andina colombiana a partir del conocimiento de nuestras raíces y del desarrollo y evolución de nuestras manifestaciones musicales.

      La falta de difusión de las músicas andinas colombianas le ha negado al gran público la posibilidad de conocer y disfrutar un género rico en armonías, melodías y textos de gran factura. Le ha negado, además, el disfrute de las voces e interpretaciones más maravillosas, por parte de verdaderos virtuosos. Artistas que han dedicado su vida al perfeccionamiento de técnicas interpretativas y que superan, con creces, a tantas “estrellas” que promueve la fuerza publicitaria y mercantilista de la música y de la industria cultural.

      La información contenida en este trabajo se ha recolectado, en gran medida, en el terreno mismo en el que se desarrolla esta manifestación musical: los concursos, festivales, conciertos, tertulias, encuentros, trabajos discográficos independientes, foros y programas. El material escrito sobre la materia es escaso y se limita casi exclusivamente a los contenidos de los programas de mano de los eventos ya mencionados y a unas pocas referencias en periódicos y revistas. Además, se ha contactado de manera directa a los autores, compositores, intérpretes y gestores musicales. Los datos biográficos y las reseñas artísticas han sido tomados de mi libro Juglares hispanoamericanos (2005) y Juglares colombianos (inédito, 2018).

      Finamente, aprovecho para agradecer a Dios, por sus regalos maravillosos: la vida, la salud, el amor y los dones; a mi familia, por apoyarme y acompañarme en esta misión; a todos los que trabajan, desde distintos frentes, por las músicas andinas colombianas, especialmente con la niñez y la juventud; a la Asociación Antioquia le Canta a Colombia, por permitirme desarrollar mi gestión cultural; a la Universidad Industrial de Santander, por su apoyo editorial; a Puno Ardila, por prologar esta obra; a Ofelia Peláez por su trabajo de revisión y por sus aportes; al maestro Gustavo Díez, por la revisión de las escrituras musicales, a Luis Carlos Villamizar, Ricardo Herrera, Diego Tabares, Juan Fernando Hincapié, Eider Ortiz, José Ricardo Bautista, Camilo Cifuentes, Jaime Guío, Óscar Santafé y Jorge Arbeláez, por los datos suministrados

      Tradición, costumbre, folclor, identidad, cultura y patrimonio cultural

      Se parece su ritmo a mi piel, pintada con la sangre de tres razas.

      Bambuco (bambuco), de John Jairo Torres de la Pava

      Las definiciones son necesarias para entender la diversidad de conceptos que encierra el tema que se aborda aquí.

      Tradición

      Según el Diccionario de la lengua española (DLE), la palabra ‘Tradición’, del latín traditĭo, -ōnis, significa: «1. f. Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación». […] 3. f. Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos». […] «5. f. Conjunto de rasgos propios de unos géneros o unas formas literarias o artísticas que han perdurado a lo largo de los años».

      Por su parte, la periodista y escritora española Carmen Ferreras afirma que «las tradiciones son las manifestaciones materiales, artísticas y espirituales que una generación hereda de las anteriores y, por estimarlo valioso, lega a las siguientes. [...] Tradiciones en las que hunden sus raíces, ritos y costumbres únicos que dan personalidad y carta de naturaleza a esa manifestación en concreto» (Ferreras, s. f., p. 1).

      En esta línea, la tradición, de acuerdo con el profesor Javier Marcos Arévalo,

      Es una construcción social que cambia temporalmente, de una generación a otra; especialmente de un lugar a otro […] varía dentro de cada cultura, en el tiempo y según los grupos sociales, y entre diferentes culturas. […] Si la tradición es la herencia del tiempo social en la memoria colectiva, el legado del pasado, lo es también debido a su renovación en el presente; porque la tradición, la transmisión de la cultura entre las generaciones, se construye a partir de la contemporaneidad. La tradición cobra pleno sentido cuando los contemporáneos la reviven y de este modo se la apropian. La tradición, de hecho, actualiza y renueva el pasado desde el presente. La tradición, para mantenerse vigente y no quedarse en un conjunto de anacrónicas antiguallas, o costumbres fósiles y obsoletas, se modifica al compás de la sociedad, pues representa la continuidad histórica y la memoria colectiva. Integra el pasado seleccionado y el presente en el futuro, en vez de sustituirlo (Arévalo, 2007, p. 6).

      La vitalidad de la tradición está fundamentada en la transformación que sufre durante el proceso de transmisión. La tradición es una acción humana y social, y su transmisión es un ejercicio vivo. Es un proceso social y simbólico en constante transformación. Las tradiciones son afectadas por nuevos elementos que surgen tanto en el contexto como en el devenir cultural de los pueblos. Es el receptor de la tradición el que, en el proceso de asimilación, la amolda, la actualiza y la recrea. Más importante aún: la hace parte de su vida: «La tradición se adultera cuando se la momifica. Deja de ser tradición en su sentido esencial completo» (Herrejón, 2010, p. 145).

      No obstante, algunos elementos de la tradición deben mantenerse fijos, pues son aquellos los que le dan significado a la tradición; son su esencia: «Su significado se encuentra fuertemente relacionado con el respeto a su forma original» (Madrazo, 2005, p. 130). En el caso de las músicas andinas colombianas, considero que la esencia de estas son las formas, pero no los contenidos, y mucho menos las maneras de recrearla. Para hacer clara mi posición al respecto, voy a recurrir a los siguientes ejemplos:

      En otras palabras, para entrar en contexto, la esencia de las músicas tradicionales colombianas son sus ritmos, sus aires y algunos instrumentos musicales, como, por ejemplo, el tiple, la bandola y la tambora, entre otros. Pero no lo es así la manera en que se pone en escena, ni su sonoridad, ni su temática.

      La tradición musical

      La tradición musical es un componente fundamental de la cultura de los pueblos. Constituye un elemento de la identidad y, como tal, debe ser cultivada y difundida.

      Más que un reto, es un riesgo definir la música tradicional colombiana. Primero, porque no hay una música tradicional colombiana; hay muchas músicas tradicionales colombianas –tantas como regiones, e incluso muchas en cada una de ellas–; segundo, porque en diferentes periodos de tiempo se han impuesto unas sobre otras –por gusto popular, políticas de carácter nacionalista o por manipulación de las audiencias–, y tercero, porque algunas de estas manifestaciones han sufrido tantos cambios, fusiones

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